Título: I Spit on your grave: Deja Vu
Director: Meir Zachi
Año: 2019
Guión: Meir Zachi
Intérpretes: Camille Keaton (Jennifer Hills), Jamie Bernadette (Christina Hills), Maria Olsen (Becky), Jonathan Peacy (Kevin), Jim Tavare (Herman), Jeremy Ferdman (Scotty)
Cuando uno habla del infame subgénero del rape and revenge, es inevitable que salga a relucir la saga de I spit on your grave como uno de los ejemplos fundamentales, sino el más relevante, del mismo. La violencia del sexo (como se la conoció cuando se estrenó aquí en España) fue una peli que costó poco y funcionó regular en el circuito grindhouse americano, pero su caracter de largometraje extremo y las escandalosas reacciones la dotaron de inmediato de una pátina que con el tiempo acabaría derivando en una consideración como película de culto. Es esto último lo que llevó al director, productor y guionista de la película, el israelí Meir Zarchi, a involucrarse produciendo un remake de su ópera prima. Si bien el I spit on your grave original es un film que no he visto (y que me da una pereza extrema visionar), si que tengo el concepto de él como un producto que, más allá del efecto escándalo que pudo tener en su tiempo, es aburrido y torpe, hasta el punto de rozar la vergüenza ajena visto a día de hoy. Lo que sí he hecho en estos últimos años es comerme una tras otra toda la tanda de pelis que esputó el mencionado remake.
No se como será La violencia del sexo, pero su sucesora es un film con un par de cojones que consigue ser extremadamente crudo y desagradable en base a tener a unos intérpretes capaces delante de las cámaras y a alguien que no es un completo negado detrás. Fue una peli que, una vez más, no funcionó de cara a la crítica ni excesivamente bien en lo económico, pero que debió calar lo suficiente entre el fan del cine de terror, siempre en busca de lo último en lo referente a violencia extrema y casquería, para que los productores se dieran a continuar con lo que era una franquicia emergente. Así, la secuela del remake, I Spit on your grave 2, trasladaba la acción a Europa del este con mucho menos presupuesto de por medio y un elenco infinitamente menos capaz que los involucrados en su predecesora, lo que la convirtió en una cinta aburrida que destilaba cutrerío por todos sus poros a pesar de las cafrerías que mostraba en pantalla. Esa misma cutreza y zetosidad quedaba patente en la tercera parte, I spit on your grave III: Vengeance is mine, que salió un par de años después con un despliegue de medios y una factura idéntica a su predecesora, solo que esta conseguía solventar esos defectos y convertirse en algo decente a base de una mala leche inexistente en la segunda parte y subvirtiendo el personaje de la protagonista, la cual, a raíz de su traumática experiencia acababa llevando su venganza un paso más allá, convirtiéndose en una asesina misándrica que veía en cualquier hombre, desde un vagabundo de la calle hasta un compañero de la oficina, en un potencial violador al que matar. Eso sí, esta última supuso el fin de la asociación entre Meir Zachi y la compañía Anchor Bay, su distribuidora hasta el momento, que supongo que se hartó de perder dinero.
Claro que el israelí no podía dejar las cosas quietas, pues a lo tonto llevaba desde los años 70 viviendo de la asociación de su nombre a la marca I spit on your grave y el subgénero que representaba. Y así, en 2015 (el mismo del estreno de I spit on your grave III), el susodicho decide marcarse un "Juan Palomo" dirigiendo, guionizando, montando, produciendo y distribuyendo el solito una nueva entrega de su saga. Para ello se amolda a las circunstancias del género de terror apuntándose a dos tendencias muy habituales en la actualidad. Así, I Spit in your grave: Deja Vu es, por un lado una secuela directa tardía que ignora toda la tanda de remakes y secuelas de la pasada década, y por otro un intento de recuperar al personaje original, contando para ello con Camille Keaton, la señora que protagonizó La Violencia del sexo allá por 1978. Ni que decir tiene que los medios con los que contaba eran más ínfimos que nunca y que no existía la más mínima posibilidad de que eso se pudiera estrenar en cines, por lo que, tras tenerla tres años en post-producción cogiendo polvo, tuvo que lanzarla directamente en DVD/Blu-Ray y en aquellas plataformas de streaming que se dignaron a comprarla.
La trama de la peli nos muestra como cuarenta años depues de habers vengado de sus violadores, Jennifer Hills se ha convertido en una escritora de éxito a base de explotar en papel sus desventuras. A consecuencia de esto, los familiares de los violadores muertos deciden, tras todo ese tiempo, ir a buscar a la susodicha y cargarsela para vengar a sus difuntos, secuestrando de paso a la hija de la susodicha a la cual, para más inri, violan y abandonan en el bosque, lo que provocará el reinicio del ciclo de retribución y muerte cuando esta última, seguidamente, tome las armas.
Cual fue mi incredulidad cuando, a los pocos minutos de empezar el visionado, me doy cuenta de que lo tengo delante de mis ojos es una puta peli amateur en toda regla. Rodada torpemente en el video digital más cantoso de todos los que puede haber en el mercado, casi diría que directamente en el puto campo sin permisos de ningún tipo ni nada (hay una escena en la que los malos le pegan una paliza a una de las protas mientras pasan coches sin parar por la carretera que hay justo detrás suya que pone de manifiesto esto último). Con un elenco que es un auténtico festival de sobreactuaciones, empezando por la pobre Camille Keaton, más mala actriz que su puta madre, cuya carrera quedó condicionada tras La Violencia del sexo, viéndose obligada a aceptar papeles similares al que la hizo conocida y, ya en tiempos recientes, reducida a vulgares cameos en pelis de terror y a malvivir profesionalmente a costa del fandom, y terminando por Jamie Bernadette, una actriz de tres al cuarto feucha, bajita, cabezona y sin cuello que el guión de la peli nos quiere colar como una supermodelo de fama mundial, cosa que no resulta creíble en ningún momento. Y si las protas son malas intérpretes, los secundarios ya son para darles de comer aparte, destacando por encima de todos Jonathan Peacy, un barbudo que parece sacado de una peli de Rob Zombie y que parece sufrir de epilepsia de lo exagerado que está en su interpretación de redneck, y Jim Tavare, un grandote calvo que acomete una de las peores interpretaciones de retrasado mental que he tenido la desgracia de echarme a la cara. Incluso el propio Meir Zachi se reserva un papel minúsculo dentro de su propia película, ahorrándose de paso el contratar a un secundario más.
La posible violencia de la que pudiera haber hecho gala la peli queda reducida al mínimo, ya no se si por carencia de medios, de talento o de ideas. Lo más chungo que se llega a ver es una decapitación que ocurre casi íntegramente fuera de cámara. La escena de la violación, momento recurrente de la saga que tan mal cuerpo dejaba en el remake de la original, aquí es tan falsa y ridícula que más que desagrado provoca risa. Vamos, que toda la capacidad de escandalizar de la que podía presumir la peli original brilla aquí por su ausencia.
Es un suma y sigue constante de palpables carencias. Por no tener la peli no tiene ni banda sonora. Y si por lo menos hubiera sido entretenida pues podría haber tenido un pase, pero es que ni eso consigue.
Veamos, cualquiera de sus predecesoras en la saga tiene una duración de, a lo sumo, 90 minutos. I spit in your grave: Deja Vu, sin embargo, se alarga hasta unas insoportables dos horas y media en la que los breves momentos de violencia y acción están intercalados por minutos y minutos de chapa de los personajes, monólogos eternos de los villanos justificando sus acciones y contándonos a viva voz la peli original (momento que aprovecha el director para insertar con calzador planos y secuencias sacados directamente del metraje de esta) y larguísimas tomas de la prota corriendo en bolas por el bosque y de los malos conduciendo quads y furgonetas mientras la persiguen. Recursos que podemos ver una y mil veces en chungueces zetosas por el estilo y que hasta cierto punto son excusables cuando tienes que rellenar metraje como sea para que la peli llegue a la duración mínima, pero que resultan inexplicables en una cinta de 150 minutazos. Es que para mi que el director directamente cogió todo el metraje grabado, lo montó sin recortar escena alguna, le metió las cuatro o cinco secuencias extraídas de la original y se quedó con lo que salió como resultado final.
Un coñazo de los de sufrir que me tuve que ver en cuatro cachos para poder terminarla y que, esta vez, ni el fandom ha respaldado, destruyéndola sin piedad. Entre ventas en formato físico y en streaming, la peli dejo a la producción algo más de 74.000 dólares en recaudación. Viendo la precariedad y los ínfimos medios de los que dispone yo diría que hasta les salió rentable la jugada.
Mira que la saga ha tenido momentos bajos, pero nunca nada tan terrible como esto. Debería ser el punto y final de la explotación de la misma, pero viendo el caracter exploiter de su director, que a lo tonto lleva viviendo, al igual que su protagonista, cuarenta años de la fama, o infamia según se mire, de una única película, yo no las tendría todas conmigo. Lo que está claro es que si en algún momento decide continuarla será en los mismos términos baratos y amateuroides. Y yo ya no se si caeré, porque la verdad, hay formas muchos más sencillas de aburrirse como una ostra.