lunes, 14 de enero de 2019

Dobles programas bizarros (VI): EL PERFUME: HISTORIA DE UN ASESINO de Tom Tykwer + CASANOVA de Lasse Hallström


Título: El Perfume: Historia de un asesino (Perfume: The Story of a murderer)
Director: Tom Tykwe
Año: 2006
Guión: Andrew Birkin, Bernd Eichinger y Tom Tykwer
Intérpretes: Ben Whishaw (Jean Baptiste Grenouille), Dustin Hoffman (Giuseppe Baldini), Alan Rickman (Antoine Richis), Rachel Hurd-Wood (Laura Richis), John Hurt (Narrador)

El rifi rafe entre autores y estudios cinematográficos cuando estos últimos pretenden adaptar una obra literaria al cine no es algo fuera de lo común, y desde luego Patrick Süskind, autor del pepinazo novelesco que fue El Perfume (si atendemos a las cifras, traducido a 49 idiomas y con más de 20 millones de copias vendidas hasta el momento), también tuvo que dar cuentas al respecto.
Más de una y de dos veces tuvo que insistir el productor alemán Bernd Eichinger al escritor para que este le cediera los derechos de la novela. Y es que este último, al parecer humilde como él sólo, consideraba que únicamente un director de la talla de Kubrick o de Milos Forman podrían estar a la altura de una adaptación tan exigente. Ya con los derechos en la mano, y a pesar de que un semi-desconocido Julian Schnabel se había presentado ya en un despacho con un guión escrito (director que, al parecer, le caía al productor como una patada en la boca y guión que, una vez rechazado por este, acabo transformándose en La Escafandra y la mariposa, la peli más reconocida de Schnabel), el productor se juntó con Andrew Birkin (guionista de Juana de Arco, El Nombre de la Rosa y La Profecía III: El final de Damien) y el que finalmente acabaría siendo el director de la peli, Tom Tykwer, para acotar bien el camino para una adaptación que pronto se descubriría como un proyecto que iba a ser particularmente exigente en lo económico.
Consciente de esto, el buen señor echó mano de todas las posibles subvenciones habidas y por haber en su país y de productoras que se asociaran a la alemana Constantin Films (de la que Eichinger había sido CEO años antes) en la producción. NEF Productions en Francia y nuestra difunta Filmax serían las compañeras de viaje del productor en una peripecia que no estuvo exenta de tragedia. Y es que al poco resultó que VIP Medienfonds, una de las productoras alemanas que había invertido en el proyecto, había utilizado este como medio para intentar tangar a Hacienda mediante un fraude fiscal de tres pares, por el cual afirmaba haber invertido casi 20 millones de Euros más de los que venían en los libros de cuentas. Esto acabaría con la producción puesta en riesgo por momentos (no en vano más de una de las subvenciones otorgadas por el gobierno alemán se basaban en la multimillonaria inversión) y una serie de juicios que acabarían salvando a la peli y metiendo entre rejas a Andreas Schmid, el CEO de VIP Medienfonds, por unos seis añitos.
Así, y tras un extenso rodaje en Barcelona, Girona y Figueres, reconvertidas gracias a la magia del cine en el París del siglo XVIII, y la consabida post-producción, El Perfume: Historia de un asesino se estrenó con las esperanzas de conquistar el mercado internacional.
La trama de la peli gira en torno a un auténtico psicópata, Jean Baptiste Greouille, nacido sin emociones pero con unas habilidades olfativas sobrehumanas y su cruzada personal por intentar destilar un perfume que contenga la esencia de la belleza femenina y su capacidad para incitar el amor en los hombres.
Es un thriller de psychokillers en toda regla, en la que la cámara sigue desde el primer minuto las andanzas del protagonista y los sórdidos ambientes en los que se mueve, desde que es parido encima de tripas pescado en una lonja hasta que, ya crecidito, se dispone a masacrar a unas cuantas doncellas. Este personaje se nos muestra también desde el principio como una figura casi sobrenatural, que se mueve casi fantasmalmente por las nocturnas calles parisinas y parece atraer la muerte y la desgracia a todo el que se acerca minimamente a su persona. Encarnando al susodicho tenemos a un por entonces desconocido Ben Whishaw presente en prácticamente todas las secuencias del film y haciendo un buen papel de retraído (sin llegar al caricato en que se convierte hoy día cada actor que intenta meterse en la piel de un autista o similar) que le valió el reconocimiento de la crítica y público y que supuso su trampolín a un Hollywood en el que se afincaría años después tras su debut en el cine puramente palomitero con Skyfall y El Atlas de las Nubes. Acompañándole tenemos a dos pesos pesados de la interpretación en papeles secundarios y que, sin embargo, no brillan especialmente, quizá porque firmaron el contrato ya con la intención de no esforzarse demasiado, dado que no eran roles protagónicos y nos encontramos, a fin de cuentas, ante una película de factura alemana. Por un lado, Dustin Hoffman, de quien no hace falta contar nada más, interpretando al perfumista que enseñará a Grenouille los misterios de la profesión, y por otro, el difunto Alan Rickman en su registro habitual encarnando a un noble de la ciudad francesa de Grasse que sufre un encontronazo con el asesino. Aunque son muchas las mujeres que aparecen en la peli, únicamente una, Rachel Hurd-Wood, tiene un papel lo suficientemente importante como para que su nombre aparezca en el póster que también protagoniza. Áctriz británica, debutó en el papel de Wendy Darling en Peter Pan: la gran aventura, la enésima adaptación de las aventuras del personaje de J.M. Barrie , y se prodigaría poco en el cine después del perfume, pasando por un papel secundario en una de las más recientes adaptaciones de El Retrato de Dorian Gray, interpretando a la doncella en apuros de Solomon Kane y, finalmente, recayendo en el cine regional catalán con un papel protagonista en Segon Origen (adaptación de El Mecanoscrit del Segon Origen, una reconocida novela de ciencia ficción catalana, con guión del difunto Bigas Luna) y, posteriormente, refugiarse en la televisión de su país natal, donde aún permanece. Completa el reparto, en su versión original y en la forma de voz en off que narra ciertos pasajes del film, el también difunto John Hurt, que nunca llega a aparecer físicamente en la historia.
Dirige la cinta sin grandes alardes pero aprovechando muy eficientemente el presupuesto el ya mentado Tom Tykwer, el cual contaba ya con un film de éxito entre la crítica, Lola, corre, Lola, y para el que El Perfume supuso su trampolín a Hollywood, terreno en del que, tras The International: Dinero en la sombra y El Atlas de las Nubes, su colaboración con las hermanas Wachowski (dos pelis que tuvieron un tibio recibimiento de la crítica y que no supusieron tampoco grandes éxitos económicos), se retiró para volver a su Alemania natal, donde, tras filmar un par de pelis de escasa repercusión se refugió en la televisión nacional e internacional donde, de nuevo, lo ha vuelto a petar como creador de una especie de Boardwalk Empire alemán, Babylon Berlin, y con Sense8, la aclamadísima serie de Netflix donde nuevamente colaboró con las Wachowski.
Y es que, entre subevenciones y asocicaciones con otras productoras, el presupuesto de la película llegó a elevarse hasta los 60 millones de dólares, lo que se tradujo en un diseño de producción cojonudo, digno de una superproducción americana de las grandes, con cientos de piezas de vestuario y extras, preciosos decorados y la contratación de grandes profesionales del gremio para sacarlo todo adelante, entre los cuales encontramos a La Fura Dels Baus, la reconocida compañía de teatro patria, a la cual se le encargó diseñar y coreografiar una escena clave del desenlace de la película.
La conjunción de elementos y el prestigio que ya arrastraba la novela de Süskind funcionó entre el público internacional. El Perfume recaudó en todo el mundo unos 135 millones de dólares y, aquí en España, sentó en las butacas a algo más de 1.419.000 espectadores, lo que para los canones de la década pasada es un triunfo absoluto. A esto último seguramente ayudaría la presión publicitaria ejercida por la cadena Antena 3 en su momento, cosa que nos recuerda el DVD que editó Filmax en su momento (aunque actualmente los derechos de distribución estén en manos de Divisa tras la caída de la productora de Julio Fernández) y del que llegó a haber hasta seis versiones distintas entre combos, packs con otras películas y ediciones de coleccionista. Este último hecho sea el que, lamentablemente haya conducido que, a día de hoy, cientos de ejemplares estén dando vueltas por almacenes de toda España, por lo que no es raro encontrarse la peli de segunda mano e incluso precintada saldada por 1 euro en una de las múltiples tiendas de DVDs "de ocasión" que se pueden encontrar en las grandes ciudades de nuestro país.
Y es que, si uno se para a pensarlo, El Perfume es una peli que entra muy bien por los ojos por su espectacular diseño de producción y fascina por la conjunción del mundo lujoso del perfumista y la sordidez del psychokiller. Pero, a la hora de la verdad, tampoco deja especialmente huella. Es una peli que puede gustar sin problemas y que incluso puede motivar a alguno a visionarla repetidamente o incluso a acercarse a pillarse el DVD saldado...pero no es lo suficientemente grandiosa como para llegar a más, lo cual no deja de ser irónico tratándose de una peli que narra el afán de un hombre por preservar la esencia de las cosas.
Por tanto, entra en esa categoría a la que pertenecen casi todas las pelis que he visto en mi puñetera vida, que tan poco se prodiga entre el fandom actual y a la que ya tradicionalmente defino como "Bien, sin más".







Título: Casanova (Casanova)
Director: Lasse Hallström
Año: 2005
Guión: Jeffrey Hatcher y Kimberly Simi
Intérpretes: Heath Ledger (Casanova), Sienna Miller (Francesca), Jeremy Irons (Pucci), Oliver Platt (Paprizzio), Charlie Cox (Giovanni Bruni), Natalie Dormer (Victoria Donato)

Compartiendo contexto pero trasladándonos a la Italia post- renacentista, tenemos una película opuesta en tono e intenciones a la que acabamos de comentar. Casanova parte de un guión comprado por Disney y pulido por Jeffrey Hatcher, principal guionista figurante en los créditos, que formaba toda una comedia alrededor de la figura de un Giacomo Casanova deseoso de retirarse de su libidinosa vida. Una premisa que llamó poderosamente la atención al director sueco Lasse Hallström, autor de Chocolat, Las Normas de la casa de la sidra y la práctica totalidad de los videoclips de ABBA, el cual se lanzó de cabeza al proyecto sin dudarlo. La peli fue vendida cojonudamente a las autoridades pertinentes y tuvo la fortuna de ser una de las pocas películas en ser rodada íntegramente en Venecia y la primera en la historia a la que se le permitió filmar una escena del legendario carnaval veneciano en plena plaza San Marcos, hechos que, para bien o para mal, encarecieron soberanamente la producción de la cinta, pues todos los materiales necesarios para el rodaje tenían que ser transportados por mar y el espacio ocupado por los sets suponía una molestia considerable para la localidad italiana (el cuanto llegó a suponer esto para los bolsillos nunca lo sabremos pues, por mucho que he indagado, no he sido capaz de encontrar una cifra aproximada del presupuesto que alcanzó la peli).
Porque igual nos reímos de como el término "Casanova" (o su equivalente castellano, "Don Juan") ha acabado con el paso de los siglos siendo un sinónimo de vividor y conquistador o, ya en los tiempos que corren, de fantasma y aguililla (así en tono irónico), pero para los expertos historiadores en la Italia de aquellos tiempos, la figura de Giacomo Casanova  tiene una importancia manifiesta, pues no en vano su posición social le permitió codearse con figuras de la talla de Mozart, Rousseau, Voltaire, Goethe o Catalina la Grande, zarina de todas las Rusias, hasta el punto de que sus memorias son consideradas una de las fuentes más fidedignas y valoradas sobre las costumbres de las clases altas de la Europa del XVIII.
Lasse Hallström sin embargo lo tenía claro, la película no iba a tratar a la figura histórica, sino a la exaltada figura literaria que el personaje supuso en su momento.
Así, la trama de la película nos narra como Casanova, perseguido fieramente por la Inquisición, es forzado por el Dux de Venecia a contraer matrimonio con una joven, sentar la cabeza y dejar de una vez la agitada vida que profesa. De entre todas las jóvenes de Venecia, el joven escoge a Victoria Donato, una doncella cuya virginidad ha sido preservada celosamente por su padre y que ha ocasionado que la susodicha se pase cachonda perdida las veinticuatro horas del día. Pero una vez cerrado el compromiso, Casanova cae, casi por accidente, locamente enamorado de Francesca Bruni, hija de unos nobles venidos a menos que ha sido prometida, a su vez, a un rico comerciante genovés y que escribo incendiarios panfletos feministas bajo un seudónimo masculino. Jugando a dos bandas, el amante de amantes intentará conquistar el corazón de su nuevo amorío al mismo tiempo que el Inquisidor más chungo del Vaticano es despachado a Venecia para lograr, de una vez por todas, apresar a Casanova y colgarlo de una soga,
Hallström y Hatcher compusieron una comedia alrededor del protagonista, pero yo antes que todo eso veo en Casanova una ópera sin cantos en toda regla. Desde esa trama cómica de enredos con muchos personajes que entran y salen de escena constantemente y con un número equivalente de subtramas y líos, perfectamente extrapolable a, por ejemplo, el argumento de Las bodas de Fígaro de Mozart; a las relaciones entre personajes en las que podemos encontrar paralelismos claros en el género operística (sin ir más lejos, la relación entre el criado de Casanova y su señor es prácticamente un calco de la que podemos ver entre Don Giovanni y Leporello en Don Giovanni o entre Fígaro y el conde de Almaviva, por seguir con la corriente "Mozartiana"), pasando por esos decorados súper artificiales y esos cromas digitales que hoy, en pleno 2018, cantan una barbaridad, pero que curiosamente ejercen un efecto positivo en el conjunto, en el sentido de que hay momentos en que casi parece que estás viendo un fondo de papel pintado y un escenario teatral. Todo ello redondeado por un elemento importantísimo a la hora de meter en situación y contexto al espectador y que refuerza la idea del símil operístico: una banda sonora compuesta de extractos de obras de compositores que desarrollaron su actividad en la Italia del XVIII (Haendel, Vivaldi, Durante, Albinoni, Rameau...) y de temas originales para los cuales el encargado de la misma, Alexander Desplat, realiza una genial labor al utilizar exclusivamente una orquesta conformado solamente por instrumentos utilizados en la orquesta de cámara  barroca. El resultado es una banda sonora en la que los temas son unen unos a otros de principio a fin, de manera muy continuista, acompañando a las imágenes casi en todo momento (apenas hay minutos de metraje en silencio musical). Junten todos elementos que he comentado y díganme ustedes si no estamos ante una ópera cómica hecha cine.
Y encarnando los distintos papeles de este circo tenemos a un grupo muy simpático en el que caras muy jóvenes se codean con veteranos de mil batallas. Y aunque estos últimos sean los que más respeto  merecen seguramente, las circunstancias que rodean a los menos curtidos son más interesantes.
En primer lugar encontramos a Heath Ledger como protagonista, una cara bien bonita y un tío bien buenorro para vender la peli a los jóvenes (Hallström desde luego, no era tonto), el cual se encontraba en aquel momento en la cúspide de su carrera, con Brokeback Mountain recien estrenada y Destino de Caballero, Monster's Ball y unos cuantos largometrajes de cierta consideración a sus espaldas. Eran años en los que el actor buscaba a toda costa un reconocimiento de su talento por parte de la crítica y la industria, y seguramente esta fue una de las "otras" producciones que el actor hizo, no sólo para sacar pasta sino para mantenerse en el estrellato, porque en cuanto al despliegue actoral tampoco es que esté especialmente brillante. Tres años más tarde el buscado elogio le llegaría tras su genial encarnación del Joker en El Caballero Oscuro pero, como todo el mundo sabe, ya póstumamente.
La comparsa femenina de Casanova esta interpretada por Sienna Miller, quien encaraba aquí uno de sus primeros papeles de importancia. A posteriori, su carrera ha combinado pelis indies, con cine mainstream de Hollywood, auténticos blockbuster veraniegos e inclusos pelis que han estado en primera línea en los Óscar, pero, al menos para mi parecer, nunca ha llegado a alcanzar un estatus de superestrella como otras actrices de su generación. Eso sí, su solvencia le ha permitido que, desde esta película, no le haya faltado trabajo en ningún momento, hasta el punto de llevar un ritmo de dos o tres pelis realizadas en un sólo año, lo que sin duda se puede llamar un triunfo profesional absoluto, ¿no les parece?.
Y para terminar con los yogurines, ya en papeles secundarios, tenemos a dos caritas muy jóvenes a las que hemos visto crecer y medrar en la última década. Con 23 añitos que tenían cada uno por aquel entonces tenemos, por un lado, al londinense Charlie Cox, el cual comenzaba por aquellos años a hacer sus pinitos como secundario en el cine y que tardaría unos cuantos más en obtener su primer papel protagonista en una adaptación a la gran pantalla de una obra de Neil Gaiman, Stardust. Años después continuaría apareciendo aquí y allá en cine y televisión hasta que ya en años recientes y gracias al boom de las series saltaría a primera plana en primer lugar por un papel principal en dos temporadas de Boardwalk Empire y en segundo, como no, por su interpretación del abogado ciego Matt Murdock y su alter ego superheroico Daredevil en las series de superhéroes Marvel producidas por Netflix. Por otro lado tenemos a la también británica Natalie Dormer debutando en el cine y encarnando a la vírgen veneciana Victoria Donato, un papel muy simpático y cachondo y una interpretación muy carismática que mostraba que la actriz apuntaba maneras. Al igual que a Cox, el ascenso a primera división le llegaría de mano de la proliferación seriéfila de los últimos años, gracias a su papel de Ana Bolena en Los Tudor y, sobre todo, por su participación en esa auténtica catapulta al estrellato que ha sido y es el Juego de Tronos de la HBO.
Como contrapartida a tanto intérprete con la pubertad recién pasada tenemos a un puñado de veteranos. El doblaje que hizo para el personaje de Scar en El Rey León fue lo que llamó la atención de Lasse Hallström para escoger a Jeremy Irons como villano de la función, ya que necesitaba de las dotes de un actor con la suficiente presencia como para resultar creíble como malo maloso y con las dosis de vis cómica requeridas para que no desentonara en el cachondeo que la peli pretendía ser. Lena Olin, actriz habitual del difunto Ingmar Bergman y esposa del propio Hallström interpreta a la madre de Francesca, mientras que Oliver Platt , actor con un poco de todo en su filmografía (sin ir mal lejos, la última vez que le vi fue encarnando a uno de los ridículos protagonistas de Mandíbulas), es el que se calza las vestiduras como el auténtico prometido de la doncella, cuya identidad es usurpada por Casanova. Cierra el plantel de secundarios conocidos Helen McRory, que así a lo pronto igual no dice mucho a la gente de mi edad, pero que ha sido una presencia recurrente a lo largo de la saga Harry Potter encarnando a Narcissa Malfoy y, actualmente, se encuentra rondando los ambientes televisivos con papeles recurrentes en la ya finalizada Penny Dreadful y en Peaky Blinders.
A pesar de que fue acogida bastante bien en su premiere en, como no podría ser de otra forma, Venecia, la buena fama de Casanova duró más bien poco. La crítica, si bien no se cebó excesivamente con ella, la calificó como algo mediocre siendo lo más positivo posible.
El público tampoco respondió como debería a la fama incipiente de su protagonista. La peli reacudó algo más de 36 millones de dólares en todo el mundo, cifra que se me antoja escasa para una producción de estas características. En España logró sentar a algo más de 433.000 espectadores en las butacas.
Haciendo la comparativa con la previamente comentada El Perfume, esta última le sacó, tan sólo un año después, 100 millones de dólares de ventaja en taquilla y casi un millón en número de espectadores españoles. Contando con esto, creo que aun desconociendo las cifras presupuestarias que manejó Casanova, se puede considerar esta como un fracaso en toda regla.
Y, sin embargo, cuando me paro a pensar en ella, mis sensaciones se resumen en que, al igual que El Perfume, es una película que metería sin problemas en la categoría del "Bien, sin más" (no es una mala película ni de coña) , pero a diferencia de esta, si revisioné Casanova pensando en lo que me sorprendió y gustó para bien en su primer visionado, y no por mera curiosidad para comprobar como le habían pasado factura los años. Teniendo en cuenta esto y sumándolo al entretenimiento y diversión proporcionados...pues sinceramente, creo que en el choque entre ambos films, gana la peli de Hallström de calle. Super divertida y recomendable.


martes, 8 de enero de 2019

ESPECIAL FIN DE AÑO: Mis 5 películas favoritas de 2018


Se va el 2018, el año de la moción de censura, del presidente golpista Sánchez (notese la ironía), del auge de VOX y de tantos otros maravillosos  acontecimientos que han acontecido en nuestro país. Pero también ha sido un año en el que me he comido la nada desdeñable cifra de 32 estrenos cinematográficos y, quitando tres o cuatro de ellos, todos me los he visto en pantalla grande. Otro año en el que al igual que el anterior volvemos a encontrarnos con un panorama en el que ser excelso o, por el contrario, asquerosamente malo resulta una tarea compleja, encontrándonos con una inmensa mayoría de producciones situadas en el intervalo entre lo mediocre y lo aceptable, esa maravillosa categoría que me gusta llamar "las del bien, sin más". 
De entre todas las pelis que me he tragado, triunfan aplastantemente las grandes producciones de Hollywood de este año, confirmando una vez más que, le pese al crítico que le pese, esto es lo que verdaderamente gusta al público cuando está bien hecho. Por lo demás ,también ha sido un año en el que he podido comprobar que haciendo oídos sordos a cualquier tipo de comentario procedente del fandom "freak" es como verdaderamente uno disfruta de las producciones fantásticas, ajeno a toda la bilis y el odio injustificado vertido por este público que parece haberse olvidado de todo el rechazo al que fue sometido en tiempos pasados.
Termino la introducción no sin antes recordar que esta es mi opinión personal basada en mis gustos aún más personales y que, dado que es tarea imposible abarcar toda la producción audiovisual de todo el año, es posible que me haya dejado por ahí alguna obra maestra o una puta mierda infecta sin tocar, pero ante todo compongo este ranking únicamente en base a lo que he podido ver. Abrirá el artículo un par de menciones honorables, a las cuales seguirá el top 5 de favoritas de este año, seguido de la peli que más me ha sorprendido, para bien o para mal, de este año; la gran bazofia del año y un apartado final donde con un par de frases para cada peli, repaso todos los estrenos que me he dejado en el tintero durante el resto del artículo.
Sin más, disfruten del texto si quieren y pueden y, por supuesto, feliz año nuevo.

MENCIÓN HONORABLE: EL REGRESO DE MARY POPPINS de Rob Marshall


Auténtico pavor le tenía a esta secuela estrenada más de 50 años después de la obra maestra original, una de las mejores películas que Disney produjo en su historia y protagonizada por una figura para la cual yo ya no es que desarrollara gusto o admiración sino directamente un amor platónico. Rebootear Mary Poppins me causaba el mismo terror que ver a un ser querido jugarse la vida inconscientemente. Y sin embargo, jugando la carta de la nostalgia, Disney me ganó a los pocos minutos de película cuando la niñera favorita de todos desciende de los cielos agarrada del extremo de la cometa que el señor Banks arregló al final de la peli original.
El regreso de Mary Poppins es a su predecesora lo que El Despertar de la Fuerza fue a la Star Wars original, una película prácticamente idéntica en lo argumental en la que introducen algunos conceptos nuevos para modernizar un poco el ambiente y recalcan los elementos chungos del universo de la niñera para que estos te salten  a la cara directamente en lugar de estar presentados con la sutileza de la original. Y aunque esto pueda parecer contraproducente para la cinta, todo deja de importar en cuanto suena la música y nos metemos en el torbellino de locura y fantasía conjurado de la nada por Mary, el ser más poderoso y omnisciente del universo conocido. Y es que hay veces que hay dejar de lado las putas mierdas, el aire crítico y la seriedad del que ya es crecidito para volver a ser un crío de nuevo, como no nos paran de recordar cada cinco minutos de metraje.
Emily Blunt sorprende para bien ante la descomunal tarea de ponerse en los zapatos del papel que le dio a Julie Andrews el Oscar en 1965, quizá demasiado risueña en su interpretación para lo que debería ser la niñera, pero algo que perfectamente puede transmitir insconcientemente porque ¿como no estar en una puta nube cuando estás protagonizando una peli de Mary Poppins? 
Le acompañan en el reparto Ben Whishaw, el prota de El Perfume y Q en las últimas entregas de la saga de James Bond; Lin-Manuel Miranda, actor de musicales y compositor amoldado al estudio Disney tras su trabajo en la Banda Sonora de Vaiana y las pequeñas aportaciones de Meryl Streep, Colin Firth, Angela Lansbury, David Warner y el nonagenario Dick Van Dyke, que básicamente se marca un tema en el que le hace un corte de mangas metafórico a los que ya le daban por muerto y enterrado mientras se marca unos pasos de baile que son una auténtica proeza para un señor de su edad.
Y si la peli no está más alta en mi lista es porque, con todos sus pros y contras, una banda sonora memorable (detalle bastante importante para un musical de estas características) habría hecho ganar enteros a la misma, y este no ha sido el caso. De entre todos los números musicales que pueblan la peli, únicamente me quedaría con un par de ellos que verdaderamente dejan poso y se te quedan en la cabeza después del visionado. Pero claro, también es imposible comparar el titánico trabajo que los hermanos Sherman se marcaron en el pináculo de su carrera con el que hace Marc Shaiman aquí, como también es absurdo comparar la buena mano de Rob Marshall, curtido con Chicago, Nine e Into The Woods en el mundo del musical, con la autoritaria y tiránica, pero no por ello menos magistral, supervisión que ejercía el viejo Walt en sus tiempos. 
Y es que al final el problema de El Regreso de Mary Poppins es el que tienen absolutamente todos los remakes y reboots de pelis míticas...que el lastre de la original es excesivamente grande.
En cualquier caso merece una mención porque se trata de una peli que tenía todas las papeletas para ganarse mi odio y mi repudia más absoluta, pero que, aún con todos sus defectos y virtudes, me ha acabado gustando al final.

MENCIÓN HONORABLE: ANIMALES FANTÁSTICOS: LOS CRÍMENES DE GRINDELWALD de David Yates



Auténticas oleadas de mierda y odio le han caído a esta película por parte de un fandom compuesto en gran parte de gente de mentalidad completamente cerrada. J.K. Rowling no es tonta, y por algo está donde está hoy día, y aunque lo fuera, esta es su creación original y puede hacer con ella lo que quiera.
Yo, como niño de los 90, me he criado con la saga de Harry Potter y si bien no soy un fan loco, es un producto que me gusta y con el que me he flipado como el que más en su momento. Con todo esto, estoy absolutamente fascinado con la labor de deconstrucción de su propio universo que está haciendo J.K. con esta saga de Animales Fantásticos, metiendo toda la oscuridad y aspereza que un producto como estos puede soportar (y que, por supuesto, la saga del niño mago no tenía); construyendo personajes que ya no son blancos y negros, sino que se mueven en un mundo de grises; y dejándonos caer que igual todo lo que damos por sentado del universo Harry Potter no es como nos lo han contado en realidad...al final, la historia la escriben los vencedores y todo eso.
Polémica trajo la decisión de incorporar al reparto a Johnny Deep como el mago oscuro Grindelwald. El actor, encasilladísimo tras su sobreexplotación a manos de Tim Burton y de la saga de Piratas del Caribe y una muy mala racha de adicciones a sustancias nocivas para la salud, consigue no dar asco para nada e incluso aportar algunos matices y buenas ideas a un villano que, igual no tiene la presencia del innombrable Voldemort, pero desde luego tiene papeletas de sobra para convertirse en un personaje mucho más interesante. 
Jude Law, por su lado, encarna a una versión de Albus Dumbledore completamente alejada del anciano venerable que todos conocemos. Cínico, pasado de todo y con una prepotencia que roza la megalomanía. Son algunos de los rasgos que transpira el personaje y que le sientan como un guante al actor británico que, junto al antes mencionado Grindelwald, componen las piezas centrales de un juego estratégico que está por desarrollarse en el mundo mágico y que recuerda poderosamente al panorama que se respiraba en Europa poco antes de la Segunda Guerra Mundial.
Junto a las nuevas incorporaciones tenemos los ya habituales de la saga, el grimoso Eddie Redmayne, la sosez de Katherine Waterston, los simpáticos Dan Fogler y Alison Sudol y la presencia de Ezra Miller, que va ganando puntos como actor con cada performance.
Dirige David Yates en la que es su sexta colaboración con el universo de J.K. Rowling y que demuestra ser un director de estudio como la copa de un pino.
No es tan redonda como su predecesora y tiene las virtudes e inconvenientes de las películas que actúan como transición  entre dos grandes actos de una saga, pero ya sólo por las ideas que incorpora, atrevidas para el mundo ficticio en el que nos movemos, merece una consideración, sobre todo viniendo de parte de un "Potterfan" de toda la vida. 

5- GORRIÓN ROJO de Francis Lawrence



Empezamos el ranking con una peli que ocupa el puesto en el que otros tantos de los estrenos que me he comido podía fácilmente haber entrado, incluyendo a las menciones honorables ya comentadas. Y es que si al final me he decidido por incluir a Gorrión Rojo en la lista es por dos sencillos conceptos.
Por un lado se trata de una peli de espías de puta madre, muy bien llevada y ambientada en el privilegiado escenarios que son los entresijos de la rusa actual, para la ocasión, no tan alejada de la que podemos en cualquier ficción situada en el período soviético del país.
Por otro, es un auténtico vehículo de lucimiento para la arrolladora personalidad de Jennifer Lawrence, en un papelón a medio camino de sus trabajos más palomiteros (Los Juegos del Hambre, X-Men, etc) y sus interpretaciones con intenciones de buscar un galardón, de las que El Lado Bueno de las Cosas y Joy serían los dos ejemplos más reconocidos (siendo la primera la que la hizo merecedora del Óscar a mejor actriz).
Para llevar ambos conceptos por buen camino la peli se vale de una violencia bastante cruda e incómoda pero muy bien utilizada (y que pega cojonudamente con estos tiempos de #MeToo y persecución al depredador sexual hollywoodiense) y, no vamos a negarlo, de unas escenas sexuales y unos desnudos que producirán una buena hiperventilación a cualquiera con la líbido suficiente, para las cuales contamos con una JLaw ya más despreocupada de su físico a la que ya se le ve más imperfecta y, a consecuencia, mil veces más atractiva que en anteriores ocasiones. Muy seguro es que estemos ante el pináculo de belleza que la actriz va a demostrar en toda su carrera.
Redondean la cinta una dirección que, de la mano de Francis Lawrence (director de Soy Leyenda, Constantine y casi toda la saga de Los Juegos del Hambre) nos deja unos cuantos planos memorables (especialmente en los primeros compases del film), y una banda sonora de James Newton Howard que tira fuertemente de referencias clásicas y de los compositores soviéticos de principios del siglo XX.
Una estreno de este año a tener cuenta, sin lugar a dudas.


4- LA NOCHE DE HALLOWEEN de David Gordon Green



El que se haya paseado por este blog se habrá dado cuenta enseguida de que uno de los géneros que más me atrae y me anima a escribir sobre él es el terror. Y sin duda, el estreno de 2018 más esperado por los fans y que, finalmente, se ha llevado el reconocimiento tanto de crítica como de público ha sido el reboot de la saga Halloween. Obviando el buen puñado de secuelas que tuvo La Noche de Halloween original entre los 80 y los 90, el remake de 2007 de Rob Zombie y su continuación, este reboot, abalado desde un principio por el mismísimo John Carpenter, se presenta como una secuela directa de la original ambientada 40 años despues de los acontecimientos de la misma.
Regresa después de tantos años Nick Castle, aquel que se pusiera por vez la blanca máscara de Michael Myers, y Jaime Lee Curtis, ya lejos de su rol de scream queen ochentera, envejecida y armada hasta los dientes para enfrentarse al implacable psychokiller. Junto a ambos, Judy Greer y una chavalita, Andi Matichak, encarnando respectivamente a la hija y nieta de Laurie Strode. Tres generaciones de mujeres de una misma familia enfrentándose al terror y la muerte encarnada en una peli que no se aprovecha de dicha condición para meternos el discurso feminista de turno tan de moda que ya resulta cansino.
David Gordon Green, director estrechamente vinculado a la comedia (Superfumados, El Canguro, Caballeros, Princesas y otras bestias...) es el capitán del navío junto a su segundo a bordo, Danny McBride, encargado de los guiones para la ocasión. Partiendo el proyecto de la mente de este dúo uno podría echarse a temblar ante la posibilidad de que el enésimo intento de dignificar la saga se convirtiera en una parodia de la misma. Y sin embargo, estamos ante una cinta de terror sin ningún atisbo de cachondeo, que comienza con la intención de crear un ambiente de terror atmosférico (como la original de Carpenter, aunque sin rozar siquiera la excelencia de esta) y se va transformando en un slasher al uso conforme progresa la acción, todo ello rodado de manera muy efectiva pero sin grandes alardes, aunque Gordon Green se reserva un momento para marcarse una sacada de chorra con un plano secuencia en el que Michael Myers regresa a Haddonfield, se hace con un cuchillo y durante varios minutos es seguido por la cámara mientras comete sus primeros asesinatos en el pueblo, con algunos momentos bastante chungos de por medio y todo ello ambientado con un remake del tema original de Halloween rehecho para la ocasión por el propio Carpenter.
Al final uno se da cuenta de que esto es en esencia una peli hecha por fans y para fans pero con el máximo respeto posible y alejado de cualquier atisbo del asqueroso postmodernismo que plaga al fandom moderno. Muy digna cinta para una saga de slasher que a lo mejor  no tiene tanta fama de icono cultural como Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street, pero que siempre va a quedar como la predecesora de un género entero. Muy posiblemente la mejor de la misma tras la original del 78.


3- MISSION IMPOSSIBLE: FALLOUT de Christopher McQuarrie



Ultramegafan soy de esta saga de películas, sin duda una de las más icónicas y memorables de la historia del cine de acción. Sus tres últimas entregas no han hecho sino copar mis expectativas e incluso superarlas con cada episodio nuevo. Y si con Protocolo Fantasma la saga se modernizo y adaptó al concepto moderno del cine de acción, con Nación Secreta y esta Fallout ha adquirido algo que apenas comparte con el resto de entregas, una unidad narrativa. 
Y es que esta sexta parte actúa como una secuela directa de su predecesora, con un Ethan Hunt más paranoico que nunca persiguiendo a los restos del terrible Sindicato, los enemigos de la Fuerza de Misión Imposible en Nación Secreta, bajo la inquisitiva mirada de August Walker, un agente del FBI colocado por los mandamases para mantener en raya a la FMI, y encontrándose de nuevo con la espía británica Ilsa Faust, embarcada en su propia misión de venganza personal.
Tras los diez minutos iniciales donde se nos presentan todos los detalles de la trama que necesitamos conocer, el resto del metraje se compone de escenas espectaculares, persecuciones frenéticas, tiroteos y ostias como panes cojonudamente filmadas. Para el recuerdo quedarán la persecución final en helicóptero (el clásico momento "over the top" que tienen todas las pelis de la saga) y la brutal pelea a puñetazo limpio que Ethan Hunt y Walker mantienen con unos chungos en el baño de un garito parisino.
Repiten junto al imparable Tom Cruise los ya habituales Ving Rhames (el único junto a Cruise que lleva apareciendo en la saga desde la primera entrega)y Simon Pegg; retoman sus papeles de las dos entregas anteriores Rebecca Ferguson, Sean Harris y Alec Baldwin, y se incorporan al reparto Angela Bassett y un fantástico Henry Cavill que viene acompañado del infame mostacho que tantos problemas dio a los realizadores de La Liga de la Justicia.
Quizá peque de predecible y algo tópica, pero la diversión que proporciona esta saga a estas alturas no tiene casi parangón en su género. Tal es así que críticos y público se han tenido que bajar los pantalones hasta Cruise, McQuarrie y compañía, llegando algunos a considerar a este pepino de película como una de las mejores cintas de acción de todos los tiempos.
Está muy bien comerse una peli serie y trascendental de vez en cuando, o fliparse con el trasfondo de un drama de los de toda la vida, pero nada se compara a pasarselo como un puñetero enano en una sala de cine, y esta saga es hoy por hoy uno de los máximos exponentes de esto junto a unos caballeros que están a puntito de aparecer por aquí.



2- TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS de Martin McDonagh



De todas las pelis que fueron a los Óscar a principios de este año, la única merecedora de ser recordada en años futuros es esta. Guión impecable, la aspereza de la América rural y una historia y una construcción de personajes que muestra los dos cojones bien gordos que tiene su realizador, Marin McDonagh.
La peli se vende por la historia pero triunfa por las interpretaciones.Woody Harrelson y Frances McDormand dan todo un recital, pero el que se lleva la palma y por lejos es un Sam Rockwell metidísimo en su papel de policía redneck, impostando el acento y andando como si le hubieran roto el culo durante todo la peli. Espectaculares los tres.
Por supuesto la honestidad y la sencillez que emana el cine indie se contagia enseguida al espectador que simpatiza automáticamente con la cinta, mucho menos ambiciosa que otras pelis con las que competía ese año, como Lady Bird, El Instante más Oscuro o la premiada La Forma del Agua (que no nos engañamos, también son buenas películas). Así, la crítica supo ver la excelencia del film, otorgándole dos merecidísimos Óscar a McDormand y Rockwell y teniéndola en cuenta como uno de los mejores ejemplos de cine de su año.
Poco más hace falta decir. Una de las imprescindibles de este año pero de lejos. Fascinante.


1- VENGADORES: INFINITY WAR de Joe y Anthony Russo



No poner esta peli en el primer puesto de mi lista sería un ejercicio tremendo de hipocresía por mi parte. Diez años de pelis de superhéroes, de evolución de personajes, de tramas conectadas, de elementos que han ido uniendo los puntos hasta llegar a esto, la quintaesencia del género, la prueba de que se puede plasmar un evento comiquero en la gran pantalla con la debida preparación y de que Marvel es la productora reina de las pantallas de esta década.
Ver esto en pantalla grande es para un fan de los tebeos de enmascarados lo mismo que sufrir siete orgasmos seguidos. La fórmula de entretenimiento para toda la familia, que contenta al público estándar y a fans acérrimos por igual, llevada al extremo y que, servida de la mano de las mejores tecnologías digitales que la industria tiene a su disposición nos regala momentos de epicidad extrema (esa llegada de Thor a Wakanda, esa humillación a Hulk a puñetazo limpio al comienzo de la peli, la reaparición del Capi...por no hablar de ese desenlace que habrá dejado con el culo torcido en la butaca a más de uno) rodados por la mano maestra (siempre hablando en términos de cine palomitero) de los hermanos Russo, que tranquilamente se pueden marchar por la puerta grande del género tras haberse currado algunos de sus mejores ejemplos habidos por haber.
Tanto poder económico financiando esto nos ha permitido que hoy podamos ver en un casting reunidos a prácticamente todas las grandes estrellas del momento (Robert Downey Jr., Chris Evans, Scarlett Johansson, Benedict Cumberbatch, Chris Hemsworth, Chris Pratt, Bradley Cooper, Vin Diesel y un largo etc) a los que se une para la ocasión el gran Josh Brolin que con su Thanos nos ha dejado un villano de los que deja huella y que será recordado seguramente en años venideros como uno de los más grandes de la historia del audiovisual.
Y al final, la principal razón por la que me meto en una sala de cine es para pasar un buen rato (ya si nos dan algo con trasfondo o artísticamente reseñable mejor que mejor), y, sin duda, el mayor momento de diversión, de flipada, de estar punto de levantarme de la butaca y aplaudir, incluso de retorcer mis expectativas y dejarme con la boca por el suelo lo he vivido con Infinity War. Un merecidísimo primer puesto que además no hace sino recalcar como el cine de superheroes, antaño uno de los niños feos de Hollywood, es ahora el rey de la fiesta.


LA SORPRESA DEL AÑO: ERREMENTARI: EL HERRERO Y EL DIABLO de Paul Urkijo




Aquellos que me conocen personalmente sabrán que soy particularmente reacio a consumir cine español. Desde los 90 además el cine de género patrio ha vendido la moto de querer ser una muestra cultural propia de España cuando lo que ha hecho en la mayoría de casos ha sido copiar el modelo americano pero de mala manera y nunca reconociendo esa influencia. 
Aun así, llevamos unos cuantos años de repunte del cine patrio que parecen estar llevándolo por buen camino y nos hacen pensar en tiempos pasados que fueron mejores. Errementari es, sin duda, uno de esos casos.
Una muestra de cine fantástico que hunde sus raíces en la mitología de nuestro país adaptando una leyenda popular del país Vasco que narra los tejemanejes entre un herrero de un pueblo perdido de la mano de Dios y el diablo con el que hizo un pacto. Una peli que presenta una propuesta completamente honesta en la que si tiene que aparecer un demonio con tridente, cuernos y el rabo acabado en flecha o unas puertas del infierno con sus condenados en paños menores haciendo cola para entrar se muestra tal y como se describen, sin moderneces de ningún tipo.
Un diseño de producción acojonante; un genial trabajo de Kándido Uranga y Eneko Sagardoy, los personajes principales del film y una muy loable labor de dirección para el debutante Paul Urkijo, que firma con este su primer trabajo en imagen real.
Merece mucho la pena y supone todo un golpe de realidad para alguien como yo que, sistemáticamente, ignora todo el cine español que llega a las pantallas. Me congratula comprobar que hay menos mierda producida hoy día en nuestro país de la que yo pensaba.


LA PUTA MIERDA DEL AÑO: JURASSIC WORLD: EL REINO CAÍDO de Juan Antonio Bayona


He tenido en consideración diversos candidatos para incluir esta sección. Perfectamente podría haber entrado aquí la peli del Slenderman o ese capítulo de Narcos alargado y estropeado que es el Loving Pablo de Fernando León de Aranoa. Pero mientras estas son ejemplos malos, fallidos, de cine de terror y drama respectivamente, Jurassic World: El Reíno Caído falla incluso en llegar a ser lo que pretende desde un principio. 
Lo que se promocionó desde un principio como una vuelta al Parque Jurásico original, en esencia, una peli a medio camino entre el cine de catástrofes y el terror con monstruos de por medio se convierte en una comedia involuntaria de manos de un guión que es una auténtica catástrofe. Giros que aparte de previsibles son ridículos, actitudes de personajes que en cualquier país civilizado les valdría una condena de prisión perpetua, los estereotipos llevados al extremo, un final con un Deus Ex-Machina del tamaño de un T-Rex y, por supuesto, una trama que se nos vendió de una forma para luego convertirse en un remake parcial de El Mundo Perdido
Yo puedo suspender mi incredulidad cuando enfrento una peli de estas características para perdonar sus fallos lógicos (precisamente lo que hice en su momento con Jurassic World), pero cuando en una película debería estar en tensión por la situación y en su lugar me estoy descojonando es que algo ha ido mal , muy mal.
Sin embargo, las comidas de polla por parte de público y crítica no se hicieron esperar y no pocos llegaron a catalogarla como la mejor entrega desde el Parque Jurásico del 93. Yo entiendo (que no defiendo) el interés de los profesionales de la industria cinematográfica patria por defender a capa y espada todo lo que tenga una mínima participación española, pero comparar el trabajo de Spielberg en la original con esto es como comparar a Dios con un gitano.
Y es una pena, porque sin duda el que menos culpa tiene de esto es Juan Antonio Bayona quién no sólo pone mucho empeño en que la labor de dirección salga bien sino que se curra algunas secuencias (ese final en la mansión que respira Hammer por todos los poros, o el inicio de la peli con el mosasaurio de por medio) que son, francamente, dignas de elogio. La peli será una patata y el guión será de risa, pero desde luego Bayona demuestra que es uno de los profesionales que mejor se maneja en una peli de efectos especiales que haya ahora en la actualidad, hasta el punto de que no me extrañaría en absoluto que la todopoderosa Disney le llamara a filas próximamente para uno de sus monumentales proyectos. Desde luego en una peli de superheroes este señor se luciría.
En cuanto al tema intérpretes tenemos a la monótona Bryce Dallas Howard encarnando a una protagonista que ha pasado de sierva acérrima del capital a activista de Greenpeace en meses; a un Chris Pratt que corre un peligroso riesgo de encasillarse en su rol de "héroe chulo pero buen rollero a lo Indiana Jones" de por vida; al simpático James Cromwell protagonizando todo un "retcon" (ese recurso que los fans aman u odian dependiendo de si la película que lo utiliza es de las que toca adorar o condenar); a la colegui de Bayona, Geraldine Chaplin; a Rafe Spall y Toby Jones encarnando a los villanos más intrascendentes que recuerdo en mucho tiempo; a una niña, Isabella Sermon, que protagoniza el giro de guión más estúpido de toda la peli; al chino B.D.Wong que debería venerar a este reboot de la saga por haberle sacado del ostracismo más ruin en el que se encontraba; y a un Jeff Goldblum cuya participación en el film se reduce a los breves minutos que todos los trailers nos enseñaron.
Jurassic World jugó la carta de la nostalgia y logró que perdonáramos sus fallos. El Reino Caído no tiene esa ventaja y fracasa completamente al intentar salvarse de la quema. 
No puedo negar que uno de los momentos más divertidos que he vivido en una sala de cine este año ha sido tragarme esto con un futuro doctor en Paleontología al lado resoplando todo el rato y murmurando "Que es esta mierda..." para sí durante toda la peli. Como tampoco puedo negar que espero con ansias una tercera parte del reboot en el que los reptiles evolucionen y empiecen a hablar, aparezca el bebé Sinclair y lo que empezó como una secuela de Parque Jurásico acabe convertido en una precuela de la mítica serie Dinosaurios que veíamos de pequeños por la tele.
Créanme que visto el rumbo mostrado por esta película, todo es posible.



LO QUE SE QUEDÓ EN EL TINTERO...


- El Hilo Invisible: Tras una peli floja y una puta mierda descomunal, Paul Thomas Anderson permite que recuperemos algo de confianza en él con esta historia de bichos raros y amor extremo. Eso sí, para ser la despedida de Daniel Day-Lewis del mundo del cine, este no brilla especialmente. Simpática.

- Black Panther: A pesar de estar extremadamente sobrevalorada por público y, sobre todo, por una crítica deseosa de caer bien a cierto sector de la población, es una peli de Marvel Studios con todas las letreas y, por tanto, significa entretenimiento y diversión pura. Especialmente memorable es la estética que capta a la perfección la fusión de mundo africano tribal y tecnología futurista que es Wakanda en los tebeos y la performance de Michael B. Jordan como el villano de la función.

- La Forma del Agua: Un empaque muy bonito para una historia que hemos visto mil veces. Esto es lo que ofrece este remake no confeso de La mujer y el monstruo que le valió un Óscar para Guillermo del Toro. Una buena peli pero no el mejor del mexicano.

- Loving Pablo: Como he dicho antes, un capítulo de Narcos estirado por dos horas y quitándole todo lo que podía hacerlo interesante. Una prueba más de que la Escobarexploitation es una realidad hoy día. Javier Bardem me da un asco tremendo pero por lo menos intenta estar a la altura de la figura a representar. Penélope Cruz aún tiene que demostrarme que merece recibir el calificativo de actriz. Todo esto unido a la estúpida decisión de rodar una peli ambientada en Colombia con actores españoles hablando inglés con acento supuestamente latinoamericano. Un despropósito, una basura.

- Tomb Raider: Todo lo bueno que tuvo el reboot videojueguil de las aventuras de Lara Croft brilla por su ausencia en esta adaptación. Un pasapantallas al que ni la preparación física de Alicia Vikander, ni el intento de calcar la estética del videojuego ni la presencia del gran Walton Goggins en el reparto salvan de la mediocridad más vacía.

-Pacific Rim: Insurrección : Los fans de la primera se quejaron de pocos robots peleando con pocos monstruos. En esta tenemos un buen puñado de ambos. Con la presencia de John Boyega, el negro de Star Wars, y con los ojos puestos más en el mercado Chino que en el occidental, la peli repite los esquemas de la primera parte, incorporando algunos conceptos pero sin ofrecer nada nuevo ni especialmente memorable. No obstante, es entretenida.

- Deadpool 2: Sin las trabas de tener que narrar una historia de orígenes, esta secuela madura más su naturaleza como casi una parodia del cine de superheroes que, no obstante, va acompañada de unas escenas de acción cojonudísimas. Con menos que su predecesora pero mejor incorporados a la acción, la peli se vende por Ryan Reynolds pero triunfa por el Cable de Josh Brolin y por los guiños cómplices con el público comiquero. Buena.

-  El Hombre que mató a Don Quijote: El proyecto maldito de Terry Gilliam, un director que no me hace especial gracia por otro lado, no supo estar a la altura de su leyenda. Sin ser una mala película, me vería mil veces antes Lost in La Mancha, el documental sobre el calvario que tuvo que pasar el hombre cuando rodar este film por primera vez.

- Ant-Man y la Avispa: Más Marvel y más de lo mismo en una secuela que coge todo lo bueno que tenía la primera peli del Hombre Hormiga y lo potencia añadiéndole esta vez un villano con carisma y trasfondo a la mezcla. Muy divertida, como todas las del estudio.

- Los Increíbles 2: La esperadísima secuela de una de las pelis más queridas de Pixar juega bien sus cartas para no quedar especialmente detrás de su predecesora, ampliando además su particular universo superheroico de cara a futuras secuelas. Bien, sin más.

- Venom: Desde el primer momento fue un error currarse una peli de un personaje casi incapaz de sostener una historia por sí solo alejándole completamente de su némesis, Spiderman. Si a esto le añadimos unos tijeretazos de la productora, especialmente en cuanto a violencia y mal rollo , que se notan un huevo en el montaje final, tenemos una peli de superheroes de las flojas. No obstante, el diseño del personaje se merece todos los dieces del mundo. Si resuelven los fallos en futuras secuelas puede que estas si que sean películas a considerar de verdad.

- First Man: El primer proyecto del joven maestro Damien Chazelle que se aleja completamente del mundo del jazz nos dio un biopic de Neil Armstrong aburrido en lo personal, interesante en lo profesional pero, sobre todo, honesto, pues no se corta en mostrar como la carrera espacial se puso en marcha por motivos puramente políticos y como esta dejó todo un reguero de cadáveres a su paso. Ryan Gosling es posiblemente el pero actor mejor considerado por la crítica y el público. Un puto carapalo al que cualquiera de los secundarios del film le adelanta por la derecha sin problemas. No va a marcar escuelita pero demuestra que Chazelle es muy prometedor e incombustible.

- Bohemian Rhapsody: Quitando el subidón que da la música de Queen, la peli se hace aburrida por momentos lo que me hace pensar dos cosas, o bien la historia del grupo no es tan apasionante como nos han hecho creer o ha habido unas cuantas cagadas importantes de guión durante su realización. Visto todos los problemas que dio Bryan Singer durante el rodaje, me inclino por esto último. Rami Malek se curra una imitación de Freddie Mercury digna de elogio, sobre todo teniendo en cuenta la errónea decisión física que suponía incorporar al reparto a un actor todavía más feo que el propio Freddie. Ver un concierto de Queen en pantalla grande es una pasada, pero al final la peli es un bien, sin más.

- Overlord: "Zombis" y cine bélico sin contemplaciones metido en una coctelera. El trago resultante es satisfactorio, sobre todo en los momentos más ajenos al cine de terror. Es la adaptación de los Wolfenstein viejos que nunca tendremos. Bien, sin más.

- Malos Tiempos en El Royale: A pesar de moverse por terrenos conocidos, tuvo un par de momentos de volarme la puta cabeza de las sorpresas que me dio. Un reparto y una construcción de personajes envidiable para una peli que supuso toda una sorpresa para bien. Mucho mejor que la sobrevalorada La Cabaña en el bosque, el trabajo previo de Drew Goddard. Chulísima.

- Suspiria: Remakear el clásico de Argento era un desafío colosal. El italiano Luca Guadagnino, fan confeso de la película, nos honra marcándose una peli que coge conceptos del Suspiria original para montar una cosa totalmente distinta. Es cine de terror de arte y ensayo, que nunca me ha hecho especial gracia pero al que salvan las bases de las que parte, un reparto en plenitud (geniales Chloe Moretz, Tilda Swinton haciendo tres papeles distintos y la mejor interpretación  de la sosa de Dakota Johnson hasta la fecha), unas coreografías arrebatadoras y una violencia visceral pero que no resulta truculenta ni perturbadora, básicamente porque esta mostrada como algo bonito y no como algo que busque despertar la incomodidad del espectador. A años luz de la original pero salvable al fin y al cabo.

- Viudas: Estuve toda la peli con la mosca detrás de la oreja pensando en como me recordaba en tono a Perdida de David Fincher, para enterarme al final de que ambas pelis compartían guionistas. Juega en la misma liga que la susodicha y pega los mismos volantazos locos de guión que esta. Me hizo enamorarme de la rubia gigante Elizabeth Debicki y acojonarme de la presencia de Viola Davis. Entretenida, pero habrá que ver como funciona en futuros visionados conociendo ya las sorpresas de la trama.

- Mortal Engines: La enésima adaptación de una saga de novelas juveniles que ha supuesto el gran fracaso de taquilla del año a pesar de contar con el nombre de Peter Jackson en la producción. Visualmente muy chula, argumentalmente excepcionalmente formulaica. Una peli que además coge los mejores conceptos que tiene y los desprecia dejándolos a un lado. Por otro lado, se agradece que se prescinda del clásico amorío juvenil entre protagonistas por una vez. Es mediocre pero ni de lejos tan infame como la gente dice. Para aquellos que esten familiarizados con el fantástico juvenil, es mejor que Crepúsculo pero peor que El Corredor del Laberinto, por ejemplo.

- Aquaman: Estéticamente es la releche. El carisma de Jason Momoa es incuestionable, y la pericia de James Wan como director de estudio incuestionable. Si DC decide llevar estos derroteros a partir de ahora, nos esperan grandes cosas. No obstante, y ya poniendo el chip de comiquero, me parece que aún pecan de cobardes al no zambullirse hasta el fondo en el espíritu de los tebeos que adaptan y en el concepto de universo compartido, lo que ha hecho que Marvel esté donde está ahora en el terreno cinematográfico. Wonder Woman sigue siendo la peli de este Universo Cinematográfico DC más redonda hasta el momento. Este Aquaman, sin embargo, no pasará del bien, sin más.

- El Instante más Oscuro: El recital de interpretación de Gary Oldman es lo que corona a un biopic que, como todos los que merecen la pena, retuerce un poco los acontecimientos históricos en pro del entretenimiento y el ritmo cinematográfico. Merecidísimo Óscar al mejor actor para una peli a la que verdaderamente merece la pena echarle un vistazo.

- Lady Bird: Un coming of age cuya historia hemos visto mil veces y en mil formatos. Me fascina como una directora adscrita al arte y ensayo más extremo se desprende de todo ello para currarse una labor de dirección super estándar en cuanto ve una oportunidad de hacerse un hueco en Hollywood. Mediocre.

- Slender Man: Coger el único icono del género de terror nacido en Internet que verdaderamente tiene potencial para ponerlo a merced de una peli de terror vaga, sin atmósfera alguna, con algunos de los sustos peor elaborados en tiempos recientes, rodada como el puto culo (hay momentos con tanta oscuridad que no se ve absolutamente nada de lo que está ocurriendo en pantalla) y con las peores actrices adolescentes que se pueden encontrar en el mercado, es la receta segura para alcanzar el fracaso. Una puta mierda como un piano de cola.