Páginas

domingo, 17 de junio de 2018

EL DE LOS LENTES CARRERA de Óscar López


Título: El de los lentes Carrera
Director: Óscar López
Año: 2015
Guión: Óscar López
Intérpretes: Óscar López (Ángel), Fabian López (Joe), John Solis (Chino), Andrea Portugal (Senia), Leonel González (Pablo Mayorga), Geoffrey Ross (Ruso), Armando Zamarripa (Policía)

A cualquier género por ignoto que sea le acaban saliendo puristas con el tiempo. El género musical de los narcocorridos, por desconocido que sea en nuestro país, es una auténtica locura en México (y en el poderoso vecino del norte que, no olvidemos, recibe mogollón de influencia cultural de los sureños) que esputa grupos a diestro y siniestro con un nivel de producción descomunal en términos de cantidad. Como ya he comentado en repetidas ocasiones, este es un género que se vio inevitablemente reflejado en el cine, que aprovechó en el desarrollo del vídeo digital y las videocámaras caseras su Dorado particular, de manera que, en las dos últimas décadas la producción de narco-películas se ha multiplicado sin control alguno, pudiendo encontrarlas a toneladas si uno sabe buscarlas bien.
Pero,como he dicho, a todo género con el tiempo le acaban saliendo puristas. Y de la misma forma que, por ejemplo, los que escuchaban reggaeton en los 90 consideran que Bad Bunny es una mierda comparado con Don Omar, muchos fans de los narco corridos hablan ya de grupos clásicos como Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana, Grupo Exterminador o el As de la Sierra  en contraposición a figuras más actuales como Gerardo Ortiz, Los Buchones de Culiacán o El Komander (todos ellos vinculados a un mismo cónclave de narco-músicos que se hacen llamar "El Movimiento Alterado") a las que consideran meros calcos sin gracia. Y por supuesto en el cine directo a vídeo ocurre exactamene lo mismo. 
En otras ocasiones he comentado también que la alta definición en el vídeo doméstico, ya que permite rodar cualquier cosa con una textura y una calidad que nada tiene que envidiar a muchas cosas que podemos ver en cine actualmente, puede hacer a auténticos patanes por gente competente. Gracias a dios, esto no ocurre en el cine narco, donde los directores son tan inútiles que aún teniendo como medios poco más que un par de cámaras digitales y un ordenador para el montaje y la post-producción (en el caso que nos compete hoy con el Final Cut Pro 7 instalado como bien nos informan en los créditos finales), consiguen un resultado aún peor que el que lograba la peña que, diez años atrás se salía con su camarita casera a rodar películas con la misma temática a la sierra de Sinaloa o a cualquier pueblito alejado de la mano de Dios. Por tanto, aquí si que no me extraña que haya cierto público que, al comparar las más recientes obras del cine narco mexicano con ejemplos más lejanos en el tiempo, consideren a las primeras como auténtica purria con respecto a las segundas. La realidad es mucho más sencilla: unas son horribles, pero las otras ya son inenarrables. Antes de nada, y como veo que me estoy yendo por las ramas, centremos un poco las cosas.
El de los lentes Carrera, como toda peli narco que se precie, tiene como inspiración un narco corrido, compuesto en este caso por el grupo Revolver Cannabis apenas un año antes del rodaje de la película. Nos cuenta la historia de un narco llamado Ángel cuya seña de identidad son unas vistosas gafas de sol marca Carrera que, tras liarse a tiros en una reunión de capos, secuestra a una chica que resulta ser la hija del mafioso más chungo de la región, el cual mandará a un buen puñado de asesinos y sicarios en persecución del dúo que se ve envuelto, lógicamente, en una frenética huida hacia delante.
Típica trama de peli de acción americana introducida en el mundo narco en el que la pareja protagonista aparte de no tener química alguna, está interpretada por posiblemente los peores actores que he visto en narco-película alguna (que ya es decir), hasta el punto de que uno en lugar de empatizar mínimamente con ellos desea que aparezca un comando de sicarios y les reviente la cabeza a los dos de un balazo. Bien es que el resto del casting no distan mucho de este nivel de calidad, ni los secundarios (entre los cuales encontramos al hermano del protagonista, porque, ¿que sería de estas películas si no se pudiera tirar de familiares y colegas a la hora de hacerlas?), ni siquiera el villano de la película, incapaz siquiera de sobreactuar en condiciones, que debe ser lo más fácil de conseguir para un actor. Para que el mejor intérprete de la cinta sea el ya curtido John Solis (que en atrocidades como El Papá de los Pollitos demostró lo pésimo que puede llegar a ser), muy, muy bajo tiene que ser el nivel. Vale que el género no se ha caracterizado precisamente por tener grandes profesionales trabajando, pero por ahí hay personalidades con cierto carisma (como Bernabé Meléndrez o Fernando Alma, el Charles Bronson mexicano) o incluso verdaderamente competentes, en la línea del gran y difunto Eleazar García Jr. Tener gente ya curtida por ahí desaprovechada y que los jóvenes den un recital tan nefasto augura perspectivas muy poco halagüeñas para el género en el futuro.
A las interpretaciones hay que añadirla una dirección igual de incompetente que en cualquier producción de este tipo, donde el HD no enmascara los planos y secuencias aberrantemente rodados (el propio narcocorrido en que está basado la peli tiene un videoclip mejor confeccionado) o los errores de raccord (y donde el director intenta descaradamente imitar a Guy Ritchie como si con los medios y profesionalidad que muestra pudiera ser capaz de lograr tal proeza); unos efectos especiales digitales de quinta regional que tampoco consiguen disimular el hecho de que las armas disparan aire porque no hay presupuesto siquiera para armas de fogueo (o para conseguir una pistola auténtica, que en dichos parajes no debe ser muy complicado de encontrar); y una banda  sonora conformada por melodías libres de derechos porque, de nuevo, ni hay pasta para pagar a una banda y que se toque un narcocorrido ni tienen la cara dura suficiente como para robar la música directamente.
Dirige el esperpento el propio protagonista de la cinta, Óscar López, quien como actor ha tenido un recorrido relativamente largo durante la pasada década pero que, como director, únicamente ha dirigido cuatro pelis directas a vídeo hasta la fecha: El de los lentes carrera y su secuela, El rayo de Sinaloa y La verdadera historia de Culiacán vs Mazatlán (también basada en un narcocorrido).
Nefasta, soporífera (armándome de valentía la conseguí terminar en tres cachos) y, sobre todo, carente del amateurismo del vídeo casero previo al HD y la sinvergüencería con la que intentan cubrir las carencias que muestran otros ejemplos del género. No me extraña en absoluto que los propios puristas del género (ya limitaditos de por sí en lo que a gustos cinematográficos se refiere) la consideren pura bosta.
Va directa a la basura que es donde pertenece y de donde nunca debió haber salido. 
Otra narco-película. Otra muesca en la culata. Todo esto seguro que acaba causando daños cerebrales a largo plazo...


No hay comentarios:

Publicar un comentario