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miércoles, 12 de julio de 2017

ILSA, LA LOBA DE LAS SS de Don Edmonds


Título: Ilsa, la loba de las SS (Ilsa, She Wolf of the SS)
Director: Don Edmonds
Guión: Jonah Royston
Año: 1975
Intérpretes: Dyanne Thorne (Ilsa), Gregory Knoph (Wolfe), Tony Mumolo (Mario), Jo Jo Deville (Ingrid), Nicole Ridell (Kata)


La película más reconocida dentro de aquello que se dio a conocer como Naziexploitation (ahora tomado, como tantas otras exploitation antes tratadas con relativa seriedad, como un cachondeo gracias a comedietas de segunda como Dead Snow o Iron Sky), Ilsa, la loba de las SS transcurre en un ficticio Campo de Concentración Nº9 (en la vida real, el mismo set de rodaje en el que se filmó la comedia televisiva Los héroes de Hogan) en el que la comandante Ilsa gobierna con puño de hierro. En este infernal lugar, los hombres son utilizados como esclavos sexuales y castrados posteriormente mientras que las mujeres sirven como mano de obra o como banco de pruebas para crueles experimentos médicos. La inminente llegada de los aliados a la Alemania nazi provocará que algunos de los internos más recientes comiencen a planear un motín dentro de la prisión al mismo tiempo que Ilsa intenta descubrir el enigma médico que se haya detrás de un preso americano de portentosas dotes sexuales.

Basada (MUY vagamente) en las atrocidades reales cometidas por la comandante alemana Ilse Koch (no en vano, la peli comienza con un mensaje del productor anunciando que lo que se va a ver, aunque dramatizado, fue completamente real, como si de un mondo italiano se tratara), la película, como tantas otras exploitation es básicamente una excusa para ver desnudos femeninos y masculinos sin censura junto a la violencia más burra que la época podía permitir. Escenas de folleteo, abusos sexuales o simple costumbrismo en el que las prisioneras van con escasa o ausente vestimenta se intercalan con secuencias de “experimentos científicos” en el que se nos muestra todo un catálogo de burradas (así a lo pronto, porras eléctricas insertadas en la vagina de las chicas, una mujer prácticamente hervida viva o una extracción de un globo ocular por mencionar algunas lindezas) en un estilo que luego sería imitado por Los Hombres detrás del sol y sus secuelas (películas ambientadas también en la Segunda Guerra Mundial y que bien podrían ser la respuesta asiática al naziexploitation), y seguramente, también por otras películas que, por el momento, desconozco. 
Su protagonista, Dyanne Thorne, es, al igual que el resto de sus compañeros/as de reparto (de los cuales no merece la pena escribir ni una sucia palabra), una puta mierda de actriz (aunque he de decir que a mí personalmente me hace cierta gracia tanto el carácter que imprime a su personaje en versión original como la que se consigue en la versión doblada) que muestra en cuanto se despoja de la vestimenta los atributos que la hacen merecedora de protagonizar la película. Eso sí, a pesar de tener un par de peras que apenas le caben en el sostén no se puede decir que su rostro sea muy agradecido (tiene cara de vieja para que nos entendamos), pero bueno, cuestión de gustos. Durante los años anteriores y posteriores a su participación en Ilsa, esta mujer vivió de participar en diversas sexploitations, tanto en papees cómicos como en roles más “serios”, así como de continuar la saga fílmica de la komandant en Ilsa, la hiena del harén, Ilsa, la tigresa de Siberia e Ilsa, the Wicked Warden (llamada Ilsa a secas en España y dirigida por el prolífico Jess Franco). Con los años abandonaría el mundo del cine y obtendría una licenciatura universitaria en Estudio Comparado de Religiones. Actualmente, tanto ella como su marido, ordenados ambos como ministros de la iglesia, regentan una capilla en Las Vegas desde donde ofrecen diversas ofertas de ceremonias de casamiento a todo aquel que las desee.
El director de film, Don Edmonds, al igual que su protagonista, tiene una carrera curiosa. Se inició igualmente en el cine exploitation para graduarse posteriormente al soft-core y al slasher. Vió en Ilsa y en su primera secuela el culmen de su carrera y, posteriormente,  consiguió un puesto de responsabilidad dentro de una productora, donde se encargó en parte de que películas tales como Cortocircuito o Amor a Quemarropa vieran la luz, antes de morir de un cancerazo de hígado en el 2009.

Y si he hablado tan pronto de actriz protagonista y director es porque la verdadera figura que merece el interés del respetable es el productor de la cinta. Y es que detrás del pseudónimo de Herman Traeger se encontraba ni más ni menos que David F. Friedman.  
Friedman es una de esas figuras del mundo de la exploitation que merece la pena reivindicar. Comenzó su carrera profesional  trabajando para Paramount Pictures y otras productoras menores en la confección de cortometrajes sobre educación sexual y buenas costumbres para la higiene íntima. Esto, no nos engañemos, era el equivalente a la pornografía que existía en aquellos tiempos en los que todo era tabú y censura. Así pues, no es de extrañar que en cuanto la sociedad fue más permisiva saltara al sexploitation, en esta ocasión asociado con una de las grandes figuras de la historia de la exploitation, Herschell Gordon Lewis. Como productor de este buen señor llevaría a cabo films como The Adventures of Lucky Pierre, Daughters of the Sun (algunos de los primeros nudies de la historia) o Scum of the Earth (considerado por los expertos en la materia como el primer roughie, un nadie con cierto componente de violencia, de la historia). Sin embargo sería a principios de los 60 cuando grabaría su nombre en la historia con la producción de Blood Feast del señor Gordon Lewis, establecida como la primera película gore de la historia (aunque hay ejemplos anteriores que ya apuntaban en la dirección tomada a posteriori por esta película y las que le seguirían), en una asociación que se consolidaría como fructífera años después con la salida a la luz de otros largometrajes como 2000 Maníacos o Color Me Blood Red. Es también a finales de los 60 cuando surge Campo de Concentración Nº 7, predecesora de Ilsa en todos los sentidos (no en vano es durante el rodaje de la misma que se escribe el guión de La loba de las SS), primer naziexploitation como tal de la historia y la película que, junto a la reconocida 99 Mujeres de Jess Franco, consolidó otro subgénero exploitation (que también muy de la mano con el naziexploitation) como es el Women In Prison o WIP (películas en las que se muestra la dura vida de las cárceles de mujeres con toda su violencia y sexo gratuito, abusos sexuales y lesbianismo incluídos). Tras Ilsa, el ritmo como productor del señor Friedman se ralentizó bastante con los años hasta el punto de que, actualmente, apenas participa en proyectos que no tengan alguna relación con viejos éxitos, siendo sus últimos largometrajes acreditados 2001 Maníacos y su secuela, así como Blood Feast 2: All U Can Eat. En cualquier caso una carrera prolífica en la que nos encontramos con un señor que ayuda en la consagración del nudie, que crea el gore junto a Herschell Gordon Lewis y que también participa en la confección del WIP y del Naziexplotation. Méritos más que de sobra como para nombrarlo, echando la vista atrás, como uno de los grandes pioneros del exploitation de la historia.


Tras esta parrafada, volvamos a Ilsa para un par de líneas finales. Vamos a ver, la película es un zurullo pero se soporta bastante bien por lo bizarro que resulta ver algo así a día de hoy (las tetas y los chorrazos de sangre ayudan también bastante) y, sobre todo, por el tufillo icónico que tiene, pues no en vano ha generado todo una figura que ha inspirado desde a grupos de punk y metal hasta a creadores de anime, pasando por directores como Tarantino o Rob Zombie que alguna que otra referencia en sus largometrajes. En su momento fue una película que fue creada para el circuito Grindhouse y los Drive-In y como tal hay que verla con la actitud necesaria para afrontar un producto de estas características y, evidentemente, no esperar encontrar algo remotamente parecido a cualquier producto mainstream. Dicho esto, se puede poner perfectamente de fondo mientras haces cualquier otra cosa, ya sea trabajar, hacer los quehaceres del hogar o, por qué no, mientras te haces una pajilla.