Título: Tolkien
Director: Dome Karukoski
Año: 2019
Guión: David Gleeson y Stephen Beresford
Intérpretes: Nicholas Hoult (J.R.R. Tolkien), Lily Collins (Edith Bratt), Colm Meaney (Padre Francis Morgan), Derek Jacobi (Profesor Joseph Wright), Anthony Boyle (Geoffrey Smith), Patrick Gibson (Robert Gilson), Tom Glynn-Carney (Christopher Wiseman)
¿Son todas las biografías de personajes históricos relevantes dignas de ser adaptadas al cine? Eso es algo que me he preguntado más de una vez más al enfrentarme a un biopic (género cinematográfico que raro es que no funcione) junto a esa otra gran cuestión que es ¿en que momento la fidelidad histórica comienza a ser un estorbo de cara a la película? No se me ocurra mejor caso que ejemplifique el momento en que ambas preguntas se contestan solas que Elizabeth, ese biopic sobre el auge de Isabel I de Inglaterra tan alabado por historiadores por su certeza histórica y tan denostado por mi persona por el tremendo coñazo que era aun teniendo todo, desde un envidiable reparto hasta un diseño de producción excelente, de su lado. Una adaptación extremadamente fiel sobre una figura vital para la historia mundial, y aun así la película que dio base a mi teoría de que la historia británica posterior al descubrimiento de América es aburrida y tiende a regalarnos sopores cinematográficos.
Por otro lado tenemos los biopics sobre figuras literarias, más comunes de lo que la mayoría piensa pero fácilmente olvidables (me viene a la mente de primeras Descubriendo Nunca Jamás, el biopic en torno a James Barrie, el creador de Peter Pan; Las Horas, que hacía lo suyo con Virginia Woolf y, por supuesto, Shakespeare in Love, aunque este último tenía más de ficción que de realidad de por medio). Y lo cierto es que la vida de un escritor puede ser fácilmente un coñazo de historia a no ser que se trate borrachos como Bukowski o de degenerados como Oscar Wilde o el Marqués de Sade.
Y así llegamos a J.R.R. Tolkien, un señor endiosado por todo amante de la literatura fantástica como uno de los grandes patraircas del género pero un hombre del que no he oído a nadie decir que tuviera una vida apasionante, y aun así, suficientemente relevante como para merecer una película. Y sintetizando, Tolkien es, al parecer, una adaptación con muchas libertades y, eso lo puedo asegurar, un aburrimiento considerable. Pero vayamos por partes.
La peli nos narra los acontecimientos más importantes de la vida del escritor desde su infancia hasta que se sentó a escribir El Hobbit, pasando por su época universitaria, su participación en la Primera Guerra Mundial y su romance, prácticamente de cuento, con la que luego sería su esposa.
Conversaciones sobre filología y literatura, una guerra en la que el protagonista no pega un solo tiro y una reflexión sobre la persecución de las aspiraciones artísticas por encima de todo es lo que nos ofrece una peli que, por otro lado, sería interesante visualmente si no fuera porque todos los diseños que ofrece están mangados de adaptaciones anteriores de los trabajos de Tolkien. Por cierto, una obra en la que los guiños al lector de El Señor de los Anillos son muy poco sutiles: el cura que mantiene a los niños Tolkien de pequeños llega en carreta y fumando en pipa como lo hace Gandalf a la Comarca; el grupito de colegas universitarios del escritor son cuatro como cuatro eran los hobbits de la novela e incluso tenemos un soldado acompañando a Tolkien por las trincheras como si fuera poco menos que su escudero que se hace llamar Sam.
La traslación de la vida de Tolkien al cine intenta constantemente vender como apasionantes hechos completamente mundanos, no ofreciendo nada realmente original que motive al espectador y que, por lo que parece, se debe pasar por el forro la realidad de la vida del escritor, hasta el punto que la familia Tolkien ha renegado completamente del film desde un principio. Y eso que el diseño de producción y el trabajo tras las cámaras no es malo, es sólo que el proyecto en sí es una idea fallida desde su misma concepción que, seguramente, los productores confiaban que se vendería sólo con el nombre de su protagonista. Una pena, porque está claro que esta es también una película con la que su director, Dome Karukoski (reputadísimo cineasta en su país natal, Finlandia), pensaba abrirse las puertas de Hollywood después de que su obra anterior, Tom of Finland (otro biopic, esta vez sobre la vida de un pintor homosexual finés de mediados del siglo XX), lograra cierta repercusión entre el publico americano.
Repasemos ahora el casting. Tenemos de protagonista absoluto a Nicholas Hoult, la Bestia de las últimas películas de la saga X-Men que parece contagiado del aburrimiento que era la vida de Tolkien ofreciéndonos una interpretación sosa y sin motivación alguna; Lily Collins, la hija de Phil Collins hace gala de unas pobladas cejas a lo Cara Delevigne y una igualmente abundante falta de carisma a pesar de que prácticamente interpreta a ese prototipo ficticio de mujer infatuada que persigue al amado para darle el beso final bajo la lluvia en los dramas románticos; Colm Meaney, secundario irlandés de lujo pone acento y voz a un personaje muy en la línea de lo que suele hacer desde hace unos años en sus apariciones en cine y televisión; y entre todos ellos encontramos a un Derek Jacobi en modo abuelo total encarnando al profesor de Oxford que inspiró a Tolkien para convertirse en lingüista, un papel que le viene como anillo al dedo a un actor de dicción tan teatral como la suya.
Y poco más hay que decir sobre la película. Haría mención a la banda sonora de Thomas Newman si esta tuviera alguna relevancia dentro del conjunto. En cualquier caso, la película costó 20 millones de dólares y recaudó 9 en todo el mundo, consagrándose como un fracaso en toda regla. En nuestras salas sentó a la lamentable cifra de 30.708 espectadores en las salas. Pero es que estaban cantados estos resultados. No hay tantos fans de Tolkien en el mundo que se motiven lo suficiente como para pagar para ver una peli sobre su ídolo en cines. Ya se esperaran al Netflix...si llega en algún momento.
Tolkien es, en esencia, una oportunidad perdida para su director, un biopic fallido sobre su protagonista y un aburrimiento garantizado para casi cualquiera. Una pena, pero tampoco esperaba mucho.
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