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martes, 28 de noviembre de 2017

KUNG-FU SANGRIENTO de Kou Hung Chong


Título: Kung-Fu Sangriento (Long hu feng)
Director: Kou Hung Chong
Año: 1975 (?)
Guión: Kou Hung Chong
Intérpretes: Feng Kou ( Jun Chun San), Chun Chao (Tai Pen), Chien Tsao (Maestro Fung), Ping Wang (Mei Lan), Ping Ho (Sr. Chia)

Película de artes marciales Taiwanesa de bajísima estofa y que al menos para su distribución a algunos países occidentales, entre ellos el nuestro, me consta que se vendió como si fuera de factura Hongkonesa. Un film que ha sido un especial suplicio tanto a la hora de visionarlo como a la de escribir esta reseñita, pues es de esas pelis para las que prácticamente hay que meterse en la Internet profunda para encontrar información.
La trama gira en torno a un chino, hijo de carpinteros, que ingresa en una escuela de artes marciales después de que su pueblo sea asolado por una plaga. Allí resulta ser un auténtico negado para el kung-fu y recibe las burlas de sus compañeros. Sin embargo, no todos son desgracias para el susodicho, pues en el proceso acaba ganándose la confianza del alumno estrella de la escuela y de la hija del mismísimo maestro, con la cual acabará fugándose. Perseguido por su ex-compañero, el protagonista acabará involucrado en un enfrentamiento con unos contrabandistas de sal, a los cuales se enfrentará con un estilo de lucha novedosa que involucra el lanzamiento de largos clavos con una precisión asombrosa.
Los escuetos datos disponibles sobre la cinta ya empiezan a mostrarse dudosos en cuanto intenta averiguar el año en que se realizó y estrenó la misma. Algunas fuentes afirman que la película se estrenó por primera vez a nivel mundial en 1974,  mientras que la IMDB, por otro lado, indica que esta llegó a los cines en 1976 en su país de orígen y en cines grindhouse en los Estados Unidos. En cualquier caso, datos que parecen fiables sitúan la fecha de estreno en España en un 27 de octubre del año 1975. La película no consta en la base de datos de películas calificadas del Ministerio de Cultura y, sin embargo, esos mismos datos indican que, al menos en Madrid, el film estuvo en cartel en los cines Gayarre, Infantas, Apolo, Granda, Bahía y Sainz de Baranda  y que fue distribuida en dichos cines por la empresa Dicinsa (aunque según tengo entendido, la base de datos del Ministerio tiene cierta falta de precisión cuando se trata de películas que únicamente tuvieron salida comercial en cines de barrio).
En cualquier caso, tanto en nuestro país como en el extranjero la película tuvo un recorrido más largo en el mercado del VHS. En España existieron al menos dos ediciones de Kung-Fu Sangriento distribuidas respectivamente por Video System y por Producciones Video Scope. Por otro lado, en America y el mundo anglosajón, el número de ediciones se dispara en conjunción con el número de títulos diferentes con los que se conoce la cinta. Needles of Death; The Needle Avenger; Dragon, Tiger and Phoenix o Dragon vs. Needles of Death son algunos  de estos, pertenecientes en su mayoría a ediciones que huelen a piratería fina. Aunque, sin duda alguna, mi favorito es el título con el cual se distribuyó la peli en Italia: Era più violento e pìu implacabile di Bruce Lee (o dicho en otras palabras, "Era más violento e implacable que Bruce Lee").
A pesar de existir todo este batiburrillo de ediciones, la única copia localizable en eMule y colgada en YouTube pertenece a un remontaje de las versiones del VHS española y americana, un ripeo podridísimo en el que faltan cachos del doblaje español, el sonido desaparece por momentos y que, para más inri, es invadido completamente por las rayas y la estática en el momento en que las tetas y los desnudos femeninos aparecen en pantalla (ay, pillines...). No se condiciones recomendables para visionar una película, pero creedme pequeños que no se merece nada mejor de ninguna manera.
Porque, ya hablando de la peli en sí, esta es un coñazo insoportable, cutre a más no poder, con unas coreografías de mierda en las que los actores o están semiestáticos o mueven las extremidades como oligofrénicos, efectos sonoros montados con retardo y un montaje de mierda en el que se ve claramente, entre otras cosas, que los puñetazos pasan a medio metro de los actores y que los clavos ya están incrustados en los cuerpos de estos antes de ser lanzados por el protagonista. Y en cuanto a lo de sangriento...pues tampoco es que se prodigue excesivamente en lo violento.
Atroz. Espantosa. Dura hora y media y aguanté prestando mi atención hasta el minuto 50, momento a partir del cual la tuve de fondo mientras hacía mis quehaceres cotidianos.
No da más de sí para un comentario pero por lo menos queda como muestra de una más de esas películas ignotas que si no fuera por esos buenos samaritanos que las suben a Internet desaparecerían prácticamente de los registros históricos. A las pruebas me remito de lo chungo que ha resultado encontrar datos de la misma.
Por cierto, la dejo aquí abajo enlazada por si alguno tiene cojones de ponérsela entera y tratar de aguantar el visionado completo.


lunes, 20 de noviembre de 2017

ENCUENTROS EN EL MÁS ALLÁ de Sammo Hung Kan Bo


Título: Encuentros en el más allá (Gui da Gui)
Director: Sammo Hung Kam Bo
Año: 1980
Guión: Sammo Hung Kam Bo, Huang Ying
Intérpretes: Sammo Hung Kam Bo (Cheung el Valiente), Chung Fat (Sacerdote Tsui), Chan Lung (Sacerdote Chin Hoy), Huang Ha (Jefe Tam), Leung Suet-Mei (Esposa de Cheung), Yuen Biao (Vampiro)

Una de las películas de kung-fu dirigida por el grande entre grandes y gordo entre gordos Sammo Hung pertenecientes a la década de los 80, cuando el cine de kung-fu estaba en pleno apogeo y películas como Los Supercamorristas, La Mantis maldita o la cojonudísima Protección a un ser menor vieron la luz para quedarse para siempre como algunos de los mejores ejemplos del género. Encuentros en el más allá es, además, precursora de no uno, sino dos subgéneros del cine de kung-fu, el que mezclaba la comedia de artes marciales con elementos terroríficos y el subgénero de vampiros chinos, del cual se harían un buen puñado en años posteriores.
La peli nos cuenta la historia de Cheung, un chino que trabaja como chofer llevando a ricos a encuentros amorosos con trabajadoras del placer y que, además, se jacta de ser tan valiente que no se deja asustar por fantasma alguno. Cheung tiene una esposa, la cual le pone vilmente los cuernos con uno de estos hombres de dinero. Entre ellos dos contratan a un sacerdote capaz de resucitar a los muertos para quitarse de encima al marido cornudo dándole un susto mortal. Sin embargo, cuando el hermano del sacerdote se entera de este complot las cosas acabarán torciéndose para disgusto de Cheung, que verá puesto su valor a prueba.
Los vampiros chinos no son los mismos que conocemos aquí en Occidente, ni se rigen por sus mismas normas. En lugar de ser no muertos que no pueden ver la luz del sol y mueren si se les clava una estaca en el corazón se tratan de cadáveres reanimados y controlados mediante magia negra que si que, al igual que sus equivalentes occidentales, succionan la sangre de sus víctimas. El primer acierto de la peli es que todo este trasfondo de rituales y tradiciones chinas no se convierta en un escollo sino que, por el contrario, no complique demasiado la trama, que por otro lado, se centra más en hacer comedia que en ahondar en el terror. Y es en este aspecto donde más gana, porque yo, personalmente, prefiero mil veces más este tipo de cintas en lugar de los clásicos más serios y mejor valorados por la crítica (tipo Las 36 cámaras de Shaolin o Los 18 hombres de bronce), las moderneces (tipo Tigre y Dragón o La Casa de las dagas voladoras) o las pelis de espadachines (el mítico género Wuxia). Y en este terreno Sammo Hung y Jackie Chan eran los reyes indiscutibles.
La peli está llena de chistes políticamente incorrectos (recalcando especialmente ese final que sería imposible que fuera rodado hoy día sin que arrastrara polémica) intercalados con grandes coreografías de kung-fu como era la costumbre en este tipo de productos (a destacar la pelea de Sammo Hung con su propia mano hechizada por el sacerdote antagonista, que recuerda inevitablemente a la escena de la mano poseída del Terroríficamente muertos de Sam Raimi, o el espectacular duelo final). Y es que si juntamos todo esto, uno no puede menos que entretenerse muchísimo y acabar el visionado con una sonrisa. Películas de artes marciales que no hacen daño a nadie y de las que ya es casi imposible que se vuelva a hacer algo parecido. Casi imposible ya que las cintas de este género busquen el mero entretenimiento en lugar de intentar ser sesudas o mostrar referencias para mostrar lo puesto que está el director en la materia.
Acompañando a Sammo tenemos a un buen puñado de actores secundarios habituales de las chorrocientas cintas de artes marciales que se rodaron entre los 70 y los 90 (si alguno de los chinos que aparecen le suenan de alguna otra peli, probablemente esté en lo cierto) y , junto a estos, sorprende a uno el ver que el vampiro chino contra el que Sammo Hung lucha en un par de ocasiones es nada más y nada menos que Yuen Biao, el tercero de Los Supercamorristas junto a Sammo y Jackie Chan, que tanto colaboró antes y después con estos pedazo de artistas marciales y que, a pesar de no ser tan conocido como los susodichos, estaba a su misma altura en cuanto a técnica e incluso se puede decir que en algunos papeles llegó a superar a sus compañeros. Desde aquí, rompo una lanza, por insignificante que sea, a favor de Yuen Biao. Hay que reivindicar siempre que se pueda a estas figuras que, desgraciadamente, jamás llegaron al mainstream.
Aquí a España la peli llegó directamente en VHS (distribuida por Manga Films) y, con los años, acabó siendo también lanzada en DVD en al menos dos ocasiones: la primera, una edición bastante costrosa hecha a partir de un transfer del VHS y distribuida también por manga; y la segunda, una versión remasterizada de dos discos distribuida por Selecta Vision la cual, si algún día la encuentro de segunda mano, se acabará viniendo conmigo a casa.

Estas pelis no suelen dar mucho de sí a la hora de comentarlas, pero me gusta comentar alguna de vez en cuando y mostrar este género en todo su esplendor a aquellos que no lo conocen. Porque cuando dan en el clavo estas pelis son de las que siempre entretienen y nunca decepcionan.


martes, 26 de septiembre de 2017

GACY: EL PAYASO ASESINO de Clive Saunders


Título: Gacy: el payaso asesino (Gacy)
Director: Clive Saunders
Año: 2003
Guión: Clive Saunders
Intérpretes: Mark Holton (John Wayne Gacy), Charlie Weber (Tom Kovacs), Joleen Lutz (Karen Gacy), Edith Jefferson (madre de Gacy), Tom Waldman (Hal), Adam Baldwin (John Gacy Sr.)

El aluvión de Óscars que recibió El Silencio de los Corderos hizo que la industria fuera consciente de una realidad: los psychokillers interesan a la gente, y mucho. Y no me refiero a los Jason Vorhees, Caracueros y Michael Myers de la vida, sino a esos monstruos camuflados de seres humanos que se esconden entre nuestra sociedad desde que el mundo es mundo. Yo personalmente encuentro en este un tema fascinante desde la perspectiva de intentar entender como es posible que la mente de una persona pueda torcerse de formas tan grotescas como las que se han podido ver en nuestro pasado (no en vano intento hacerme con todo lo que se haya escrito con un mínimo de criterio sobre este). Dicho esto, cualquiera que se haya metido aunque sea un poco en el tema de los psychokillers se habrá dado cuenta de que tanto los personajes de Hannibal Lecter como de Buffalo Bill no son sino un compendio de las personalidades de varios asesinos en serie de la vida real. Y teniendo las vidas y obras de estos a disposición de cualquiera, ¿para que intentar inventarse algo nuevo? Precedentes a este "subgénero", si se puede llamar así, del cine de terror/ thriller  hay unos cuantos, desde M, el vampiro de Dusseldorf de Fritz Lang hasta Henry: retrato de un asesino, pasando por El estrangulador de Boston de Richard Fleischer. Pero sin duda, los 90 y, sobre todo, la primera década de los 2000 fueron campo abonado para productos de este tipo. Así, tras El Silencio de los Corderos tuvimos, entre otras, Ed Gein (2000); Ted Bundy (2002); Dahmer, el carnicero de Milwaukee (2002); la oscarizada Monster (2003); los dos biopics realizados sobre Andrej "Chikatilo" Romanevich, Ciudadano X (1995, muy buena , por cierto) y Evilenko (2003) y así hasta productos tan recientes como el Zodiac de David Fincher (2007), Caza al asesino (2013) con Nicolas Cage o el biopic del asesino de Green River que está preparando Michael Sheen en estos momentos. Y entro todas estas, y creada directamente para el mercado del video doméstico, tenemos Gacy: el payaso asesino.

Lo que parece en un principio que va a ser un biopic completo de la vida de Gacy se transforma a los pocos minutos en otra cosa, una especie de vistazo a la trastienda de la vida de este que se asemeja más a una película "artie" que a un biopic, un producto de terror o a un thriller psicológico. Así vemos a Gacy trabajando, yendo de cruising, vemos su tormentosa vida familiar, su bipolaridad de cara a sus convecinos y compañeros y, finalmente (aunque la película ignora casi la totalidad de todo aspecto criminal de Gacy y de la investigación policial que llevó a su captura), algunos de los asesinatos que este cometió. La consecuencia de esto es que la película es un soberano coñazo capaz de aburrir a cualquiera a pesar de durar apenas 90 minutos.

Todo ello se redondea con un infame plantel de actores en el que la interpretación de Gacy efectuada por Mark Holton (Chubby en Teen Wolf y el gordo retrasado de Leprechaun)  y el cameo de Adam Baldwin interpretando al padre de este son lo único que se salva por los pelos de la quema. 
El director de la cinta es un tal Clive Saunders, que tiene en Gacy su único largometraje y contribución al audiovisual más allá de unos cuantos cortometrajes que promociona en su página web personal. El proyecto corrió, además, a cargo de la productora Peninsula Films, la cual había producido el año anterior Dahmer, el carnicero de Milwaukee (la cual sí se estrenó en cines en USA), y que tras Gacy no volvería a probar suerte en el terreno de los psychokillers, manteniéndose activa apenas tres años más tras la realización de la misma.

A España la película llegó directamente en DVD de la mano de Manga Films y fue una de tantas de estas películas que ya he mencionado antes (Ted Bundy, Ed Gein, Dahmer, etc) que vi en su momento en la sección de terror del videoclub y nunca alquilé, entre otras cosas porque tendría unos 10 añitos y mis padres no me iban a dejarlas ver ni de puta broma. Años después y gracias al poder del eMule las tengo todas a mi disposición y, sospecho, que la experiencia de verlas todas va a ser aún más decepcionante que lo que ha resultado ser el visionado de Gacy.

En cuanto al personaje real que inspiró el largometraje, nunca sabremos hasta que punto llegó a ser una inspiración para el It de Stephen King y tantos productos con payasos asesinos que vieron la luz tras la captura y encarcelamiento del asesino. Lo que sí conocemos son las otras películas posteriores a Gacy que encontraron su inspiración en el personaje, como pueden ser Dear Mr. Gacy (con William Forsythe interpretando al payaso asesino), 8213: Gacy House (un found-footage producido por la infame compañía The Asylum en la que un grupo de documentalistas se encuentran con los espíritus de Gacy y sus víctimas al colarse por la noche en la casa de este) y, lo más infecto, Dahmer vs Gacy una cinta amateur en la que un grupo de científicos resucitan a Jeffrey Dahmer y a John Wayne Gacy para intentar crear, juntando el ADN de ambos, al psychokiller definitivo. Tremendo. Y seguro que en años venideros, el personaje dará mucho más de sí. Atentos a mis palabras.


miércoles, 16 de agosto de 2017

INTRÉPIDOS PUNKS de Francisco Guerrero


Título: Intrépidos Punks
Director: Francisco Guerrero
Año: 1980
Guión: Roberto Marroquín y Ulises Pérez Aguirre
Intérpretes: El Fantasma (Tarzán), Princesa Lea (Fiera), Juan Valentín, Juan Gallardo

Un grupo de punks atraca un banco. Con el botín obtenido del golpe compran un alijo de armas a un mafioso, equipamiento que posteriormente utilizan para liberar a su líder de la cárcel y comenzar una campaña de violencia y saqueo por las carreteras de México. Por otro lado, un par de policías inquebrantables son puestos al mando de una operación contra el narcotráfico. Los caminos de ambos grupos se cruzarán llegado el momento, enfrentando a ambos bandos.

Con esta sinopsis que perfectamente podría caber en la cara de una servilleta se nos presenta Intrépidos Punks, considerada por muchos como una de las obras pioneras del cine psicotrónico mexicano (que no es sino una palabra chanante acuñada para definir al cine de serie Z y exploitation facturado en dicha nación) y, a día de hoy, como una auténtica obra de culto venerada y reverenciada desde su lanzamiento en VHS allá por los años 80 por los consumidores de este tipo de subproductos (aunque, por lo que he podido averiguar, parece que en su momento llegó a estrenarse en cines) hasta el punto de que generó, en 1987, una secuela bajo el título de La Venganza de los punks.  El mínimo argumento presentado, que se desploma según avanza la película a través de constantes incoherencias narrativas, no es sino una excusa para mostrarnos a la banda de moteros protagonistas llevando todo tipo de barbaridades con viandantes inocentes (tales como secuestrar a un grupo de mujeres y cortarle una mano a una de ellas, prender fuego a un pobre cliente de una gasolinera o masacrar a un grupo de mineros currelas para robarles el sueldo), intercalando estas escenas con frecuentes momentos de desnudos gratuitos (incluyendo un momento mítico en el que los punks violan a un grupo de chicas a la vez que, en la misma habitación y mientras se está llevando a cabo el vil acto, otros integrantes de la banda tocan una ruidosa canción a toda tralla con sus guitarras y baterías) y secuencias de los punks recorriendo las carreteras alargadas hasta la extenuación, todo ello con la única intención de rellenar todo el metraje posible. ¡Y qué decir de los punks!, una panda de individuos a cada cual más feo y desagradable y de tías rellenas de silicona con unas indumentarias y unos maquillajes dignos de una copia bastarda de Mad Max y que se asemejan a la estética punk más "mainstreamizada" lo mismo que un huevo a una castaña.
A pesar de que, como he mencionado, es un pedazo de cine exploitation bastante reconocido en su país, escasa información existe en la red en lo que concierne a sus realizadores y al elenco de la película. Entre los componentes de este último destacan por encima del resto los líderes de la banda, el negro Tarzán, encarnado por El Fantasma, un luchador mexicano (razón por la cual  no vemos su rostro descubierto en ningún momento de la película y por la que nos deleita en un par de momentos estelares con algunos movimientos de wrestler); y Fiera, interpretada por la también vedette Princesa Lea. El dúo de policías protagonista está encarnado por los actores Juan Gallardo (participante en más de una centena de películas de todo tipo y calibre) y Juan Valentín (cuya carrera cinematográfica supera también la cifra de los 100 títulos y que es, también, un afamado cantante de rancheras con más de 40 discos lanzados hasta la fecha). Entre la maraña de nombres de secundarios, y tras una metódica a la par que infructuosa búsqueda, he podido extraer dos nombres reseñables: el de Rosita Bouchot (consagrada actriz de telenovelas que aquí interpreta a una punky con unas telarañas tatuadas en la cara) y Ana Luisa Peluffo,veterana actriz que saltó a la fama por ser la protagonista del primer desnudo femenino de la historia del cine mexicano y cuyo papel no consigo identificar claramente en la película (aunque me atrevería a decir que se trata de una de las mujeres secuestradas por los punks al comienzo de la cinta).
El incompetente a cargo de la dirección (que tira de los peores y más rudimentarios recursos del cine más casero) fue un debutante Francisco Guerrero, cuya carrera a posteriori se prolongó por casi una treintena de películas de todo tipo de géneros (incluyendo por supuesto el tan explotado mercado del cine low-cost directo a Vídeo/DVD), algunas de ellas con títulos tan sugerentes como Bancazo en Los Mochis o Trágico terremoto en México.

La película es una puta mierda por si cabe alguna duda, pero la estética, las pintas de sus protagonistas, los descojonantes dialogos e interpretaciones y los escasos pero existentes méritos que la película tiene (como esos títulos de créditos escritos con spray en una pared que son toda una lección de como solventar la falta de medios o el pegadizo tema musical del grupo Three Souls in my mind que es repetido constantemente a lo largo de la cinta) son tan bizarros que al final acaba siendo hasta divertida. Idónea para ver en una sesión de cine con colegas y partirte el culo a gusto.

PD: Antes de marcharme os dejo, junto al trailer, el tema musical completo en su versión de estudio y la película completa e íntegra disponible en Youtube.






sábado, 12 de agosto de 2017

LOS HIJOS DEL TOPO 1: CAÍN de Alejandro Jodorowsky y José Ladrönn



Título: Los Hijos del Topo 1- Caín 
Editorial española: Reservoir Books
Publicado originalmente como: Les Fils D'el Topo: Caïn [Glénat]
Guión: Alejandro Jodorowsky
Dibujo: José Ladrönn
Entintado: José Ladrönn
Color: José Ladrönn
Portadista: José Ladrönn

Alejandro Jodorowsky es uno de esos personajes con los que vivo en una lucha interior constante a la hora de valorarle como artista y como persona. En su faceta de cineasta le encuentro extremadamente aburrido pero un maestro a la hora de crear estéticas rompedoras. En su faceta de gurú y "psicomago" me parece poco menos que un cantamañanas y un estafador digno del más sucio presidio que el mundo se pudiera permitir. Soy un gran fan de su discípulo, el danés Nicholas Winding Refn. Repudio completamente sus ataques contra el cine americano y la industria de Hollywood, dardos envenenados que no son sino pataletas propias de un niño pequeño contra un colectivo que se negó en redondo a lanzarse a un proyecto millonario destinado al fracaso  comercial como fue su fallida adaptación del Dune de Frank Herbert, una de esas películas nunca realizadas que resultan fascinantes en todos los sentidos, más aún si son , como iba a ser esta, los desvaríos de un loco (aunque todo esto está contado magistralmente en el genial documental Jodorowsky's Dune).

Y fue precisamente gracias a esta gran decepción como cineasta que se lanzó de cabeza a una carrera como guionista de cómics que resultó verdaderamente prolífica. En su primera obra importante, El Incal, volcó todo las ideas que había tenido para Dune, logrando un auténtico derroche de imaginación dibujado de cojones de bien por una auténtica leyenda del cómic como fue el ya fallecido Jean Giraud aka Moebius, pero que leído a día de hoy resulta un tebeo que muestra por todas partes un tono de "amateurismo" y de ser una obra firmada por un principiante que se acaba de iniciar en el mundo del cómic. Aun así una digna obra que quizá ha sido encumbrada más de lo que se merece por un fandom demasiado generoso o demasiado gilipollas. A partir de aquí, un no parar de secuelas (Antes del Incal y Final Incal con los dibujantes Zoran Janjetov y José Ladrönn respectivamente); spin-offs como La Casta de los Metabarones (una magnífica epopeya sci-fi digna de ser llamada obra maestra y dibujada por un dios del lapicero como es el argentino Juan Giménez) o Los Tecnopadres (un coñazo que tuve que abandonar a la mitad de lo insoportable que era) y obras independientes del universo de El Incal como son Los Borgia (una sátira pornográfica de la iglesia católica dibujada por el maestro del erotismo Milo Manara), Bouncer (un western con todas sus letras y, en mi opinión, el cómic más redondo del autor hasta la fecha) o el desvarío metafísico que publicó con el título de El Lama Blanco.
El Topo encarado a su primogénito en las páginas iniciales del tomo

Una carrera muy extensa que últimamente se ha reducido en gran medida (no nos olvidemos de que el chileno tiene ya casi 90 años). Y sin embargo ahí sigue al pie del cañón , cuidando el prestigio conseguido con sus shows de tarot y de psicomagia, sacando películas cuando puede (o más bien cuando consigue engañar a algún productor para que se las financie) y publicando tebeos, manteniendo actualmente dos series de novelas gráficas en activo: por un lado, la secuela de La Casta de los Metabarones (escrita a cuatro manos junto al americano Jerry Frisen) y, por fin, el tebeo por el cual he escrito toda este coñazo de introducción, Los Hijos del Topo.

El Topo es, sin duda alguna, la película más importante de la carrera de Jodorowsky. Un "western psicodélico" dirigido, protagonizado y guionizado por el susodicho que supuso en su momento toda una bofetada a la industria del cine latinoamericano cuando, tras ser rechazada para su exhibición en México, fue estrenada en Estados Unidos en pases de medianoche en el histórico cine Elgin (donde también se proyectaban otras obras marginales como Cabeza Borradora de David Lynch o la sucia Pink Flamingos de John Waters), cosechando todo un éxito y convirtiéndose,con el tiempo, en una película de culto. Y como toda obra de estas características que se precie, mucho se tenían que haber torcido las cosas para que su creador no intentara volver a intentar llamar la atención intentando aprovechar el tirón de su mayor éxito. Asi, a mediados de los 90,cuando ya había pasado por el desastre de Dune y estaba en pleno proceso de enfrentamiento con Hollywood, intentó sacar adelante el proyecto fílmico que sería Los Hijos del Topo. Una vez más, el fracaso llamó de nuevo a la puerta de Jodorowsky negándole de nuevo la financiación y manteniendo la película durante casi 20 años en dique seco. A día de hoy, parece que por fin las campanas han sonado y que el film verá por fin la luz próximamente. Entre tanto, y como una especie de regalo para los fans, el chileno ha publicado este tebeo, que viene a ser el primero de una saga que nos relatará en formato de BD la trama de esta tardía secuela.
Este volúmen arranca directamente en el final de El Topo, donde el susodicho, tras haberse convertido en un hombre santo y haber dado a luz a sus dos hijos se suicida prendiéndose fuego a lo bonzo, no sin antes marcar la frente de su primogénito, Caín, con una maldición: todo aquel que lo mire o dé cuenta al mundo de la existencia de este morirá. Años después, la tumba del Topo es un oasis al cual acuden en peregrinación fieles de todo el mundo, Caín es un paria, un marginado que se gana la vida como un bandido y Abel, el segundo hijo del Topo, vive con su madre dirigiendo un espectáculo ambulante de titiriteros. Será la muerte de esta última la que conducirá a la reunión de los dos vástagos del hombre santo, pues el segundo requerirá de las habilidades mortales del primero para transportar el cadáver de su madre a través de los peligros del desierto y enterrarla junto a su difunto esposo.

Tres veces me he enfrentado al visionado de El Topo y, por ello, me considerado lo suficientemente curado de espanto como para afirmar que esta es, sin dudarlo, un coñazo soberano, surrealista hasta lo incomprensible en muchos momentos. Los Hijos del Topo bebe en todos los sentidos de la mítica película, ya sea en la estética de los personajes, los detalles del universo presentado, el hermetismo de los diálogos o el profundo aturdimiento que provocan algunas situaciones planteadas, hasta el punto de que, en más de un momento, uno no sabe que coño esta pasando delante suya por más que lo lea y relea. Esto se puede considerar por un lado algo honesto por parte de Jodorowsky (en ningún momento traiciona el tono y estilo de su obra magna) pero, por otro, todo un error por parte del chileno.
Sintetizando, el tebeo tienes dos grandes problemas: la estructuración y el ritmo narrativo que presenta.
La tumba del Topo: La Meca particular de Jodorowsky para los habitantes de su mundo

Desde el primer momento se presentó este cómic como una traslación literal del guión que Jodo tenía pensado para la película. De esta manera, y para que la experiencia sea lo más cinematográfica posible, el autor parte la página en tres franjas de viñetas, estructura que repite sin excepción a lo largo de toda la extensión del tebeo. El resultado es que parece que uno está leyendo un storyboard al que le han colocado rótulos con diálogos encima, una experiencia que resulta muy aburrida, reiterativa, poco imaginativa (sobre todo para alguien tan dado a lo experimental como Jodorowsky) y que, sobre todo, lastra a un tebeo que podía haber sido una auténtica locura convirtiéndole en una pesadez. Y es que ya lo dijo el sabio, que "una cosa es una cosa y otra muy distinta es otra", pues algo que cualquier guionista de cómics que se precie sabe (Jodo incluído si uno atiende a sus obras pasadas), es que el cine y el tebeo son dos medios de expresión distintos y que, tratar de incorporar los ritmos y normas de un universo artístico al otro es todo un error, por muy experimentado que uno sea en la materia. A esto hay que añadir que un cuarto del tebeo relata los últimos compases de El Topo y que, para cuando la acción arranca, el volúmen termina, dejando al lector a medio gas y con la miel en los labios dispuesto a que la historia se ponga las pilas después de páginas y páginas de sopor, todo un defecto para alguien que nos dio toda una lección de ritmo narrativo en cada número de La Casta de los Metabarones y que, en un sólo volúmen de El Incal, fue capaz de contar un centenar de cosas y presentar una miríada de conceptos.

La idea general con la que uno se queda es que más que otra genialidad salida de las tripas del chileno, esto parece una forma de explotar un concepto muy esperado por sus fans en lo que ve si saca adelante o no el formato para el cual fue pensado: la famosa a la par que infame secuela cinematográfica.

A pesar de ello y como es costumbre (porque otra cosa no, pero el prestigio de Jodorowsky le ha permitido siempre trabajar con auténticos monstruos de la ilustración) , el trabajo gráfico del tebeo es sobresaliente. El responsable es el mexicano José Ladrönn, un artista que ha trabajado para las dos grandes editoriales de cómics americanos como portadista de tebeos como Batman, All-Star Western o Cable, cabecera para la cual desarrolló además los lápices de las páginas interiores durante más de una veintena de números allá por los 90. Adicionalmente cuenta con algún que otro trabajo de prestigio, como la miniserie de Los Inhumanos guionizada por el español Carlos Pacheco o, como se ha comentado previamente, el dibujo de Final Incal. Desde luego se puede decir que es un autor que tiene pillado el pulso a Jodorowsky y que puede hacerle de comparsa sin problemas, captando perfectamente las expresiones de los personajes y la estética de las películas de Jodorowsky, utilizando para ello una paleta de colores tan propia del género western que parece que uno se va a manchar de polvo del desierto en cualquier momento.

En resúmen, una obra muy esperada del cómic europeo se convierte en una lectura digna para intercalar con la contemplación del crecimiento de las plantas del campo y en toda una decepción para un servidor, tan adorador como detractor de la obra del chileno. Gracias a Dios que no se me ocurrió la genial idea de comprarlo y que en su lugar tiré del depósito de las bibliotecas públicas. Que el señor las bendiga..

sábado, 5 de agosto de 2017

Dobles programas bizarros (V): UNDERWORLD de Len Wiseman + UNDERWORLD: EVOLUTION de Len Wiseman


Título: Underworld
Director: Len Wiseman
Año: 2003
Guión: Danny McBride
Intérpretes: Kate Beckinsale (Selene); Scott Speedman (Michael Corvin), Bill Nighy (Viktor), Michael Sheen (Lucian), Shane Brolly (Kraven), Kevin Grievoux (Raze)

De todas las sagas de acción con monstruitos y criaturas varias que nacieron a finales de los 90 y principios de los 2000, posiblemente mi preferida sea la saga de Underworld. No sé si será por los vampiros, por los hombres lobo, porque es la única que me llevó al cine en algún momento o porque me pilló en mis efervescentes 12 añitos cuando estaba en su plenitud. En cualquier caso llevaba como cinco o seis años sin verme ninguna película de la saga (y eso que me quedé en la tercera la última vez) y ya tocaba pegarle un repaso para ver que tal ha envejecido, si sigue siendo tan entretenida y todas esas cosas. Así que empecemos por el principio de todo.
Underworld nos presenta un mundo en el que los vampiros y los licántropos no sólo existen sino que llevan cientos de años enfrentados entre sí en una guerra sin cuartel. En la Hungría actual, los hombres lobo viven reducidos a refugios en las alcantarillas y viven como alimañas mientras los vampiros se dedican a un estilo de vida hedonista congregados en grandes mansiones. Todo cambiará cuando Selene, una de las guerreras vampiras mas habilidosas, descubra que un humano, aparentemente relacionado con una antigua leyenda vampírica, está siendo perseguido por los licántropos, quienes creen que puede ser la clave para inclinar la balanza de la guerra hacia uno u otro bando y acabar con esta de una vez por todas.

Hay quien dice que la saga entera está plagiada prácticamente en su totalidad de los juegos de rol de Vampiro: La Mascarada y demás, pero como yo no tengo ni puta idea de esas mierdas no me cortaré en decir que me gusta la mitología planteada por la película y, sobre todo, me gusta la estética tan de aquellos años, con su cuero negro, su bullet-time y sus tiroteos imposibles, todo ello rodado en una fotografía de tonos fríos, grises y azules principalmente, que resalta aun más toda la frialdad y la artificialidad de ese mundo nocturno fantástico.
Si bien todo lo que es el empaque, el universo presentado, está bien fundamentado, la trama desarrollada viene a ser bastante predecible a pesar de los dos o tres giros de guión que tiene, e incluso peca a veces de depender de detalles que plantean pero no terminan de resolver, como si ya desde un primer momento estuvieran pensando en una saga de varias películas y en una trama a desarrollar a largo plazo, algo que para una película cuya secuela no está garantizada desde un primer es un ERROR, tenga o no sentido todo ello tras unas cuantas entregas. Aun así, como en estos casos lo que prima es que la estética mole y la acción no esté mal rodada (en este caso, ni el montaje es tan videoclipero como en otras pelis similares, ni el bullet-time tan molesto y casi todas las escenas de acción se pueden visualizar sin volverte loco intentando ver lo que pasa, así que se le puede dar un aprobado sin problemas), pues el que la trama desarrollada sea más o menos simple como que da un poco igual.

Protagoniza la película la guapísima Kate Beckinsale que, a pesar de haber trabajado también con Scorsese, Michael Bay y unos cuantos directores de renombre más, tiene en la saga Underworld el que es, sin duda alguna, el papel que ha marcado su carrera y por el cual va a ser recordado en el futuro. Es sexy, se mueve con soltura en las peleas, tiene un puntillo descarado incluso y las lentillas azules y los colmillos le sientan de puta madre asi que, por mi parte, ningún problema con ella. El co-protagonista es Scott Speedman, un señor sosísimo que también tiene en esta película el papel de su vida, pero en esta ocasión, porque no ha rodado nada más que merezca la pena reseñar. Como líder de los licántropos, uno de los personajes más carismáticos y más empáticos de toda la saga, tenemos a Michael Sheen (que no tiene nada que ver con Martin Sheen o el drogadicto de su hijo Charlie), ex pareja de la señorita Beckinsale y un actor que años después de hacer Underworld ganó un prestigio que te cagas con su participación en La Reina (el biopic de Isabel II con Helen Mirren) y en El Desafío: Frost contra Nixon, con una nominación a los BAFTA incluida, pero que en el momento de hacer esta peli era más bien desconocidillo. Por otro lado, Viktor, señor de los vampiros está interpretado por un especialista en papeles grimosos, el británico Bill Nighy, conocido por hacer de rockero viejo en Love Actually, por su papel de Davy Jones en la saga Piratas del Caribe y por sus cameos en las pelis de Edward Wright. El resto del plantel está compuesto por mediocres y completos desconocidos, muchos de ellos procedentes de Europa del Este, entre los que destaca como curiosidad  el cameo de Wentworth Miller, protagonista de Prison Break y el Capitán Frío en The Flash, Arrow y demás series de superhéroes de la CW.
Dirige toda la fiesta Len Wiseman, el señor por el cual Kate Beckinsale dejó a Martin Sheen hasta el año 2015 en el cual le pidió el divorcio. Un hombre cuya filmografía se compone básicamente de las dos primeras entregas de la saga Underworld y de dos putas mierdas como son La Jungla 4.0 y el remake de 2012 de Desafío Total. Un auténtico currela, impersonal hasta decir basta, lo cual lo excusa bastante en lo que respecta al resultado final de sus películas, y actualmente productor tanto de las nuevas entregas de Underworld como de diversas series de TV. Sin duda alguna, el otro pilar fundamental de la saga aparte de la señorita Beckinsale.
En líneas generales Underworld es una película que en su momento me gustó mucho (aunque claro está, tenía 12 añitos cuando la vi por primera vez) y que hoy día me entretiene pero no me dice gran cosa más. Ni de lejos es tan impresionante y adrenalínica como la recordaba. La película fue, en su momento, un éxito sorpresa ya que, partiendo de un presupuesto de 22 millones de dólares consiguió recaudar casi 96, lo que le aseguró a la misma su continuidad en toda una serie de secuelas, la primera de las cuales fue…





Título: Underworld: Evolution
Director: Len Wiseman
Año: 2006
Guión: Danny McBride
Intérpretes: Kate Beckinsale (Selene), Scott Speedman (Michael Corvin), Tony Curran (Marcus Corvinus), Derek Jacobi (Alexander Corvinus), Steven Mackintosh (Andreas Tanis)

Underworld: Evolution. Primera secuela en la que repiten Wiseman, Beckinsale y Speedman y en la que prácticamente nada cambia en lo referente a la estética, la dirección y las interpretaciones de los actores. Y sin embargo mi favorita de la saga por el momento ¿Por qué? Simple, porque se centran más en la mitología planteada para el universo de la saga, es un no parar de escenas de acción bastante mejor planificadas que las de la primera entrega y tiene como villanos a un puto licántropo albino inmenso y a un señor de los vampiros, con sus alas de murciélago y todo, curradísimos con un maquillaje de puta madre.

La película es una continuación directa de la primera parte y nos presenta a los protagonistas, Selene y Michael, huyendo de los restantes vampiros y licántropos por igual. Sin embargo, sus acciones en la anterior peli provocaron indirectamente el despertar de Marcus Corvinus, el primer vampiro quién también se lanzará en persecución de la feliz pareja, pues aunque estos no lo sepan, tienen la clave para despertar de su encarcelamiento eterno a William Corvinus, el primer licántropo y hermano de Marcus, pieza fundamental de un plan del susodicho chupasangre para lograr el dominio sobre ambas razas de seres nocturnos.
La verdad es que es una peli de la que no se puede decir gran cosa, menos aún después de haber comentado la que le precedió. No ofrece prácticamente nada nuevo salvo la continuación de la trama iniciada y la presentación de nuevos personajes, y mantiene todos los elementos de fotografía y estética de la primera entrega, mejorando eso sí cosillas tales como el CGI utilizado y la realización de las escenas de acción. Claro que también contó con un presupuesto bastante mayor que el de su predecesora, casi 45 millones de dólares que rentabilizaron de sobra con una recaudación de algo más de 113 millones.
Entre las nuevas incorporaciones al plantel de actores tenemos como Marcus Corvinus a Tony Curran, actor irlandés que , al margen de un papel secundario en Blade II y su interpretación como el hombre invisible en La Liga de los hombres extraordinarios, no ha hecho nada que merezca la pena destacar. El británico Steven Mackintosh encarna al historiador y cronista de los clanes vampíricos Andreas Tanis y, junto a todos estos mediocres, encontramos la participación estelar de un grande, el shakespeariano Sir Derek Jacobi, al que habréis podido en decenas de producciones de diversa índole, desde series B hasta pelis de prestigio, y al que recuerdo especialmente por sus papeles de Graco en Gladiator y del emperador Claudio en la adaptación televisiva del Yo, Claudio de Robert Graves por el que obtuvo un merecidísimo premio BAFTA a Mejor Actor.

Y ya está, no hay más que decir. La verdad es que en este tipo de sagas en las que se adhieren a una fórmula estética que funciona no suele haber gran cosa que destacar salvo cuando se convierten en una puta mierda. Eso y que, por otro lado, la preferencia de unas entregas sobre otras suele ser puramente subjetiva y complicado de argumentar salvo con la clásica pregunta “¿Qué tiene esta que no tengan las demás?”. Al menos así lo veo yo. La próxima vez que afronte esta saga revisionaré la tercera entrega y precuela de todas las demás películas, Underworld: La Rebelión de los licántropos, y afrontaré por primera vez el visionado de la cuarta parte. Cuídense hasta entonces…


miércoles, 12 de julio de 2017

ILSA, LA LOBA DE LAS SS de Don Edmonds


Título: Ilsa, la loba de las SS (Ilsa, She Wolf of the SS)
Director: Don Edmonds
Guión: Jonah Royston
Año: 1975
Intérpretes: Dyanne Thorne (Ilsa), Gregory Knoph (Wolfe), Tony Mumolo (Mario), Jo Jo Deville (Ingrid), Nicole Ridell (Kata)


La película más reconocida dentro de aquello que se dio a conocer como Naziexploitation (ahora tomado, como tantas otras exploitation antes tratadas con relativa seriedad, como un cachondeo gracias a comedietas de segunda como Dead Snow o Iron Sky), Ilsa, la loba de las SS transcurre en un ficticio Campo de Concentración Nº9 (en la vida real, el mismo set de rodaje en el que se filmó la comedia televisiva Los héroes de Hogan) en el que la comandante Ilsa gobierna con puño de hierro. En este infernal lugar, los hombres son utilizados como esclavos sexuales y castrados posteriormente mientras que las mujeres sirven como mano de obra o como banco de pruebas para crueles experimentos médicos. La inminente llegada de los aliados a la Alemania nazi provocará que algunos de los internos más recientes comiencen a planear un motín dentro de la prisión al mismo tiempo que Ilsa intenta descubrir el enigma médico que se haya detrás de un preso americano de portentosas dotes sexuales.

Basada (MUY vagamente) en las atrocidades reales cometidas por la comandante alemana Ilse Koch (no en vano, la peli comienza con un mensaje del productor anunciando que lo que se va a ver, aunque dramatizado, fue completamente real, como si de un mondo italiano se tratara), la película, como tantas otras exploitation es básicamente una excusa para ver desnudos femeninos y masculinos sin censura junto a la violencia más burra que la época podía permitir. Escenas de folleteo, abusos sexuales o simple costumbrismo en el que las prisioneras van con escasa o ausente vestimenta se intercalan con secuencias de “experimentos científicos” en el que se nos muestra todo un catálogo de burradas (así a lo pronto, porras eléctricas insertadas en la vagina de las chicas, una mujer prácticamente hervida viva o una extracción de un globo ocular por mencionar algunas lindezas) en un estilo que luego sería imitado por Los Hombres detrás del sol y sus secuelas (películas ambientadas también en la Segunda Guerra Mundial y que bien podrían ser la respuesta asiática al naziexploitation), y seguramente, también por otras películas que, por el momento, desconozco. 
Su protagonista, Dyanne Thorne, es, al igual que el resto de sus compañeros/as de reparto (de los cuales no merece la pena escribir ni una sucia palabra), una puta mierda de actriz (aunque he de decir que a mí personalmente me hace cierta gracia tanto el carácter que imprime a su personaje en versión original como la que se consigue en la versión doblada) que muestra en cuanto se despoja de la vestimenta los atributos que la hacen merecedora de protagonizar la película. Eso sí, a pesar de tener un par de peras que apenas le caben en el sostén no se puede decir que su rostro sea muy agradecido (tiene cara de vieja para que nos entendamos), pero bueno, cuestión de gustos. Durante los años anteriores y posteriores a su participación en Ilsa, esta mujer vivió de participar en diversas sexploitations, tanto en papees cómicos como en roles más “serios”, así como de continuar la saga fílmica de la komandant en Ilsa, la hiena del harén, Ilsa, la tigresa de Siberia e Ilsa, the Wicked Warden (llamada Ilsa a secas en España y dirigida por el prolífico Jess Franco). Con los años abandonaría el mundo del cine y obtendría una licenciatura universitaria en Estudio Comparado de Religiones. Actualmente, tanto ella como su marido, ordenados ambos como ministros de la iglesia, regentan una capilla en Las Vegas desde donde ofrecen diversas ofertas de ceremonias de casamiento a todo aquel que las desee.
El director de film, Don Edmonds, al igual que su protagonista, tiene una carrera curiosa. Se inició igualmente en el cine exploitation para graduarse posteriormente al soft-core y al slasher. Vió en Ilsa y en su primera secuela el culmen de su carrera y, posteriormente,  consiguió un puesto de responsabilidad dentro de una productora, donde se encargó en parte de que películas tales como Cortocircuito o Amor a Quemarropa vieran la luz, antes de morir de un cancerazo de hígado en el 2009.

Y si he hablado tan pronto de actriz protagonista y director es porque la verdadera figura que merece el interés del respetable es el productor de la cinta. Y es que detrás del pseudónimo de Herman Traeger se encontraba ni más ni menos que David F. Friedman.  
Friedman es una de esas figuras del mundo de la exploitation que merece la pena reivindicar. Comenzó su carrera profesional  trabajando para Paramount Pictures y otras productoras menores en la confección de cortometrajes sobre educación sexual y buenas costumbres para la higiene íntima. Esto, no nos engañemos, era el equivalente a la pornografía que existía en aquellos tiempos en los que todo era tabú y censura. Así pues, no es de extrañar que en cuanto la sociedad fue más permisiva saltara al sexploitation, en esta ocasión asociado con una de las grandes figuras de la historia de la exploitation, Herschell Gordon Lewis. Como productor de este buen señor llevaría a cabo films como The Adventures of Lucky Pierre, Daughters of the Sun (algunos de los primeros nudies de la historia) o Scum of the Earth (considerado por los expertos en la materia como el primer roughie, un nadie con cierto componente de violencia, de la historia). Sin embargo sería a principios de los 60 cuando grabaría su nombre en la historia con la producción de Blood Feast del señor Gordon Lewis, establecida como la primera película gore de la historia (aunque hay ejemplos anteriores que ya apuntaban en la dirección tomada a posteriori por esta película y las que le seguirían), en una asociación que se consolidaría como fructífera años después con la salida a la luz de otros largometrajes como 2000 Maníacos o Color Me Blood Red. Es también a finales de los 60 cuando surge Campo de Concentración Nº 7, predecesora de Ilsa en todos los sentidos (no en vano es durante el rodaje de la misma que se escribe el guión de La loba de las SS), primer naziexploitation como tal de la historia y la película que, junto a la reconocida 99 Mujeres de Jess Franco, consolidó otro subgénero exploitation (que también muy de la mano con el naziexploitation) como es el Women In Prison o WIP (películas en las que se muestra la dura vida de las cárceles de mujeres con toda su violencia y sexo gratuito, abusos sexuales y lesbianismo incluídos). Tras Ilsa, el ritmo como productor del señor Friedman se ralentizó bastante con los años hasta el punto de que, actualmente, apenas participa en proyectos que no tengan alguna relación con viejos éxitos, siendo sus últimos largometrajes acreditados 2001 Maníacos y su secuela, así como Blood Feast 2: All U Can Eat. En cualquier caso una carrera prolífica en la que nos encontramos con un señor que ayuda en la consagración del nudie, que crea el gore junto a Herschell Gordon Lewis y que también participa en la confección del WIP y del Naziexplotation. Méritos más que de sobra como para nombrarlo, echando la vista atrás, como uno de los grandes pioneros del exploitation de la historia.


Tras esta parrafada, volvamos a Ilsa para un par de líneas finales. Vamos a ver, la película es un zurullo pero se soporta bastante bien por lo bizarro que resulta ver algo así a día de hoy (las tetas y los chorrazos de sangre ayudan también bastante) y, sobre todo, por el tufillo icónico que tiene, pues no en vano ha generado todo una figura que ha inspirado desde a grupos de punk y metal hasta a creadores de anime, pasando por directores como Tarantino o Rob Zombie que alguna que otra referencia en sus largometrajes. En su momento fue una película que fue creada para el circuito Grindhouse y los Drive-In y como tal hay que verla con la actitud necesaria para afrontar un producto de estas características y, evidentemente, no esperar encontrar algo remotamente parecido a cualquier producto mainstream. Dicho esto, se puede poner perfectamente de fondo mientras haces cualquier otra cosa, ya sea trabajar, hacer los quehaceres del hogar o, por qué no, mientras te haces una pajilla.


jueves, 29 de junio de 2017

MAGIC MIKE de Steven Soderbergh


Título: Magic Mike
Director: Steven Soderbergh
Año: 2012
Guión: Reid Carolin 
Intérpretes: Channing Tatum (Mike), Alex Pettyfer (Adam "El Niño"), Joe Manganiello ("Pollón" Ritchie), Matt Bomer (Ken), Kevin Nash (Tarzán), Matthew McConaughey (Dallas), Cody Horn (Brooke)

Steven Soderbergh es un director que ni me atrae ni controlo en absoluto. Channing Tatum es un actor que ni me gusta especialmente ni me llama la atención. Y aun así me he tragado Magic Mike como si fuera un rabo. ¿Por qué? , porque es una peli de tíos que se despelotan delante de mujeres y eso llama la atención. Porque, no nos engañemos, las pollas, al igual que las tetas y los coños, venden.

La película gira en torno al Mike que menciona el título, obrero de la construcción por la mañana, stripper por la noche en un sucio club de Tampa y soñador a tiempo completo, pues la ilusión de su vida es montar un negocio de venta de muebles de diseño hechos a mano. Un día conoce a Adam, un chaval de 19 años bastante perdido en la vida, al cual engaña para que atraiga a unas clientas al club de striptease y, posteriormente, para que se despelote durante una de las funciones. De esta manera, Mike y Adam entablaran una amistad mientras ambos progresan en el atractivo pero igualmente sórdido mundo de los strippers masculinos.
Esto viene a ser en el fondo una historia de perdedores como tantas se han hecho antes, de loosers que persiguen sus sueños imposibles en un mundo que es la sordidez absoluta disfrazada de alegría y luminosidad, una dualidad que queda perfectamente reflejada en la película en una escena en la que Mike le está explicando a Adam lo fácil y sencillo que es el trabajo que va a realizar mientras, en un desenfocado primer plano, el personaje de Joe Manganiello se insufla aire en la polla con una pera para mantenerla erecta antes de salir a dar espectáculo. Es un mundo que parece poblado de gente super cachonda y super maja cuando en el fondo no son más que un atajo de miserables, un grupo en el que no es un drogadicto es un borracho o un traficante o un avaricioso hijo de la gran puta. Y como ver la miseria humana representada en la gran pantalla siempre resulta efectivo pues esta representación del universo en el que se mueven los personajes sea posiblemente lo mejor que tiene que ofrecer la peli.

Channing Tatum es un actor que expresa lo mismo que una patata hervida cuando afronta un papel serio. Y sin embargo aquí sorprende muy positivamente en los momentos de comedia de la película, que tiene unos cuantos como, por ejemplo, la escena en la que aparece travestido de Marilyn Monroe y le pone los huevos en la cara al personaje de Adam para despertarle. Visto esto, entiendo perfectamente a aquellos que destacaban sus virtudes como actor cómico en Infiltrados en clase y su secuela y auguro que, al igual que otros actores cachas de mierda antes que él como, por ejemplo, The Rock, va a encontrar en su vis cómica el camino a seguir para forjar su carrera a partir de ahora. Eso sí, el cabrón sabe moverse en la pista y se marca unas coreografías mientras se desnuda en el escenario que molan un cojón y medio.
El co-protagonista, Alex Pettyfer, es uno de estos chavalines jóvenes, mozos y guapos que consiguen meter a las niñatas en las salas de cine pero que no transmiten absolutamente nada, y menos aún cuando está rodeado de un elenco de secundarios que se lo comen con patatas, a saber: Joe Manganiello (el próximo Deathstroke del Universo Cinematográfico DC), Matt Bomer (un mozalbete muy bello que se ha alzado en las últimas temporadas de American Horror Story), el ex-wrestler  Kevin Nash, el cómico latino Gabriel Iglesias y, por encima de todos, Matthew McConaughey en la etapa post True Detective y post El Lobo de Wall Street y justo antes de hacer Interstellar y de llevarse el Óscar por Dallas Buyers Club (en otras palabras, los mejores años de su carrera), interpretando al dueño del club de striptease, un personaje que es todo carisma y para el cual se guardan los mejores speeches y las mejores líneas del guión en un momento en el que aún no se había re-descubierto del todo el talento de este actor. Entre tanto rabo tenemos, poniendo el contrapunto femenino, a la casi desconocida Cody Horn interpretando  a la hermana de Adam, a la guapilla Olivia Munn (Mariposa Mental en la última peli de la saga X-Men y uno de los personajes principales de la serie de TV The Newsroom) como la amante de Mike y a Riley Keough, nieta de Elvis Presley y una de las nuevas musas del cine independiente americano encarnando a una zorrilla que se cruza en un momento en las vidas de nuestros protagonistas.

Una gran parte del presupuesto de la película salió del propio bolsillo de Channing Tatum, el cual estaba especialmente interesado en sacarlo adelante pues él mismo había trabajado de stripper de jovencito y quería ver reflejado dicho mundo en la gran pantalla. Este, como productor que era, quería en un principio que la cinta la dirigiera el gran Nicholas Winding Refn (discípulo del cantamañanas y lisérgico Alejandro Jodorowsky), el cual accedió en un principio a cambio de que el propio Tatum rodara a posteriori una película con él. Como dicho proyecto nunca salió a la luz y además el propio Refn estaba ocupadillo triunfando como la Coca-Cola dirigiendo a Ryan Gosling en Drive y Sólo Dios Perdona, renunció al proyecto y le pasó el testigo a Soderbergh que acabaría sumando también un buen puñado de dólares al presupuesto. Soderbergh, como he dicho antes, es un señor que no me atrae en absoluto. En su faceta de cineasta independiente me parece (al menos en lo que he visto de momento de él) un pedante de cojones y en su faceta mainstream (en la que se incluye su, en mi opinión, mejor película, Ocean’s Eleven y la crudísima y brutal serie de médicos The Knick), un ser impersonal. Gracias a dios, es en esta última categoría donde cae Magic Mike, lo que hace que el trabajo de este señor tras la cámara no esté ni tan mal.
La película gustó bastante tanto a crítica como a público y, partiendo de un presupuesto de apenas 7 millones de dólares consiguió recaudar 167 millones, algo a lo que en el mundo del cine se le llamo “petarlo a niveles extremos”. Como era de esperar esto generó una secuela en 2015, Magic Mike XXL, y una conversión de la película en un musical de Broadway que se encuentra actualmente en preparación. Y es que como he dicho al principio, las pollas y los hombres en pelotas también venden.


Por cierto, en líneas generales, la peli esta guay, es solvente y merece la pena un visionado o dos sin ninguna dudad. Notable. 


martes, 27 de junio de 2017

Dobles Programas bizarros (IV): BLADE de Stephen Norrington + BLADE II de Guillermo del Toro


Título: Blade
Director: Stephen Norrington
Año: 1998
Guión: David S. Goyer
Intérpretes: Wesley Snipes (Blade), Stephen Dorff (Deacon Frost), Kris Kristofferson (Whistler), N' Bushe Wright (Karen), Donald Logue (Quinn), Udo Kier (Dragonetti)

Si nos retrotraemos a principios de los 2000 y repasamos el listado de películas de terror que lo petaron, enseguida nos encontraremos con algunas de esas cintas de acción mal clasificadas dentro de dicho género. Con Resident Evil y Underworld a la cabeza, todas estas películas compartían una estética común: cuero negro, estética videoclipera con las secuencias de acción montadas a 50 planos por segundo, música electrónica con alguna raperada de por medio y actores de mierda de protagonistas. Muchos dirán que esto es una prueba más del daño que hizo a la industria el fenómeno Matrix, pero hoy vengo a recordar que ya antes de esta había ejemplos previos de esta corriente tan curiosa como odiosa.
El cazavampiros Blade siempre ha sido un secundario de lujo en los tebeos Marvel. Desde su aparición en las páginas de La Tumba de Drácula hasta sus apariciones más recientes como inesperado héroe en el último volumen de Poderosos Vengadores,  “El que ha visto el sol” ha tenido sus momentos más o menos gloriosos, pero nunca ha sido una de las grandes bazas de la editorial. Por tanto, no es de extrañar que a la hora de adaptarlo al cine, la poderosa compañía diera luz verde a una película que tiraba más hacia la serie B y la calificación para mayores de 18 años. No había motivos para no hacerlo. Y he aquí que tenemos la primera entrega de la que acabaría siendo una trilogía.

Eric Brooks, más conocido como Blade, es un hombre mitad vampiro, mitad humano, capaz de caminar a plena luz del día pero dependiente del plasma sanguíneo para su subsistencia, que lleva años cazando chupasangres obsesionado con la idea de encontrar al vampiro que infectó y acabó con la vida de su madre. Junto a un reducido grupo de aliados, su camino le llevará a cruzarse con Deacon Frost, un líder vampiro que pretende invocar a un antiguo dios de la sangre llamado La Magra para lograr por todas la supremacía de su raza frente a los seres humanos.
En primer lugar, he de decir lo fascinante que me parece todo ese universo vampírico que nos presenta la película, en el que los chupópteros básicamente se dedican a ir a raves, matar peña y consumir su sangre con avidez. Y es que, salvo en un par de ocasiones en las que vemos reuniones de los vampiros más poderosos al más puro estilo club Bildeberg, todos los encuentros de Blade con los vampiros tienen lugar en fiestas nocturnas, ya sean en garitos subterráneos o en pisazos de lujo. El mantener a Blade como un personaje urbano y apegado a las calles es todo un acierto, así como todo ese origen y esos personajes secundarios que se sacan de la manga y que ayudan a empacar un argumento que, por otro lado es tan sencillo y predecible como podría ser un cómic de este personaje. Un trabajo decente de David S. Goyer, que en años posteriores a esta película se mostraría como un referente dentro del cine de superhéroes, siendo responsable de los guiones de la trilogía de Batman de Christopher Nolan o de El Hombre de Acero de Zach Snyder entre unas cuantas otras cintas del género.
El guión de la película estuvo circulando por las productoras durante unos cuantos años antes del inicio de la producción, y múltiples negros fueron barajados como posibles protagonistas. Denzel Washington y Laurence Fishburne fueron considerados para el papel, pero por aquel entonces Wesley Snipes se encontraba en conversaciones con Marvel para protagonizar una posible adaptación de los tebeos de Pantera Negra y fue el que se acabó quedando con el rol protagonista. No sé como lo habrían intepretado otros actores, pero lo que sí sé es que Wesley Snipes aparte de ser un actor de mierda (y, actualmente, ex-presidiario)  es un señor sin carisma alguno que tira por los suelos toda la posible gracia que pudiera tener el personaje y lo convierten en un protagonista soso de pelotas (tampoco estoy pidiendo actorazos, joder, las grandes figuras del cine de acción nunca han sido grandes intérpretes pero por lo menos tenían una chispa con la que ganarse al espectador).

Originalmente se planeó que el antagonista de la película fuera el vampiro Morbius, pero una serie de problemas con la propiedad de los derechos cinematográficos de Spiderman (tebeo al que está vinculado dicho personaje) hicieron esto imposible, así que una vez los responsables de la peli se sacaron de la manga esta reinterpretación de un villano de segunda como Deacon Frost. Para interpretarlo recurrieron a Stephen Dorff, un cutre de tomo y lomo y un actor bastante penoso que se casca aquí la que posiblemente sea su interpretación  más conocida hasta la fecha. Pero no es la única cara medianamente reconocida del elenco. Acompañando a héroe y villano tenemos a Kris Kristofferson (reconocido fundamentalmente por su participación como co-protagonista en Pat Garrett y Billy el Niño de Sam Peckinpah) interpretando a Whistler, una especie de Van Helsing trasnochado que es posiblemente el mejor personaje de la película. También podemos encontrar en el reparto al eterno secundario de inquietante rostro Udo Kier, a un secundario eterno como es Donald Logue (actualmente alzándose como Harvey Bullock en la serie de Tv Gotham) y a la ex-actriz porno Traci Lords haciendo un cameo de pocos minutos.
También en un principio se planteó como posible director al señor David Fincher, pero cuando este huyó con el rabo entre las piernas acabó dirigiendo el cotarro Stephen Norrington, un señor prácticamente novato y que tras ser responsable del deleznable espectáculo de cámaras y montaje de esta película volvió a cubrirse de gloria unos cuantos años después adaptando el mítico tebeo de Alan Moore La Liga de los hombres extraordinarios, adaptación que, dicho sea de paso, fue la causante de que no haya vuelto a sentarse en la silla de director desde entonces.

Blade nos ofrece una adaptación de cómic que se inmiscuye en el subgénero vampírico sin autocensura ni cortapisas. Acción, chulería, algo de gamberrismo…una macarrada que podría tener todas las papeletas para, por lo menos ser un divertimento decente. Y aun así, es una película que me termina aburriendo, algo de lo que es culpable sobre todo su protagonista y el asqueroso trabajo de dirección que ya he comentado repetidas veces. La película partía de un presupuesto  de 45 millones de dólares y logró recaudar casi el triple de este, llegando a coronarse como número uno en su primer fin de semana en España. En cualquier caso, dio dinero más que de sobra para que acabara convirtiéndose en una trilogía, y tendríamos que esperar hasta la tercera parte para encontrarnos con un villano clásico de los tebeos del cazavampiros como es Drácula. Pero antes, pasaríamos por el visionado de…




Título: Blade II
Director: Guillermo del Toro
Año: 2002
Guión: David S. Goyer
Intérpretes: Wesley Snipes (Blade), Kris Kristofferson (Whistler), Leonor Varela (Nyssa), Ron Perlman (Reinhardt), Norman Reedus (Scud), Luke Goss (Nomak), THoms Kretschmann (Damaskinos)

Blade II. Segunda entrega de la trilogía con Wesley Snipes de nuevo a la cabeza y David S. Goyer a los guiones quien en esta ocasión se curra una historia algo más original: una raza nueva de vampiros, los Segadores, que predan sobre los propios chupasangres está causando estragos dentro del submundo vampírico. La situación llega a tal punto que un gran señor de los chupópteros recluta a Blade para que se ponga al mando de una cuadrilla de guerreros vampiros de élite para atajar el problema de una vez por todas, iniciando una cacería en la que no todo es lo que parece.
Una secuela que mejora en todos los sentidos a la primera parte. Un Wesley Snipes al que, a pesar de seguir siendo un actor de mierda, por fin le sacan algo de jugo en situaciones en las que muestra una simpática química con los personajes de Whistler (interpretado una vez más por el señor Kris Kristofferson)y Reinhardt (encarnado por uno de los feos ilustres de Hollywood, Ron Perlman). Un reparto repleto de caras conocidas: el mencionado Ron Perlman, Norman Reedus (Daryl en The Walking Dead y co-protagonista de uno de mis placeres culpables favorito, Los Elegidos), Karel Roden (Rasputín en Hellboy),Luke Goss (que interpretaría al villano de Hellboy II y al piloto de carreras Frankenstein en dos de las tres entregas de la saga-reboot Death Race de Paul W.S. Anderson), el ahora archiconocido Donnie Yen en uno de sus primeros papeles en Hollywood (quien también ejerce las labores de coreógrafo en alguna de las mejores escenas de acción del film), el alemán Thomas Kretschmann (conocido por su papel de oficial nazi en El Pianista y también por su breve paseo por el Universo cinematográfico Marvel encarnando al Barón Strucker) y un cameo del caricato persona, Santiago Segura. Junto a tanto rabo, un papel femenino secundario que pasó por las manos de pibones como Asia Argento, Kristanna Loken o Elena Anaya y que acabó recayendo en la chilena Leonor Varela, que ni está tan buena ni queda tan resultona como lo habría hecho cualquiera de las otras candidatas.

Al mando del barco, un señor que ganó el prestigio para, en los últimos años, ser ninguneado: Guillermo del Toro. Por aquel entonces Guille (su madre le llama Guille y yo le llamo Guille) ya había dirigido un encargo para Hollywood, Mimic, y una cinta de prestigio, El espinazo del diablo. Con Blade II detecto que Del Toro está ensayando para la que fue su gran catapulta al estrellato dos años después: Hellboy. Aunque copia en parte el estilo videoclipero de Stephen Norrington si que se asegura de que el montaje de las escenas de acción no sea tan atroz y alocado como en la primera entrega e incluso llega a dejar quieta la cámara en ciertos momentos y a introducir puntualmente el bullet-time, consecuencia inevitable de la cátedra sentada por Matrix, en un estilo que es muy similar al que utilizaría luego más depurado en la ya mencionada Hellboy. Pero no acaban las similitudes con su carrera posterior aquí. Y es que ya empieza a asomar la cabeza el verdadero talento de Guillermo del Toro que no es estar tras la cámara, sino coordinar la creación de monstruitos y ambientes fantásticos. Así tenemos por ejemplo a unos vampiros embozados en un “traje de infiltración” que recuerdan poderosamente al Kroenen de la ya mentada Hellboy (cosa que no es de extrañar, pues el propio Mike Mignola, creador de los tebeos del demonio de la mano de piedra, aparece acreditado como artista conceptual) y unos vampiros Segadores que son prácticamente un calco de los que aparecerían más de diez años después en la serie de TV The Strain (la de los vampiros con la lengua-aguijón retráctil y que transmitían la infección a través de unos asquerosos gusanos), adaptación de una trilogía de novelas escritas a pachas entre el propio Del Toro y el escritor norteamericano Chuck Dixon.


Y tampoco tiene mucho más que contar. Una secuela más divertida, menos pesada, con un casting más acertado y simpático, un protagonista ligeramente mejor respecto a la primera entrega, un guión más trabajado y una dirección y una estética que, aunque tira repetidas veces de un CGI ya cantoso aunque no doloroso, está mucho más cuidada que en su predecesora. El resultado, la entrega de la trilogía mejor valorada por crítica y pública y una película que, costando poco más que la primera, lo petó en todo el mundo recaudando más de 150 millones de dólares, dinero más que suficiente para, como he mencionado anteriormente, asegurar una tercera entrega que acabaría siendo la tapa del sarcófago para el cazavampiros al menos hasta que a Marvel se le ocurra rescatarlo de nuevo del ostracismo. Y es que no son pocos los rumores que apuntan a que a no mucho tardar volveremos a oír hablar de “El que ha visto el sol” en el terreno audiovisual. Si tendrán en consideración esta trilogía de pelis o recurrirán de nuevo al señor Wesley Snipes es algo que sólo el tiempo podrá revelar.


lunes, 26 de junio de 2017

EL PAPÁ DE LOS POLLITOS de Alonso O. Lara


Título: El Papá de los pollitos
Director: Alonso O. Lara
Año: 2009
Guión: Alonso O. Lara
Intérpretes: Bernabé Meléndrez (Raúl Muriño), John Solis (Mario Muriño), Eleazar García Jr. (Demetrio Camacho), Roberto Carbajal (El Gato), Margarito Barajas "El Centenario" (El Centenario), Felix Rosales (El Buitre), Roberto López (Comandante Serrano)

A día de hoy se puede que una de las grandes exportaciones al extranjero de latinoamerica es, sin duda, la narcocultura: música y, especialmente, películas y series relacionadas con el mundo del narcotráfico. Un fenómeno popularizado en gran medida por la serie de Netflix Narcos, hasta el punto de que hay menos tres producciones de Hollywood en preparación que tocaran de una manera u otra el entorno del jefe de jefes Pablo Escobar. Pero esto no es algo nuevo, sino una realidad que lleva existiendo años…pero claro, de manera marginal. La explotación del narcotráfico en producciones low-cost (por llamarlas de alguna forma) directas a DVD es algo que lleva ocurriendo desde hace más de una década especialmente en México, donde se fabrican a toneladas y constituyen uno de los principales motores de la industria audiovisual del país. Son pelis duras de ver, eso no se puede negar, pero, aquellas que cuentan con algún actor medio decente, con un guión que no ha sido improvisado en el momento y con algo de ritmo pueden llegar a entretener al espectador. No es el caso de lo que hoy se va a comentar.

El Papá de los Pollitos es una película inspirada, como tantas otras, en un narcocorrido, en este caso, de Los Tucanes de Tijuana. Narra la historia de un narco poderoso, dueño absoluto de su plaza, que se carga a todo aquel que no se arregla con él antes de introducirse en sus dominios. Cuando su hijo interviene un gran cargamento de cocaína a Demetrio Camacho, un narco rival, este último iniciará una sangrienta campaña contra el Papá de los Pollitos para arrebatarle su territorio.
Igual contada no pinta ni tan mal, pero tras hora y tres cuartos de conversaciones en bares, rancheras y salones intercaladas con algún tiroteo rodado al más puro estilo narco (es decir, con armas que disparan aire, actores que no saben ni caerse muertos y los mínimos o, como en este caso, ausentes efectos digitales) y, por supuesto, en el argot propio de los traficantes (ya saben ustedes: “quebrarle”, “darles piso”, “partirles su madre”, “hacerle un levantón”, etc), uno no puede hacer otra cosa que aburrirse más que viendo crecer a las plantas, incluso en los momentos musicales, que suelen ser lo mejor de este tipo de productos y que pocas veces han estado peor grabados que en esta ocasión.

Protagoniza la cinta Bernabé Meléndrez, que ha participado en decenas de estas putas mierdas, junto a otro que también ha hecho su porrón de narco películas, John Solis. Como villano, tenemos al grandísimo (no es coña) Eleazar García Jr. , un actor que si yo fuera Tarantino, Robert Rodríguez o cualquiera de estos supuestos consumidores de cine marginal y extravagante ya me habría llevado a una gran producción, porque desde luego muestra tablas suficientes como para componer un personaje serio y una actuación decente (sin duda alguna, la única decente de la película).
Dirige el subproducto Alonso O. Lara, que ignoro si tendrá algún parentesco con Mario Quintero Lara (líder y fundador de Los Tucanes de Tijuana, como he dicho antes, el grupo creador del corrido que inspiró la peli), el cual debe ser una especie de experto en adaptar este tipo de canciones al vídeo doméstico, ya que en su reducida filmografía tiene al menos otras dos cintas inspiradas en narcorridos: El Centenario (que toma su nombre una vez más de un corrido de Los Tucanes) y, más recientemente, Sanguinarios del M1 (inspirada en esta ocasión en un tema del Movimiento Alterado, una suerte de agrupación de distintos narco cantantes bajo una misma bandera).

Y hablando de música, como toda peli de narcos que se precie, la cinta incluye colaboraciones musicales (que no son otra cosa que canciones de artistas invitados, los cuales normalmente cuentan además con un pequeño papel en la peli, que son metidas a capón en el metraje y utilizadas por lo general como reclamo para las masas). En esta ocasión contamos con la presencia de Los Incomparables de Tijuana y también de El Halcón de la Sierra, el cual sería tiroteado poco después de hacer la peli por unos narcos, ingresando ya cadáver en urgencias.

Y ya está, que bastante le he dedicado a esta puta mierda que dudo que muchos se atrevan a visionar. Infame, infame y aburridísima.

PD: No hay trailer pero os dejo el tema inspirador, que es bastante mejor que la totalidad del metraje visionado.