Título: El Hombre Lobo (The Wolfman)
Director: Joe Johnston
Año: 2010
Guión: Andrew Kevin Walker y David Self
Intérpretes: Benicio del Toro (Lawrence Talbot), Anthony Hopkins (Sir John Talbot), Emily Blunt (Gwen Conliffe), Hugo Weaving (Inspector Francis Aberline), Geraldine Chaplin (Maleva)
En ocasiones anteriores he revisado un par de los intentos de la Universal por traer de vuelta a la palestra a sus monstruos clásicos en tiempos recientes. Y aunque todo el mundo tiene presente la trilogía de pelis de La Momia que protagonizó Brendan Fraser y los recientes intentos por montar un universo compartido con La Momia y Drácula: la leyenda jamás contada, ya los hay que se olvidan de los productos que vieron la luz entre medias de ambos. Mucha pereza me entró cuando intenté reseñar el Van Helsing que protagonizó Hugh Jackman cuando más en la cresta de la ola estaba, pero sin embargo si que puedo prescindir de unos minutos para dedicarle unas palabras al reboot de El Hombre Lobo que la Universal produjo en 2010.
Tomando como referencia la película original de los años 40 que protagonizó Lon Chaney, esta nueva versión nos narra como Lawrence Talbot vuelve a su hogar natal en los páramos ingleses para reencontrarse con su distanciado padre e investigar la muerte de su hermano, al que se encuentran hecho pedacitos en medio de la campiña. Durante el transcurso de esta se verá atraído irremediablemente hacia la viuda de su difunto hermano y tendrá que enfrentarse a las consecuencias que todos conocemos tras ser mordido por un hombre lobo una noche de luna llena.
Este es uno de esos proyectos que estuvo dando vueltas y vueltas hasta ver la luz. Si bien en los cuatro o cinco años que el guión estuvo danzando por ahí, el baile de directores puestos al frente fue considerable (se llegó a tantear como directores a Brett Ratner, Frank Darabont, James Mangold o Martin Campbell entre otros antes de que Joe Johnston se hiciera con los honores), se concibió en todo momento como un producto que iba a contar con Benicio del Toro al frente como protagonista, quien no sólo se considera fan de la cinta original, sino que además afirma ser un ávido coleccionista de material original y/o creado a partir de dicha película.
Del Toro podrá ser todo lo fan que quiera del Hombre Lobo de la Universal, pero eso no quita que el difícil físico que posee (esa carucha de borrachín trasnochado...) haga complicado el que te lo creas encarnando a un lord inglés, algo que el guión solventa de manera acertada presentándolo como la oveja negra de la familia, quién no sólo frecuenta los círculos dela farándula sino que tiene antecedentes de problemas mentales e ingresos en psiquiátricos. Teniendo en cuenta esto, se nota que el señor le pone muchas ganas, especialmente en las transformaciones, momentos de máximo sufrimiento físico, pero eso no quita que peque de sobreactuar por encima de lo exigido por el guión, algo a lo que, por fortuna o por desgracia, ya estamos acostumbrados cualquiera que henos tenido más de un contacto con sus performances, especialmente en el terreno más mainstream.
Le acompañan en el reparto un Anthony Hopkins con un registro completamente agotado y en su momento de mayor zozobra profesional, justo antes de que la Marvel lo reflotara un poco con Thor; una solvente Emily Blunt cuya carrera aún estaba despegando hace las veces de interés amoroso del protagonista, mientras que un Hugo Weaving en la línea que suele mostrar cada vez que se mete en algo mínimamente relacionado con el género fantástico encarna a un poli de Scotland Yard que investiga las misteriosas desapariciones que se dan por la zona donde transcurren los hechos, el cual, que para más inri, estuvo involucrado en el caso de Jack el Destripador años antes de los acontecimientos de la peli (¡¡¡Universo Compartido!!!). A lo largo del metraje encontramos también sendos cameos de Geraldine Chaplin encarnando a una vieja gitana y de Max Von Sydow, este último borrado de la versión cinematográfica, que encarna a un transeúnte que le regala un bastón con cabeza de lobo al personaje de Del Toro en una referencia directa al clásico original.
Dirige la cinta, como he mencionado antes, Joe Johnston, director de estudio con todas las de la ley que, en esta ocasión, tira de los mismos recursos que ya nos dio en Rocketeer o en Capitán América: El Primer Vengador, cultivando el uso de una estética tan artificial y recargada como consciente de si misma que, en esta ocasión, le viene que ni pintada a una peli que intenta por todos los medios lograr una especie de traslación de esa ambientación de terror gótico clásico a los tiempos modernos del cine digital, aderezándola además con buenas dosis de una exageradísima violencia "grand guignolesca".
Entre bambalinas destaca, como no podía ser de otra forma, el magistral trabajo de maquillaje de Rick Baker que se casca una reinterpretación de la estética clásica del Hombre Lobo acojonante de buena, a pesar de que queda ensuciada un poco por la introducción de un CGI ya inevitable en los tiempos en los que se hizo la peli. El reconocimiento absoluto al meritorio curro del susodicho fue un merecido Óscar a Mejor Maquillaje en la edición de ese año que se convirtió, además, en la segunda ocasión en que los licántropos le hacían merecedor de semejante galardón, años después de su labor en Un Hombre Lobo americano en Londres de John Landis.
La banda sonora de la peli, por otro lado, fue la gran damnificada de las idas y venidas del proyecto. Originalmente se encargó al afamado Danny Elfman la composición de una partitura original para la cinta, trabajo que, una vez presentado a la productora, no gustó en absoluto y fue descartado en un primer momento. Elfman, quién contractualmente no estaba obligado a currarse una reescritura y, de hecho, estaba atado de pies y manos por Disney a la Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton, se desligó del proyecto. La Universal tanteó entonces a Paul Haslinger, compositor de la banda sonora de Underworld, para que hiciera algo más cercano a la música electrónica y al "rollo" que los ejecutivos de la productora decían querer.
Cual fue la sorpresa de estos cuando, al poner el trabajo de Haslinger al lado de las primeras secuencias finiquitadas por Johnston, vieron que ambas no pegaban ni con cola. La solución, echar a toda pastilla a Haslinger y contratar a cuatro o cinco arreglistas para que montaran una banda sonora decente a partir de los fragmentos que Elfman había dejado atrás y que, oficialmente, pertenecían a la productora. El resultado fue que el susodicho compositor aparece acreditado como autor de la banda sonora original y tuvo también la oportunidad de lanzar una versión sin alterar de esta en CD el mismo año del estreno de la peli. Por esos mismos tiempos comenzó a circular por Internet una supuesta versión de la BSO electrónica que había compuesto Haslinger y que, con el tiempo, demostró ser un fake como una catedral de grande, lo que puso por fin el punto y final al culebrón musical que acompañó a El Hombre Lobo durante su producción.
Como buena película maldita, tardó casi dos años en estrenarse desde que se completó la producción, algo que parecía ya anticipar lo que luego aconteció. Y es que el intento de reintroducir de nuevo al licántropo clásico en el colectivo popular fue todo un fracaso para la Universal que, partiendo de un presupuesto de 150 millones de dólares apenas llegó a recaudar 139 en taquillas de todo el mundo. En nuestro país sentó a algo más de 687.000 espectadores, cifra que considero que no está mal para los tiempos en los que se estrenó la peli y para el tipo de producto que es y que probablemente se deba agradecer al atractivo casting que anunciaba el poster. En cualquier caso, esto echó por tierra los planes de la Universal de continuar la historia de El Hombre Lobo con sendas secuelas. Ya en estos últimos años, con todo el asunto del Dark Universe, se rumoreó un posible nuevo relanzamiento del personaje que, en esta ocasión, interpretaría Dwayne "The Rock" Johnson, pero, como todos sabemos, todo quedó en agua de borrajas.
En su momento yo me comí esta peli en cines y salí echando pestes de ella, diciendo que era un producto más bien vago que se apoyaba en la violencia por la violencia para suplir sus carencias. Hoy día podría decir que la peli ha quedado completamente redimida ante mis ojos. Tampoco voy a ponerme a cantar maravillas sobre ella, pero si que reconozco ahora la honestidad de la misma, el entusiasmo de algunos de los profesionales que había detrás de ella y, sobre todo, lo deliciosamente entretenida que es, especialmente si se compara con otros productos nacidos a raíz de los monstruos de la Univesal que vieron la luz aquellos años. Seguramente sea lo mejor que salió en la década pasada de todos aquellos intentos, por muy olvidada que hoy esté.
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