Título: Ilsa, la loba de las SS (Ilsa, She Wolf of the SS)
Director: Don Edmonds
Guión: Jonah Royston
Año: 1975
Intérpretes: Dyanne Thorne (Ilsa), Gregory Knoph (Wolfe), Tony Mumolo (Mario), Jo Jo Deville (Ingrid), Nicole Ridell (Kata)
Director: Don Edmonds
Guión: Jonah Royston
Año: 1975
Intérpretes: Dyanne Thorne (Ilsa), Gregory Knoph (Wolfe), Tony Mumolo (Mario), Jo Jo Deville (Ingrid), Nicole Ridell (Kata)
La película más reconocida dentro de aquello
que se dio a conocer como Naziexploitation (ahora tomado, como tantas otras
exploitation antes tratadas con relativa seriedad, como un cachondeo gracias a
comedietas de segunda como Dead Snow
o Iron Sky), Ilsa, la loba de las SS transcurre en un ficticio Campo de
Concentración Nº9 (en la vida real, el mismo set de rodaje en el que se filmó
la comedia televisiva Los héroes de Hogan)
en el que la comandante Ilsa gobierna con puño de hierro. En este infernal
lugar, los hombres son utilizados como esclavos sexuales y castrados
posteriormente mientras que las mujeres sirven como mano de obra o como banco
de pruebas para crueles experimentos médicos. La inminente llegada de los
aliados a la Alemania nazi provocará que algunos de los internos más recientes
comiencen a planear un motín dentro de la prisión al mismo tiempo que Ilsa
intenta descubrir el enigma médico que se haya detrás de un preso americano de
portentosas dotes sexuales.
Basada (MUY vagamente) en las atrocidades
reales cometidas por la comandante alemana Ilse Koch (no en vano, la peli
comienza con un mensaje del productor anunciando que lo que se va a ver, aunque
dramatizado, fue completamente real, como si de un mondo italiano se tratara),
la película, como tantas otras exploitation es básicamente una excusa para ver
desnudos femeninos y masculinos sin censura junto a la violencia más burra que
la época podía permitir. Escenas de folleteo, abusos sexuales o simple
costumbrismo en el que las prisioneras van con escasa o ausente vestimenta se
intercalan con secuencias de “experimentos científicos” en el que se nos
muestra todo un catálogo de burradas (así a lo pronto, porras eléctricas
insertadas en la vagina de las chicas, una mujer prácticamente hervida viva o
una extracción de un globo ocular por mencionar algunas lindezas) en un estilo
que luego sería imitado por Los Hombres detrás del sol y sus secuelas
(películas ambientadas también en la Segunda Guerra Mundial y que bien podrían
ser la respuesta asiática al naziexploitation), y seguramente, también por
otras películas que, por el momento, desconozco.
Su protagonista, Dyanne Thorne, es, al igual
que el resto de sus compañeros/as de reparto (de los cuales no merece la pena
escribir ni una sucia palabra), una puta mierda de actriz (aunque he de decir
que a mí personalmente me hace cierta gracia tanto el carácter que imprime a su
personaje en versión original como la que se consigue en la versión doblada)
que muestra en cuanto se despoja de la vestimenta los atributos que la hacen
merecedora de protagonizar la película. Eso sí, a pesar de tener un par de
peras que apenas le caben en el sostén no se puede decir que su rostro sea muy
agradecido (tiene cara de vieja para que nos entendamos), pero bueno, cuestión de
gustos. Durante los años anteriores y posteriores a su participación en Ilsa,
esta mujer vivió de participar en diversas sexploitations, tanto en papees
cómicos como en roles más “serios”, así como de continuar la saga fílmica de la
komandant en Ilsa, la hiena del harén,
Ilsa, la tigresa de Siberia e Ilsa, the Wicked Warden (llamada Ilsa a secas en España y dirigida por el
prolífico Jess Franco). Con los años abandonaría el mundo del cine y obtendría
una licenciatura universitaria en Estudio Comparado de Religiones. Actualmente,
tanto ella como su marido, ordenados ambos como ministros de la iglesia,
regentan una capilla en Las Vegas desde donde ofrecen diversas ofertas de
ceremonias de casamiento a todo aquel que las desee.
El director de film, Don Edmonds, al igual
que su protagonista, tiene una carrera curiosa. Se inició igualmente en el cine
exploitation para graduarse posteriormente al soft-core y al slasher. Vió en
Ilsa y en su primera secuela el culmen de su carrera y, posteriormente, consiguió un puesto de responsabilidad dentro
de una productora, donde se encargó en parte de que películas tales como Cortocircuito o Amor a Quemarropa vieran la luz, antes de morir de un cancerazo de
hígado en el 2009.
Y si he hablado tan pronto de actriz
protagonista y director es porque la verdadera figura que merece el interés del
respetable es el productor de la cinta. Y es que detrás del pseudónimo de
Herman Traeger se encontraba ni más ni menos que David F. Friedman.
Friedman es una de esas figuras del mundo de
la exploitation que merece la pena reivindicar. Comenzó su carrera
profesional trabajando para Paramount
Pictures y otras productoras menores en la confección de cortometrajes sobre
educación sexual y buenas costumbres para la higiene íntima. Esto, no nos
engañemos, era el equivalente a la pornografía que existía en aquellos tiempos
en los que todo era tabú y censura. Así pues, no es de extrañar que en cuanto
la sociedad fue más permisiva saltara al sexploitation, en esta ocasión
asociado con una de las grandes figuras de la historia de la exploitation,
Herschell Gordon Lewis. Como productor de este buen señor llevaría a cabo films
como The Adventures of Lucky Pierre, Daughters of the Sun (algunos de los
primeros nudies de la historia) o Scum of the Earth (considerado por los
expertos en la materia como el primer roughie,
un nadie con cierto componente de violencia, de la historia). Sin embargo sería
a principios de los 60 cuando grabaría su nombre en la historia con la
producción de Blood Feast del señor
Gordon Lewis, establecida como la primera película gore de la historia (aunque
hay ejemplos anteriores que ya apuntaban en la dirección tomada a posteriori
por esta película y las que le seguirían), en una asociación que se
consolidaría como fructífera años después con la salida a la luz de otros
largometrajes como 2000 Maníacos o Color Me Blood Red. Es también a finales
de los 60 cuando surge Campo de
Concentración Nº 7, predecesora de Ilsa
en todos los sentidos (no en vano es durante el rodaje de la misma que se
escribe el guión de La loba de las SS),
primer naziexploitation como tal de la historia y la película que, junto a la
reconocida 99 Mujeres de Jess Franco,
consolidó otro subgénero exploitation (que también muy de la mano con el
naziexploitation) como es el Women In
Prison o WIP (películas en las que se muestra la dura vida de las cárceles
de mujeres con toda su violencia y sexo gratuito, abusos sexuales y lesbianismo
incluídos). Tras Ilsa, el ritmo como
productor del señor Friedman se ralentizó bastante con los años hasta el punto
de que, actualmente, apenas participa en proyectos que no tengan alguna
relación con viejos éxitos, siendo sus últimos largometrajes acreditados 2001 Maníacos y su secuela, así como Blood Feast 2: All U Can Eat. En
cualquier caso una carrera prolífica en la que nos encontramos con un señor que
ayuda en la consagración del nudie, que crea el gore junto a Herschell Gordon
Lewis y que también participa en la confección del WIP y del Naziexplotation.
Méritos más que de sobra como para nombrarlo, echando la vista atrás, como uno
de los grandes pioneros del exploitation de la historia.
Tras esta parrafada, volvamos a Ilsa para un par de líneas finales.
Vamos a ver, la película es un zurullo pero se soporta bastante bien por lo
bizarro que resulta ver algo así a día de hoy (las tetas y los chorrazos de
sangre ayudan también bastante) y, sobre todo, por el tufillo icónico que
tiene, pues no en vano ha generado todo una figura que ha inspirado desde a
grupos de punk y metal hasta a creadores de anime, pasando por directores como
Tarantino o Rob Zombie que alguna que otra referencia en sus largometrajes. En
su momento fue una película que fue creada para el circuito Grindhouse y los
Drive-In y como tal hay que verla con la actitud necesaria para afrontar un
producto de estas características y, evidentemente, no esperar encontrar algo
remotamente parecido a cualquier producto mainstream. Dicho esto, se puede
poner perfectamente de fondo mientras haces cualquier otra cosa, ya sea
trabajar, hacer los quehaceres del hogar o, por qué no, mientras te haces una
pajilla.