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domingo, 31 de enero de 2016

DUPLA DOCUMENTAL: SICK: THE LIFE & DEATH OF BOB FLANAGAN, SUPERMASOCHIST (1997) y BLACKFISH (2013)


Sick es una recopilación, y en ciertos momentos casi un videodiario, de los últimos dos años de vida de Bob Flanagan, enfermo de fibrosis quística que se valió de su aficción al sadomasoquismo más extremo para familiarizarse y sobrellevar el doloroso calvario de su enfermedad, convirtiéndose de paso en un reconocido artista underground de la escena neoyorquina. 
Documental dirigido, al menos formalmente ya que mucho material que se nos muestra es parte del trabajo artístico del propio Bob Flanagan o grabaciones en 16 mm de Sheree Rose, su ama dominante y compañera de toda la vida, por Kirby Dick, actualmente con una amplia carrera de documentalista a sus espaldas pero, del que se puede decir que este fue su primer gran trabajo, siendo una cinta en la que el susodicho prácticamente planta la cámara y se retira de escena para mostrarnos de la forma más natural y directa, sin cortes ni manipulaciones más allá del mero montaje de las más de 100 horas de metraje que originalmente fueron grabadas las circunstancias vitales de este individuo.
Desde su infancia y adolescencia, pasando por los primeros contactos con el sadomaso y el inicio de su larga enfermedad, hasta su consagración como artista underground y su muerte, la cual a punto está de ser grabada e incluida en el documental (en un acto para nada sensacionalista teniendo en cuenta que se narra la vida de un hombre que durante toda su vida adulta utilizó su cuerpo, su enfermedad y su dolor cómo una forma de expresarse artísticamente), la cinta hace un recorrido por toda la peripecia vital del señor Flanagan. Un viaje en el que, si bien los protagonistas fundamentales son el propio Bob y Sheree Rose, así como la peculiar relación existente entre ambos (nunca mero sexo, tampoco una romance digno de matrimonio), la película nos muestra otros detalles de la vida del artista de boca de sus padres y su hermano pero también, aunque brevemente, a través de las experiencias de Sarah Doucette, una adolescente también quejada de fibrosis quística que ve en Flanagan toda una inspiración y modelo a seguir.
Si uno es capaz de sobrellevar los actos de masoquismo explícitos que se ven a lo largo del documental (y no nos engañemos, es más jodido el ver a un hombre muriéndose ahogado en su propio líquido pulmonar que verle clavándose el pene a un tablón a base de martillo y clavos), uno se va a encontrar con la historia de un hombre que supo enfocar lo que para otras personas sería un objeto de depresión en algo positivo, una fuente de inspiración. En verdad, una de esas historias ignotas que de por sí darían para todo un biopic de Hollywood pero que, gracias a dios (no en vano, estas cosas es mejor verlas así de crudamente contadas). podemos conocer gracias a documentales como este.




En el extremo opuesto tenemos Blackfish, documental en el que el material original rodado por Gabriela Cowperthwaite (en el que es su primer trabajo de importancia) es extremadamente retocado para darle un aspecto más cinematográfico, en la línea de los documentales de Michael Moore, siendo este un relato en el que, partiendo de la muerte de una entrenadora de un parque acuático a manos de una orca (sin nada de sensacionalismos, no esperéis ver un vídeo sobre como la ballena se come a la difunta), se nos ofrece una reflexión sobre las condiciones en cautividad de estos animales y los potenciales efectos negativos que puede tener en su comportamiento. 
El documental resulta entretenido y tiene un ritmo bien medido que evita que te aburras durante su visionado. Igualmente, la directora hace bien en  basar la película en entrevistas con las diversas partes implicadas en el incidente (entrenadores, responsables del parque acuático, testigos de otros incidentes, biológos especializados en comportamiento animal, etc), limitándose a estar detrás de la cámara. El problema es el mismo que acarrean todos los documentales que se ciñen a este modelo de narrar la historia: que inevitablemente son partidistas y se alejan de la neutralidad, con lo cual, y aunque cualquier persona con dos dedos de frente puede dar por supuesto que el estar en cautividad no es la situación más idónea para ningún animal, aunque cualquiera puede ponerse del lado de las orcas y el personal y no de la empresa que se está lucrando gracias a su explotación, uno no puede evitar el sentir que hay un punto en el que el documental deja de únicamente mostrarnos la realidad tal y como es para intentar manipularnos a tomar una postura frente al dilema (cosa que uno confirma cuando, informándose sobre la cinta, uno descubre que algunos de los participantes en la misma se quejaron a posteriori de que el montaje de la misma no hacía sino enfatizar este último hecho).
En cualquier caso, Blackfish es entretenido y nos muestra una temática muy poco tratada incluso dentro del subgénero de "documentales del mundo animal", lo que ya de por sí merece una oportunidad de visionado. Cómo última curiosidad recalcar que el documental pegó muy fuerte en Sundance el año de su estreno (hasta el punto de que gente como Colin Trevorrow, director de Jurassic World, afirma haber basado el comportamiento de algunos de los dinosaurios de la susodicha en los mostrados en las orcas del documental), ganándose en muy poco tiempo toda una legión de seguidores, lo que ha repercutido en unas perdidas relativamente grandes para Seaworld, el parque acuático donde se produjo el incidente, el cual ha anunciado que comenzará a replantear el estado de conservación actual de las orcas en cautividad y los espectáculos asociados a ellas. Parece ser que como instrumento reivindicativo, Blackfish ha supuesto todo un éxito al fin y al cabo.


domingo, 24 de enero de 2016

MACBETH de Justin Kurzel

Título: Macbeth
Director: Justin Kurzel
Año: 2015
Guión: Jacob Koskoff, Michael Lesslie y Todd Louiso (Texto original de William Shakespeare)
Intérpretes: Michael Fassbender (Macbeth), Marion Cotillard (Lady Macbeth), Paddy Considine (Banquo), David Thewlis (Duncan), Sean Harris (Macduff), Jack Reynor (Malcolm), David Hayman (Lennox)

Las obras de Shakespeare son al cine británico lo que el Siglo de Oro al cine español, algo cíclico a lo que cada cierto tiempo se vuelve. No importa que, cada tantos años volvemos a tener en ciernes una nueva adaptación del Quijote o de Romeo y Julieta a la gran pantalla con menor o mayor acierto. Así, tras tener por estos lares extravagancias como el Titus de Anthony Hopkins, el Coriolanus de Ralph Fiennes o, en entornos menos mainstream, Mucho ruido y pocas nueces de Joss Whedon, donde el mismo pedantismo y los aires de autor mal encaminados que están destruyendo la escenografía y puesta en escena de ciertas operas está también arrastrando por el fango la memoria del gran literato y de los actores que ponen todo su empeño en respetar su legado, esperaba con ganas este Macbeth, que prometía ser una adaptación con todas las de la ley para los tiempos modernos, y que no ha defraudado en su empeño.
Y es que historias como la de Macbeth y las violentas circunstancias que se desarrollan en su camino para convertirse en rey de Escocia nunca mueren, historias sobre el precio de la ambición y sobre la sed de sangre que todos llevamos que apenas han envejecido (en cuando a la temática, no así en el lenguaje como uno puede suponer) y que tantas otras obras han inspirado a lo largo de la historia. Y aquí, Justin Kurzel se deja de idas de olla y reimaginaciones chorras (vale que el bosque de Birnam no suba a la colina de Dunsinane cómo ocurre en el texto original, que a las tres brujas se una cómo recordatorio del fatal destino que le aguarda a Macbeth el fantasma de un niño muerto en las guerras libradas por el mismo y algunas cosillas más, pero son pequeños cambios, no absurdeces cómo colocar a Coriolano y a Aufidio en el contexto de la guerra actual en Oriente Medio)  para colocar la historia en el escenario de dónde no se debe mover,la Escocia medieval. El director acomete una dirección con una fotografía cuidadísima, un filtro rojo que acompaña a los momentos claves (rojo, el color de la sangre, el color de la muerte), y una alternancia entre planos cortos y tomas largas panorámicas que hacen de la cinta un visionado de lo más agradable del cual el principal escollo a superar (aunque todo depende del tipo de espectador que uno sea) es el guión, porque si una cosa es Macbeth es una traslación del texto original de Shakespeare tal cual, con sus diálogos en inglés antiguo y todo lo que conlleva, algo que puede resultar todo un desafío, sobre todo si le sumamos el cerrado acento escocés (como debe ser) de la mayoría del plantel actoral, porque esa es otra, verla en versión doblada es casi equivalente a no sólo no verla como debe ser sino también a perderse toda la magia que transmite el leer y oír a Shakespeare y esa forma de narrar que ya se ha perdido a día de hoy.

Si uno consigue pasar por encima de esto se encontrará con un Michael Fassbender que compone un Macbeth creíble en una interpretación que crece conforme se acerca el fatal desenlace, con una Marion Cotillard mediocre a más no poder, que aparte de no parecer escocesa, de no contar con un acento inglés ni ser capaz de fingirlo y de tirarse toda la película hablando en susurros, destroza el genial monólogo previo a la muerte de Lady Macbeth,  y con un plantel de secundarios con la presencia y con la dicción necesaria para interpretar a Shakespeare, de entre los cuales destacan David Thewlis, el Lupin de la saga de Harry Potter, y Sean Harris, cómo el rey Duncan y el furibundo MacDuff.
Si uno junta todo esto obtiene una adaptación de Macbeth llamativa, que entra primero por los ojos por lo preciosista de su envoltura y termina de convencer por la acertada interpretación de un gran Michael Fassbender. Con sus más y sus menos, sin duda un ejemplo a seguir de cómo adaptar las obras de Shakespeare para el público actual sin caer en el despropósito.




domingo, 3 de enero de 2016

CRÁNEO ROJO de Joshua Williamson y Luca Pizzari


Título: Cráneo Rojo (Capitán América vol.8, #61)
Editorial española: Panini Comics
Publicado originalmente cómo:  Secret Wars: Red Skull #1-3 [Marvel Comics]
Guion: Joshua Williamson
Dibujo: Luca Pizzari
Entintado: Luca Pizzari
Color: Rainier Beredo
Portadista: Riley Rossmo

He aquí otro cruce con las nuevas Secret Wars, tie-in que, al igual que otros cómo Marvel Zombies o Asedio se desarrolla en el Escudo y todos esos territorios que hay más allá de esa barrera protectora, donde se albergan todas las amenazas que podrían poner en jaque al "Mundo de Batalla" y dónde aquellos que disgustan al Dios de este universo, Víctor Von Muerte, van a parar. La trama gira en torno a cómo un grupo de villanos son enviados al otro lado del Escudo para traer pruebas de la muerte de Cráneo Rojo, es este universo, un agitador político, a cambio de su libertad.
Eso es al menos la sinopsis oficial, un tanto engañosa ya que, para cuando uno termina el primer capítulo de la historia, de ese grupúsculo de personajes únicamente Magneto sobrevive para seguir adelante el resto de la trama, por lo que uno podría decir que la misma trata más en realidad sobre la relación que se establece, en ese escenario extremo, entre el Amo del Magnetismo y Cráneo Rojo. Una pareja curiosa cómo pocas, ya que si bien en lo personal parecería que son polos opuestos (un judío superviviente de la Segunda Guerra Mundial frente a un antiguo científico nazi ), en la práctica, ambos son bastante similares, ambos han sido líderes de sus respectivas facciones, líderes por otro lado con ansias de gobernar sobre los colectivos a los que representan y con comportamientos que se podrían calificar eufemísticamente como radicales, y sobre todo, grandes villanos, antagonistas supremos para la Patrulla- X y el Capitán América respectivamente. La trama, según dicen algunos, bebe del legado de ciertas etapas de Thunderbolts (en absoluto , según lo veo yo, el parecido con cualquier etapa de esa maravillosa cabecera es igual al que tiene un huevo con una castaña), e incluso hay quien la compara con la de la película Apocalypse Now (el que afirme esto por favor que venga y me explique dónde ve las similitudes), es lo mismo, porque al fin y al cabo la historia que nos quieren contar es simple y aun así fallida, pues uno nunca llega a ver nada más allá de una artificial tensión entre ambos personajes (personajes, además, sin apenas trasfondo más allá de lo que transcurre en estas páginas), la cual se acerca más bien poco al concepto inicial (que se intuye no obstante) de "alianza contra natura" entre los dos villanos que acabo de comentar. Incluso uno podría decir que en torno al ecuador de la historia, dependiendo de las ganas con las que estés leyendo el tebeo, uno puede llegar a aburrirse un tanto, por no decir que la historia resulta auto contenida a más no poder y apenas sabe salir fuera del terreno en el que se mueve para participar en ese fascinante universo que es el de estas Secret Wars.

El brutal diseño de Cráneo Rojo, lo único auténticamente decente en la miniserie

Guioniza el asunto Joshua Williamson, que al parecer está triunfando en Image cómo la coca cola con una serie protagonizada por psychokillers, Nailbitter (la cual aún no he tenido el placer de catar). Por tanto, un guionista que parece moverse como pez en el agua en el terreno villanesco, lo cual no hace sino más sorprendente el hecho de que haya llevado una serie cómo esta, con un plantel tan interesante de malvados comiqueros, de manera tan fallida. Actualmente compagina su trabajo en Image con una nueva cabecera propia en Marvel, Illuminati, dónde toma el protagonismo el Encapuchado comandando a lo que parece ser lo más cercano que tiene Marvel actualmente a una nueva encarnación de los Thunderbolts. Habrá que ver en que queda todo ello.
Acompaña al señor Williamson a los lápices Luca Pizzari, un dibujante que parece querer crear un dibujo oscuro, feísta y con grandes contrastes de colores, pero únicamente consigue algo ajeno al buen gusto y que llega a ser amorfo en ciertos momentos (joder, si la armadura de Magneto parece estar hecha de polígonos en algunas viñetas). Un trabajo del que únicamente se salva el brutal diseño con el que el susodicho reimagina a Cráneo Rojo, por lo que todo parece indicar que pertenece a esa casta de dibujantes que resulta fantástico para dibujar personajes no humanos pero la caga a la hora de plasmar personas en el papel (veremos como se desenvuelve en la nueva cabecera del Caballero Negro en el universo post-Secret Wars). Todo lo contrario a Riley Rossmo el genial artista que ilustra las portadas de los tres números de la miniserie (concretamente la del tercero es de esas que valdría la pena tenerla enmarcada en condiciones), al cual me habría gustado muchísimo, comparando su trabajo con los resultados de Pizzari, ver como artista principal de la cabecera.

Si juntamos todo esto, y siendo benevolentes, nos encontramos con que Cráneo Rojo es un producto fallido, que se puede leer pero que es, en definitiva, muy mediocre, siendo la prueba más fehaciente el que haya dado pie a una reseña tan corta. Es un cómic que tiene poco que contar y del que apenas se puede sacar jugo.


sábado, 2 de enero de 2016

SCARECROW de Emmanuel Itier


Título: Scarecrow
Director: Emmanuel Itier
Año: 2002
Guión: Jason White, Emmanuel Itier y Bill Cunningham
Intérpretes: Tim Young (Lester), Tiffany Shepis (Judy), Roxanna Bina (Stephanie), Belinda Gavin (Rhonda), Richard Elfman (Sheriff), Mark Irvingsen (Granjero Hailey )

Tras el visionado reciente de Leprechaun, y en lo que espero a obtener sus respectivas secuelas, aproveché a añadir a mi lista de pendientes una serie de películas de ese subgénero no escrito de "películas con monstruo estrafalario asesino". lista que ahora afronto con auténtico horror, pues la primera de ellas que me he dignado a visionar ha resultado ser una de las cosas más infames que me he echado a la cara en los últimos tiempos.
En un pueblo de la América profunda un chaval bastante rarillo (y feo como un diablo), carne de bullying de su instituto, pilla a su madre fornicando con un señor con bigote, el cual le persigue por un campo de maíz y acaba asesinándolo por accidente, lo que provocará que, por arte de magia potagia el chaval se reencarne en el cuerpo de un espantapájaros e inicie una venganza contra todos aquellos que le jodieron en vida.
Al igual que la anteriormente mencionada Leprechaun, esta es deudora del espíritu cachondo de esas entregas de Pesadilla en Elm Street donde Freddy Krueger iba soltando coñas antes de cargarse a los chavales, con la salvedad de que mientras que estos dos personajes mencionados tenían carisma, el espantapájaros de esta película es de las cosas más penosas vistas alguna vez en el género de terror, un personaje sin gracia alguna que antes de cargarse a la peña se dedica a dar saltos mortales y piruetas innecesarias y que se tira cincuenta minutos de película sin cometer un sólo asesinato para ,en apenas cinco minutos, esquilmar a prácticamente la mitad de la juventud del pueblo.

Enumerar las cagadas de la mierda que los responsables de esta patraña llaman guión sería un largo ejercicio de paciencia que no me encuentro en condiciones de afrontar, basta decir que hay momentos en el que estoy seguro de que los actores improvisan sus diálogos con catastróficos resultados, obteniendo así perlitas cómo unos críos que se preguntan que "¿Qué diablos es eso?" ante la visión de un cadáver humano o un sheriff que afirma que un hombre con cuatro cortes en la cara es "el peor crimen que ha visto en su vida" a pesar de que dos minutos antes estaba contemplando el cuerpo muerto de un chaval apuñalado en el cuello con una mazorca de maíz. Igualmente, situaciones absurdas a lo largo de la trama tenemos para dar y tomar, pero que no os engañe esto, la peli no es de esas que es tan mala que acaba siendo divertida, sino un coñazo insoportable plagado de planos de campos de maíz, de nubes y de las sucias calles del pueblo para rellenar metraje y llegar a la hora y media justa que dura la cinta, de conversaciones adolescentes absurdas que no acaban nunca y de una primera mitad de la peli innecesariamente larga que podría haberse resumido en diez minutos dejando así sitio para lo que verdaderamente atraería a alguien lo suficientemente inconsciente como para ponerse esto que es ver al espantapájaros cargándose a sus víctimas (ni que decir tiene que el terror y las escenas de tetas brillan por su ausencia mientras que el gore si que hace acto de presencia, pero de una forma tan cutre y chabacana que casi habría sido mejor que no lo hubiera hecho, pues a pesar de haber visto la luz en el 2002, la peli parece todo un slasher zetoso de los 80).  Si tuviera que escoger una escena determinada de la película para el recuerdo me quedaría con esa en la que un enterrador está cagándose en todo porque no hace más que morirse gente mientras al fondo el espantapájaros lo observa escondido detrás de un árbol para luego, tras hacer ambos contacto visual, desaparecer, una secuencia que debería aparecer en la enciclopedia junto a la definición de "meter con calzador".
He hablado antes de actores pero debería haberme referido a ellos cómo esos infraseres que según los créditos interpretan papeles en la película. Todos ellos actúan con una desgana que llega a asustar salvo uno, el protagonista, un tal Tim Murray (que casi fallece durante la película a causa de complicaciones sanitarias relacionadas con la diabetes que padecía), que se maraca una sobreactuación de campeonato tanto con el traje de espantapájaros como sin él y que, cómo he dicho antes es feo a más no poder, hasta el punto de que puedo asegurar que tiene los ojos más horrendos que ha visto el cine desde los tiempos de Marty Feldman. Cómo participante tenemos, en un breve cameo que no he podido ser capaz de identificar, a Anthony C. Ferrante, semi famoso en los círculos más freaks hoy en día por ser el director de la saga de películas de Sharknado, el cual además ejerce aquí las funciones de productor ejecutivo y supervisor de efectos especiales (que ya os digo que supervisar, supervisó poco, porque telita tienen estos), lo que es una muestra más de los círculos de mierda en los que se mueve esta cochambre.

Dirige esta purulencia un tal Emmanuel Itier que aparte de acometer un trabajo completamente negado,casi amateur, en el que hay momentos que la cámara tiembla sin control en los planos cercanos porque el equipo no tiene ni un puto trípode para colocarla (por no hablar de las ralentizaciones que coloca sin venir a cuento o de los planos que repite una y otra vez, por ejemplo, para simular varios disparos sobre un mismo cuerpo, efecto que, obvia decir, queda como el puto culo), tuvo que hacer frente durante el rodaje a las quejas de los vecinos de la localidad en la que está rodada la cinta, pues por lo visto tanto equipo técnico como actores daban más por culo que trabajaban, hasta el punto de que, según se dice, se produjeron asaltos al set por parte de vecinos encolerizados, así cómo también por parte de  un vagabundo que, en su fervor alcohólico, clamaba que los responsables de la película eran pecadores y el espantápajaros en su cruz de madera una mofa a Jesucristo.

Cuando uno junta todos estos datos y se pone a investigar empieza a atar cabos al encontrarse con que esta pestilencia es un producto defecado por parte de la archifamosa compañía The Asylum (responsable de cientos de películas videocluberas de monstruos así cómo de los famosos "mockbusters", clones de películas de gran éxito rodados con cuatro pesetas que se estrenan casi al mismo tiempo que estas con el fin de que algún pardillo acabe picando), que en sus tiempos primigenios ya daba muestras de la puta sirvengonzonería en la que acabaría convirtiéndose con los años.
La cinta costó 250.000 dólares, se rodó en ocho días y está dedicada a Dario Argento (en lo que debe ser el equivalente cinematográfico a que un persona que no conoces en absoluto te escupa en la cara cuando vas andando por la calle tranquilamente). Aun así, debió resultar rentable en el videoclub, pues dió lugar a dos secuelas, Sacarecrow Slayer y Scarecrow Gone Wild, esta ultima lanzada en DVD en España bajo el título de Novatada Sangrienta.

Por si no ha quedado claro, una putísima mierda que no concibo que pueda gustar a nadie en este planeta, y que no merece ni el tiempo que gasta uno en contemplar la asquerosa portada.