Director: Jen y Sylvia Soska
Año: 2012
Guión: Jen y Sylvia Soska
Intérpretes: Katharine Isabelle (Mary Mason), Antonio Cupo (Billy Barker), David Lovgren (Dr. Alan Grant), Tristan Risk (Beatress Johnson), John Emmet Tracy (Detective Dolor)
Jen y Sylvia Soska, gemelas idénticas, crecieron en los 80 leyendo a Stephen King y tragándose todas las pelis de terror, todos los Cronenbergs y Carpenters, que podían. La pasión desmedida por el género les hizo probar suerte en el mundo del cine como actrices, mas la cruda realidad les golpeó cuando se dieron cuenta que, como actrices amateurs que eran, únicamente las llamaban cuando alguien necesitaba algún papel secundario en alguna infra-película que requiriera la presencia de gemelas. En cualquier caso, ni de coña era este el camino para meter el pie en esas producciones de género que tanto les gustaban.
Inspirados por el éxito de El Mariachi de Robert Rodríguez decidieron dejarse de líos y, partiendo de una idea que se curraron para un corto de escuela de cine, guionizar, dirigir y protagonizar su propia peli low-cost. Así surgió Dead Hooker in a Trunk, que costó 2500 dólares y narraba la situación a la que se enfrentaban cuatro amigos que se encontraban el cadáver de una puta en el maletero de su coche durante un viaje por carretera. La peli logró un discreto recorrido por festivales de cine fantástico y terror e incluso llegó a tener distribución en DVD, pero sin excesivo ruido.
Según tengo entendido, la peli se adscribe completamente a esa fórmula de grindhouse mal entendido que popularizaron Tarantino y Rodríguez con Death Proof y Planet Terror y que esputó cosas tan terribles como Hobo with a shotgun o Nurse. De hecho, el propio Rodríguez se flipó con lo poco que pudo ver de las hermanas Soska y llegó a pedirles una copia física de Death Hooker in a Trunk para tenerla por casa. Así, y a pesar de que el público ignoraba su existencia, el nombre de las gemelas poco a poco fue empezando a circular por los ámbitos festivaleros y las productoras especializadas en género.
Y así, por fin, consiguieron juntar, entre financiación externa y un préstamo bancario para el cual sus padres tuvieron que rehipotecar su casa, el presupuesto necesario para levantar su ansiada peli de terror.
A pesar de todo el periplo vivido, American Mary se muestra desde el primer momento como una peli muy barata en la que todo el presupuesto se ha ido en prótesis, efectos especiales y en pagar el caché de su protagonista, Katharine Isabelle. La pobreza presupuestaria y el amateurismo es tan palpable que hay momentos en que si uno desvía la mirada un poco del encuadre ve que, más allá de tres o cuatro extras, los escenarios por los que se mueven los personajes están prácticamente vacíos. Amen de esto, la peli está plagada de actores malísimos que se nota que son igual de amateurs que sus directoras (las cuales, por cierto, se reservan un papelillo en la trama), hasta el punto de que hacen parecer a la Isabelle mejor de lo que realmente es. Esta última era ya, a estas alturas de su carrera, una cara afamada entre los fans del cine de terror por sus papeles en Freddy vs Jason, 30 días de Oscuridad 2: Tinieblas y, sobre todo, por su rol protagonista en la saga de Ginger Snaps. La chiquilla es bastante sosa pero, no obstante, muy guapa (y con cuerpazo todo sea dicho), dos características que no impiden que saque adelante el papel sin problemas. Para lo que se exige, es más que suficiente, cosa que no se puede decir de sus odiosos compañeros de reparto.
En cuanto a la peli en sí, pues esta se adscribe a las corrientes que estaban de moda en su momento, saltando entre estas según le conviene al guión. Tiene algo de torture porn, algo de cine de psychos y algo de rape and revenge (recordemos que el reboot de I Spit on your grave recién lo acababa de petar en los USA), todo ello rodado en vídeo digital y con una estética que intenta simular la conseguida por Eli Roth en Hostel pero teniendo las Soska la mitad de habilidad y talento que el susodicho para lograrlo. Dicho esto, ni siquiera la consideraría una peli de terror propiamente dicha. Como mucho, un thriller sin mucho suspense metido en un contexto grotesco.
Nos narra la historia de Mary Mason, estudiante de medicina que, buscando formas de pagarse la matrícula de la universidad, acaba metiéndose a stripper en un asqueroso garito de periferia donde, una noche, se ve obligada por su jefe mafioso a hacer una operación clandestina a un sicario malherido. A raíz de esto, varias personas se pondrán en contacto con Mary con el fin de contratar sus servicios para que lleve a cabo todas esas operaciones médicas que ningún doctor osaría hacer. Su creciente estatus social llama la atención de un perverso profesor suyo que, durante una fiesta, droga y abusa sexualmente de nuestra protagonista, lo que liberará al lado más oscuro y vengativo de la practicante.
Para darle verosimilitud al asqueroso submundo de las modificaciones corporales extremas en los que se mueve la protagonista, las hermanas Soska no dudaron en incluir a amputados reales, tullidos voluntarios y excéntricos de los que se perforan toda la piel del cuerpo que se puedan permitir. Todo lo que no pueden mostrar con actores de carne y hueso lo hacen utilizando solventes prótesis y efectos prácticos de látex que acaban convirtiéndose en el mayor aporte de la película.
En su momento me la comí en una calidad lamentable cuando fui consciente de la buena recepción que había tenido entre los fans del género, y la verdad es que me gustó bastante. Vista hoy día, pues uno ya es consciente de todos los defectos que tiene y no es capaz de tenerla en tan alta estima como en su momento. Aún así, es entretenida, da bastante mal rollito con tantos mutilados reales sueltos por ahí y, sobre todo, tiene la virtud de ser una película seria que en ningún momento llega a caer en la parodia autoimpuesta de ese falso grindhouse ya mencionado antes. Algo doblemente meritorio teniendo en cuenta las referencias cinéfilas a las que las directoras se remitían.
Mientras el público la recibió enfervorizado, la crítica se dividió entre los que alababan su malrollismo, su truculencia y los aspectos "feministas" del personaje central y los que la tildaban de poco menos que una puta mierda. Económicamente, y al ser una producción casi festivalera, la peli contó con un estreno limitado en cines y pasó casi de inmediato al circuito del Video On Demand (todavía en pañales) y el formato físico. No existen datos fiables en la red sobre el presupuesto que manejó el film, pero viendo los resultados y teniendo en cuenta el circuito low-cost del que provenían las Soska digo yo que no les costará mucho trabajo el recuperar lo gastado en la realización. Aquí en España directamente no se llegó a distribuir ni editar en físico más allá de su paso por Sitges.
Y al final, las auténticas ganadoras de este proyecto fueron las propias hermanas Soska, que al poco tiempo fueron requeridas por los estudios cinematográficos de la WWE para encargarse de un par de proyectos directos a VOD protagonizados por wrestlers, un slasher, Los Ojos del mal 2 (con Kane "El Monstruo Rojo" y, de nuevo, Katharine Isabelle en papeles protagónicos) y una cinta de acción, Vendetta, protagonizada por Paul "Big Show" Wight. Junto a esto afianzaron su nombre como nuevos talentos del cine de terror dirigiendo un segmento de la infame secuela de la antología ABC's of Death y, actualmente, se encuentran preparando un remake de modesto presupuesto (y costeado por una productora encargada, fundamentalmente, de financiar pelis cristianas) de una de las primeras películas de David Cronenberg, Rabia, y a puntito de debutar en el mundo del tebeo de superheroes guionizando la nueva cabecera regular de La Viuda Negra para Marvel.
Se podría decir que han cumplido su sueño.
En cuanto a la peli en sí, pues esta se adscribe a las corrientes que estaban de moda en su momento, saltando entre estas según le conviene al guión. Tiene algo de torture porn, algo de cine de psychos y algo de rape and revenge (recordemos que el reboot de I Spit on your grave recién lo acababa de petar en los USA), todo ello rodado en vídeo digital y con una estética que intenta simular la conseguida por Eli Roth en Hostel pero teniendo las Soska la mitad de habilidad y talento que el susodicho para lograrlo. Dicho esto, ni siquiera la consideraría una peli de terror propiamente dicha. Como mucho, un thriller sin mucho suspense metido en un contexto grotesco.
Nos narra la historia de Mary Mason, estudiante de medicina que, buscando formas de pagarse la matrícula de la universidad, acaba metiéndose a stripper en un asqueroso garito de periferia donde, una noche, se ve obligada por su jefe mafioso a hacer una operación clandestina a un sicario malherido. A raíz de esto, varias personas se pondrán en contacto con Mary con el fin de contratar sus servicios para que lleve a cabo todas esas operaciones médicas que ningún doctor osaría hacer. Su creciente estatus social llama la atención de un perverso profesor suyo que, durante una fiesta, droga y abusa sexualmente de nuestra protagonista, lo que liberará al lado más oscuro y vengativo de la practicante.
Para darle verosimilitud al asqueroso submundo de las modificaciones corporales extremas en los que se mueve la protagonista, las hermanas Soska no dudaron en incluir a amputados reales, tullidos voluntarios y excéntricos de los que se perforan toda la piel del cuerpo que se puedan permitir. Todo lo que no pueden mostrar con actores de carne y hueso lo hacen utilizando solventes prótesis y efectos prácticos de látex que acaban convirtiéndose en el mayor aporte de la película.
En su momento me la comí en una calidad lamentable cuando fui consciente de la buena recepción que había tenido entre los fans del género, y la verdad es que me gustó bastante. Vista hoy día, pues uno ya es consciente de todos los defectos que tiene y no es capaz de tenerla en tan alta estima como en su momento. Aún así, es entretenida, da bastante mal rollito con tantos mutilados reales sueltos por ahí y, sobre todo, tiene la virtud de ser una película seria que en ningún momento llega a caer en la parodia autoimpuesta de ese falso grindhouse ya mencionado antes. Algo doblemente meritorio teniendo en cuenta las referencias cinéfilas a las que las directoras se remitían.
Mientras el público la recibió enfervorizado, la crítica se dividió entre los que alababan su malrollismo, su truculencia y los aspectos "feministas" del personaje central y los que la tildaban de poco menos que una puta mierda. Económicamente, y al ser una producción casi festivalera, la peli contó con un estreno limitado en cines y pasó casi de inmediato al circuito del Video On Demand (todavía en pañales) y el formato físico. No existen datos fiables en la red sobre el presupuesto que manejó el film, pero viendo los resultados y teniendo en cuenta el circuito low-cost del que provenían las Soska digo yo que no les costará mucho trabajo el recuperar lo gastado en la realización. Aquí en España directamente no se llegó a distribuir ni editar en físico más allá de su paso por Sitges.
Y al final, las auténticas ganadoras de este proyecto fueron las propias hermanas Soska, que al poco tiempo fueron requeridas por los estudios cinematográficos de la WWE para encargarse de un par de proyectos directos a VOD protagonizados por wrestlers, un slasher, Los Ojos del mal 2 (con Kane "El Monstruo Rojo" y, de nuevo, Katharine Isabelle en papeles protagónicos) y una cinta de acción, Vendetta, protagonizada por Paul "Big Show" Wight. Junto a esto afianzaron su nombre como nuevos talentos del cine de terror dirigiendo un segmento de la infame secuela de la antología ABC's of Death y, actualmente, se encuentran preparando un remake de modesto presupuesto (y costeado por una productora encargada, fundamentalmente, de financiar pelis cristianas) de una de las primeras películas de David Cronenberg, Rabia, y a puntito de debutar en el mundo del tebeo de superheroes guionizando la nueva cabecera regular de La Viuda Negra para Marvel.
Se podría decir que han cumplido su sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario