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viernes, 3 de abril de 2020

LOS DEMONIOS DE LA NOCHE de Stephen Hopkins



Título: Los Demonios de la Noche (The Ghost and the Darkness)
Director: Stephen Hopkins
Año: 1996
Guión: William Goldman
Intérpretes: Val Kilmer (Coronel John Henry Patterson), Michael Douglas (Charles Remington), John Kani (Samuel), Bernard Hill (Dr. Hawthorne), Tom Wilkinson (Robert Beaumont), Emily Mortimer (Helena Patterson)

La naturaleza tiene la costumbre de vez en cuando de mandarnos un recordatorio de que aún existen lugares en el campo donde, si te pones a mear en pleno campo, te puede comer algún bicho vivo. Si dejamos de lado el tópico de "el mayor asesino del reino animal es el hombre" y demás consignas ecologistas que ahora mismo no vienen a cuento, en la historia moderna hemos tenido unas cuantas matanzas salvajes perpetradas por animales en sitios donde los humanos se pusieron a pasearse en masa aunque no debieran.
Por ejemplo, los Estados Unidos tuvieron su calvario en la famosa tragedia del buque USS Indianapolis, que se hundió durante la Segunda Guerra Mundial en pleno mar de las Filipinas proporcionando un festín así para los tiburones tigre que habitaban en la zona, los cuales, según las crónicas, llegaron a zamparse a 150 soldados en la debacle. Por aquellas mismas fechas, los japoneses también tuvieron ocasión de servir de comida para bichos cuando, en plena retirada de la Batalla de la isla Ramree, un batallón entero de soldados nipones tuvo la feliz idea de atravesar un pantano infestado de cocodrilos de agua salada, que se comieron a un número aún indeterminado de señores. Aún con todo, en ambas situaciones la fatalidad combinó lugares con gran población animal y un gran aporte de comida fácil de obtener, algo que no se puede aplicar al caso de los leones de Tsavo.
Para situarnos en contexto, a finales del siglo XIX, media europa intentaba sacar su propia tajada del continente africano. Inglaterra no era ajena a esto y tenía el ojo puesto en fortalecer su red ferroviaria en sus colonias africanas. Sin embargo, la construcción del ferrocarril fue paralizada cuando un par de leones de la zona empezaron a entrar en los campamentos de los trabajadores para cazar a los susodichos, escapando impunemente de los militares a cargo de la protección de la obra una y otra vez. Cuando la cosa llegó a niveles intolerables para la cúpula británica, el coronel John Henry Patterson, encargado de supervisar las construcciones, encabezó una prolongada cacería en la que ambos leones acabaron siendo abatidos. Si bien las crónicas parecen haber exagerado el número de víctimas de los leones de Tsavo, si que hay más de un experto que teoriza que tal número de presas superaba con creces lo necesario para satisfacer las necesidades alimenticias de un león normal y corriente. Dicho de otra forma, o bien pasaba algo muy raro con estos felinos en particular, o bien le habían cogido el gusto a la caza del hombre y lo hacían por placer.
En cualquier caso, una historia acojonante y perfecta para trasladarla a la gran pantalla. Al menos eso es lo que pensó William Goldman (autor de los guiones de Todos los hombres del presidente y Dos  hombres y un destino, así como de las novelas Marathon Man y La Princesa Prometida, que inspiraron sendas adaptaciones), cuando elaboró y presentó el proyecto a la Paramount en los años 90. Al estudio le gustó la propuesta y empezó a trabajar en ella con ánimos. Al principio querían poner a Brian de Palma a cargo y a Kevin Costner de protagonista pero, tras unas cuantas tentativas a estos y otros profesionales del sector (como ocurre siempre), se tuvieron que conformar con Stephen Hopkins y Val Kilmer. Para más inri entró en el juego la figura de un Michael Douglas completamente alzado (era su mejor momento, justo en la época de Instinto Básico y Un día de furia y con pelis como Black Rain y Wall Street aún cercanas en la mente del espectador), que directamente puso pasta en la mesa y, jugando la baza del productor ejecutivo, exigió que se le diera el papel del cazador Remington, que Goldman compuso originalmente con Burt Lancaster en mente, y que se le aupara de mero secundario a co-protagonista. El guión se retocó y escenas adicionales se tuvieron que añadir a este hasta tal punto de que el propio director acabó hasta los huevos de Douglas y medio renegando de la peli, y eso que hablamos de un señor que venía de dirigir Pesadilla en Elm Street 5 y Depredador 2, que se encuentran bastante alejadas de lo que viene a ser obras memorables. Vamos, que bien quemado tuvo que terminar.
Aún así, gracias a Dios que hicieron esos cambios, porque desde el momento en el que el eje de la película se traslada de las penurias que la construcción del ferrocarril debe solventar con los leones de por medio al "bromance" que se establece entre los personajes de Val Kilmer y Michael Douglas la peli gana enteros sin esfuerzo apenas. Y es que dirán lo que quieran, pero el look de Douglas con melenaza y completamente impregnado de la cultura africana le sienta como un guante al registro, por otro lado limitadito, del actor. Todo lo contrario que Val Kilmer, que entre la media sonrisa bobalicona y las exageradas gesticulaciones de las que hace gala de vez en cuando, parece un autista antes que un reputado coronel británico. Una pésima interpretación, aunque incluso esto parece tener explicación pues el propio Hopkins afirmaba que Kilmer entró en la producción de Los demonios de la noche justo tras terminar el rodaje de esa legendaria puta mierda que es La isla del Dr. Moreau (la versión noventera) y en medio de un proceso de divorcio, por lo que estaba completamente agotado a todos los niveles posibles y, por momentos, parecía completamente ido y ajeno del rodaje. Mayor mérito para el protagonista y el director que, aún así, consiguieron sacar adelante la peli entera con todas sus complicaciones para ambos.
Y hablando de este último, decir que ejecuta aquí un trabajo clásico de artesano de Hollywood, con alguna de las decisiones estilísticas propias de aquellos años (algún ralentí que estorba, algún trucaje de cámara que se ha quedado viejo e incluso, me pareció detectar, algún plano con CGI primitivo que también canta bastante), pero más que funcional y profesional. Después de esto tuvo una buena racha de proyectos cinematográficos encadenados a finales de los 90 hasta que se metió a primeros de los 2000 en TV con la serie 24 y dejó el cine salvo por un par de ocasiones completamente irrelevantes. 
Para rodar las escenas con los leones (lo siento, animalistas) se contó con la presencia de dos leones de zoológico amaestrados para tal efecto, Caesar y Bongo (que también aparecieron por la misma época en George de la Jungla), y de la inestimable labor del gran técnico de efectos especiales Stan Winston (que ya sólo con las sagas de Terminator, Jurassic Park y Depredador tiene currículum y logros para aburrir), que se cascó unos animatrónicos felinos que no cantan nada de nada en ninguno de los planos en los que se les utiliza (si alguno se atreve, que coja pelis de esa misma década donde se usan también leones de pega, como Jumanji, y haga la comparación de efectos para comprobar lo bien hechos que están aquí).
Tras su estreno, la crítica destrozó la película poniéndola como poco menos que una puta mierda y un insulto a la ya clásica fórmula cinematográfica de la "aventura africana". Aun así, la peli gozó de un éxito de público moderado, recaudando algo más de 75 millones de dólares partiendo de un presupuesto de 55.  Aquí en España la vieron algo más de 729.000 espectadores. Poco me parece para una peli grande de estudio con dos actores de moda de la época en el cartel, pero también es verdad que el tema de la misma era quizá algo arriesgado para el público estándar. En formato doméstico se editó en su momento tanto en VHS como en Laserdisc y DVD. Eso sí, una vez y no más ,así que si alguno está interesado en ella le toca rebuscar en los mercados de segunda mano y coleccionismo.
Personalmente es una película que he visto varias veces en mi vida, quedando satisfecho en todas y cada una de ellas. Bien es verdad que hoy día puedo verle las costuras a la dirección o notar las deficiencias actorales de Val Kilmer, pero a grandes rasgos me parece un producto super entretenido de consumo y que gestiona muy bien la tensión de la trama, algo especialmente a tener en cuenta en las pelis con animal asesino de por medio, tan propensas a las exageraciones y excentricidades de las "monster movies". Una peli olvidada de la segunda mitad de los 90 (recordemos, una época considerada nefasta para la historia del cine) que yo creo que merece que le guardemos un lugar en la memoria de cierta relevancia.