Título: La Tumba de Batman #1-12
Editorial española: ECC Ediciones
Publicado originalmente como: The Batman's Grave #1-12
Guión: Warren Ellis
Dibujo: Bryan Hitch
Entintado: Kevin Nowlan
Color: Alex Sinclair
Portadista: Bryan Hitch
"¡Mirad!, ¡Cómo han caído los valientes!". A todos les toca, no hay excepción, el fatídico momento en que un artista, por bueno que haya sido, sufre el inevitable pinchazo que tarde o temprano acompaña a una dilatada carrera.
Hubo un tiempo en que los grandes nombres que encabezan este tebeo eran sinónimos de calidad indiscutible.
En los 90 y primeros años de los 2000, Warren Ellis y Bryan Hitch eran considerados dos titanes del tebeo superheroico. Juntos habían dado una lección de creatividad en lo que a cómics pijameros se refiere primero con Stormwatch en WildStorm (subsidiaria de la independiente Image de Jim Lee y compañía) y, más tarde, cuando esta fue absorbida por DC, en The Authority.
Además, Ellis, por su lado, desató todo su cinismo y su acidez en el brutal Transmetropolitan del mítico sello Vertigo de DC y dejó su seña de identidad en intervenciones aquí y allá en más de una cabecera superheroica para las dos grandes editoriales, siendo mis favoritas aquellos números de Hellstorm: Prince of Lies y, sobre todo, la serie limitada Druida, que junto al bizarro y espectacular Leonardo Manco, perpetró para Marvel. Y si me retrotraigo a tiempos más recientes, tampoco puedo borrar de mi mente el sórdido relanzamiento de mi cabecera favorita de superheroes, Thunderbolts, que perpetró tras la Civil War marvelita junto a Mike Deodato o aquellos primeros números del reboot del Caballero Luna durante la etapa Marvel NOW de la editorial, en los que, junto a Declan Shalvey, aunó clasicismo y modernidad como pocos consiguieron en aquel momento.
Bryan Hitch, por su lado, se ha mantenido, desde aquel boom inicial en WildStorm como todo un talento gráfico en lo que a superheroes se refiere, siendo una de esas figuras que siempre ronda las grandes cabeceras y suele sonar como posible partenaire de los guionistas estrellas del momento siempre que se anuncia alguna nueva serie de tebeos. De entre sus hitos comiqueros durante los últimos 20 años es indispensable mencionar las repetidas veces que puso sus lápices al servicio de La Liga de la Justicia o cuando junto a Mark Millar compuso una de las obras fundamentales para entender el tebeo de superheroes moderno ( y también el cine de superheroes de la última década), The Ultimates, para la Marvel.
Bien, una vez demostrado que ambos autores son figuras respetadas dentro de la industria que han recibido los laureles repetidas veces, procedamos a narrar el como, en mi humilde opinión, perpetraron una pequeña cagada protagonizada por Batman. Cagada, que en el caso de uno de ellos, puede acabar siendo la última de su carrera.
Retrotraigámonos a tiempos pre-pandémicos. DC suelta la bomba. El dream team Ellis-Hitch se reúne de nuevo para una serie limitada del personaje por excelencia de la editorial. Será la primera vez en casi 25 años que Ellis guionice un tebeo Batman y la primera ocasión, en toda su carrera, que Hitch dibuje una cabecera del murciélago. El título del tebeo y sus primeras imágenes no pueden ser más sugestivos. La Tumba de Batman, tipografía pseudogótica para el título; lápidas, iconografía fúnebre y cielos rojo sangre en la portada...no había duda, estábamos a punto de recibir todo un tebeo de terror protagonizada por el cruzado de la capa.
En su momento le eché el guante al primer número americano y, ya más tarde, me leí de un tirón las doce grapas que publicó ECC Ediciones aquí en España...y la decepción fue más que mayúscula.
Si bien no es un tebeo de terror (y tampoco puedo decir que me sintiera estafado por ello, pues al final no eran más que pajas mentales que me monté en la cabeza en base a imágenes preliminares), si que se trata de una historia que se molesta, desde sus primeros compases, en introducirnos en un universo del murciélago algo más pesimista de lo normal. La imagen que abre el tebeo no puede ser más demoledora: los padres de Bruce Wayne dejaron construída una tumba sin fecha de defunción para que su hijo pudiera descansar junto a ellos una vez le llegara la muerte, o, en otras palabras, Batman tiene en la puerta de su casa un recordatorio macabro del destino que le espera al final del camino y al cual se acerca cada vez que se pone el disfraz para salir a combatir el crímen.
A partir de ahí la trama se nos presenta inicialmente como una de esas historias del héroe en su faceta más detectivesca: una serie de muertes de miembros del sistema legal de Gotham City aparentemente inconexas ocultan, en realidad, una conspiración de gran envergadura que afectará a la ciudad entera.
Tres personajes llevan la voz cantante a lo largo de la obra.
El primero es, como no, un Batman más sádico de lo normal. Por supuesto, no mata a los malos, pero el lector acaba dudando de si lo hace llevado más por un código ético o por un retorcido placer que el personaje obtiene al apalizar a los villanos con sus puños.
El segundo es el inseparable mayordomo Alfred. Ellis deja de un lado la representación del personaje como una segunda figura paterna para Bruce Wayne (algo que se ha hecho incontables veces a lo largo de la dilatada trayectoria del personaje) para ahondar en la camaradería que ambos hombres han desarrollado con los años, con el mayordomo soltando cada dos por tres muestras de un humor negro, propio del viejo soldado que es, personalidad que también viene acompañada de alguna que otra batallita de abuelo cebolleta que demuestran que este, a diferencia del protagonista, sí ha matado a sangre fría en el pasado y no tendría problema en volverlo a hacer si la guerra contra el crímen en la que ambos están metidos le empuja a ello.
El tercero y último es otro secundario fundamental de los tebeos de murciélago, el comisario Gordon, que en esta ocasión se nos muestra con una moralidad más gris de lo habitual, siendo capaz de disparar a matar contra los villanos que se le plantan delante, de dejar que sus hombres ejecuten a sangre fría a un asesino o de poner a esos mismos compañeros en primera línea de batalla sin que le tiemble el pulso por ello.
Los tres personajes van desenredando la trama detectivesca juntos a lo largo de los doce números...y poco a poco, me voy aburriendo cada vez más. El misterio no es interesante. Ellis intenta presentar un villano de nuevo cuño jugando la carta de crear con él una imagen especular del héroe protagonista y la estrategia no funciona. Para colmo, el ritmo de novela de misterio, tan habitual en este tipo de historias del murciélago, se rompe cada dos por tres con secuencias de acción mudas, sin onomatopeyas ni diálogos. Escenas aburridas, una vez más, que rellenan páginas y páginas, no sólo entorpeciendo el ritmo del tebeo en su conjunto, sino provocando unos cortes entre número y número totalmente anticlimáticos. No exagero si digo que casi la mitad de las páginas de la obra en su totalidad están ocupados por este tipo de secuencias. Uno está acostumbrado a la narrativa extendida, heredera del formato de serie de televisión, que es seña del identidad del tebeo superheroico de las grandes editoriales desde que comenzó el siglo XXI, pero todo tiene un límite. Y es que parece que el lector está soltando sus buenos dineros para que le den un par de gotitas de desarrollo de la trama en cada número, acompañado de un buen puñado de bonito relleno, quedándose con la sensación final de que igual lo que nos han contado en doce números se podría haber relatado de igual manera en seis.
Todo desemboca en un clímax final que se siente totalmente frío y precipitado y que finaliza con un desenlace que podría haber sido igual de demoledor que el inicio del tebeo pero que ,tras el viaje, te deja totalmente indiferente.
La sensación que me queda es que pareciera que Ellis no supiera muy bien si quería hacer un tebeo del Batman más detectivesco (una pena, porque la historia detectivesca del murciélago por antonomasia, El Largo Halloween, es mi tebeo favorito del personaje) o del Batman más superheroico y que, ante la duda, decidió hibridar ambas facetas del personaje, consiguiendo como resultado un tebeo mediocre en ambos aspectos.
Hitch, por su parte, ya no es el mismo que el de hace unos años. Su trazo se antoja pobre si se le compara con sus trabajos más notables en The Ultimates o The Authority, algo que se nota especialmente en las ya mencionadas largas secuencias de acción. Donde más destaca su calidad como artista es en las portadas que se curra, y la mitad de ellas parecen variaciones sobre una misma composición, denotando igualmente esa pobreza estilística.
El entintador Kevin Nowlan realiza un trabajo correcto que habría lucido más con un arte algo más destacable, pero, sin duda, el que se lleva los honores en el aspecto gráfico del tebeo es el colorista Alex Sinclair, que despliega una paleta de colores en consonancia con el universo pesimista que se nos presenta: el negro y gris del murciélago, el naranja de las llamas y el abanico de rojos y granates que tiñen los cielos de Gotham y que evocan un ambiente lúgubre, casi vampírico (inevitable acordarse del mítico Batman: Tormenta de Sangre de Doug Moench y Kelley Jones).
No se si por la naturaleza de sus autores, por el hype que generó el cómic o porque al público le apetecía ver algo distinto protagonizado por el murciélago, pero este encantó a crítica y lectores por igual, entre los cuales se me puede considerar, pues, una rara avis.
Tras su publicación, Hitch continúa siendo requerido por algunas de las espadas más importantes de las grandes editoriales. Pendiente tiene de publicar la esperada cabecera de la JSA junto a Geoff Johns, de ilustrar el regreso de Mark Waid a DC y a Superman en 2022, y de estrenarse en breves junto a Al Ewing y Ram V en Veneno, una de las cabeceras estrella de la Marvel (quién lo habría dicho hace unos años). Espero que en alguna de ellas nos deslumbre como antaño.
Ellis por su parte ha visto su carrera truncada en este último año. Un total de 60 mujeres de la industria comiquera, cinematográfica, televisiva y musical denunciaron en conjunto comportamientos de acoso sexual y conducta inapropiada del guionista hacia las féminas. DC inmediatamente canceló proyectos que tenía medio apalabrados con él e Image procedió a hacer lo mismo con los tebeos que el autor tenía pendientes con ellos. Tal y como se desarrollan las cosas en este tipo de situaciones en los tiempos que vivimos, es bastante probable que hayamos presenciado los últimos trabajos, al menos a corto/medio plazo, del británico para una editorial de envergadura. Con menudo broche se ha depedido.
Habiendo quedado demostrada mi opinión al respecto del tebeo, no puedo sino decir lo de siempre, que cada uno es libre de echarle un ojo y probar por su cuenta. No voy a empujar a nadie en sentido contrario, si algo de lo que has leído o visto sobre el mismo te atrae, corre y lánzate a por él.
En ese aspecto, ECC Ediciones tiene publicada tanto la edición en grapa (aunque algún número habrá que rebuscar un poco a estas alturas) como un tomo recopilatorio en tapa dura con la obra completa. Salen más o menos por el mismo precio, así que cada lector que elija el formato que prefiera.
Yo por mi parte, lo tengo dispuesto en la lista de tebeos susceptibles a ser vendidos/cedidos/regalados en la próxima criba que tenga que hacerle a la comiteca por falta de espacio. Es el destino reservado a los valientes, caídos en desgracia.