lunes, 3 de junio de 2019

MAN-THING: LA NATURALEZA DEL MIEDO de Brett Leonard


Título: Man-Thing: La Naturaleza del Miedo (Man-Thing)
Director: Brett Leonard
Año: 2005
Guión: Hans Rodionoff
Intérpretes: Matthew Le Nevez ( Kyle Williams), Rachael Taylor (Teri Richards), Jack Thompson (Frederick Schist), Alex O'Loughlin ( Eric Fraser), Steve Bastoni (René LaRoque), Rawiri Paratene (Peter Horn)

Esta es una de esas pelis que me encantaría restregar por la cara a cualquiera que me venga a decir que cualquier peli de superheroes Marvel de los últimos años es una mierda pinchada en un palo. Que parece que se nos ha olvidado de donde venimos.
El Hombre Cosa es uno de esos personajes cuyo origen, circunstancias y trayectoria editorial daría para toda una tanda de artículos por controvertida, rara y singular. En cualquier caso, nunca ha sido uno de los personajes más populares ni explotados de la editorial, en contraposición a su homónimo "DeCeita" más popular, La Cosa del Pantano (que no nos engañemos, si no hubiera sido por el paso de Alan Moore por su cabecera habría corrido la misma suerte que el monstruo marvelita).
Hace quince años, tras el boom que se había desatado con los pepinazos de las sagas de Spider-Man y X-Men, todas las productoras que habían agarrado derechos para la explotación cinematográfica de algunas de las propiedades de la editorial estaban como locas por subirse al carro del éxito. Una productora independiente llamada Artisan Enterprises tenía por entonces los derechos de un puñado de los personajes más urbanos del universo marvelita (Luke Cage, Puño de Hierro, El Castigador, la Viuda Negra, etc), y se había lanzado a la aventura de producir pelis más pequeñitas, alejadas de las grandes superproducciones de superheroes del momento. Su primer intento fue The Punisher en 2004 (aquella en la que salía John Travolta interpretando al villano, por si os falla la memoria), y aunque esta tuvo un éxito moderado entre el público, las cosas no fueron especialmente boyantes para la compañía, que cerraría ese mismo año, siendo absorbida por Lions Gate Entertainment, que se haría con todas las propiedades, incluyendo el proyecto que ya había puesto en marcha Artisan antes de la compra, este Man-Thing que hoy nos ocupa.

La empresa le había inyectado 30 millones de dólares a la producción y había mandado al equipo de rodaje a Australia en vez de a la localización planteada inicialmente, Nueva Orleans, para abaratar costes. Las intenciones fueron desde un principio el hacer honor a los tebeos de horror en los que nació el personaje con una película que perteneciera eminentemente al género de terror, aunque viendo el resultado, parece que este fue el único detalle de respeto hacia el personaje que guionistas y productores tuvieron, pues pronto reinventaron al personaje dentro de una trama de serie B en la que este pasaba a ser un espíritu indio que se cargaba a gente en un pantano del sur de los Estados Unidos siguiendo una venganza ancestral.
El jefazo de Marvel Studios por aquel entonces, Avi Arad, confesó a posteriori que la cúpula de la empresa sudó polla y media de Man Thing en la época por tratarse de un film pequeño y con el que apenas se arriesgaban que, aparte, se estaba rodando en la otra punta del mundo. Esto explica, que no excusa la cascada de decisiones cuestionables que se tomaron durante la producción de la película.

Man-Thing es, ante todo, una peli que destila cutreza por todos sus poros. Empezamos por unos escenarios pobretones que se revelan, cuando uno indaga un poco, como unos decorados a los que habían adecentado para que se asemejaran a un manglar los cuales se encontraban en una zona costera completamente diferente a lo que uno podría esperar de un pantano norteamericano, lo que a su vez explica el abusivo uso de las máquinas de humo a lo largo de la peli, seguramente utilizadas como recurso para generar una falsa bruma que desimulara lo cantoso del escenario. El propio diseño del monstruo que da nombre al film (que, dicho sea de paso, parece fijarse más en La Cosa del Pantano de la DC que en el personaje marvelita) fue un intento de combinar prótesis, maquillaje y CGI que ya en la época era bastante lamentable, no digamos ya visto hoy día. Cuando digo lamentable me refiero a que se nota una barbaridad que es una especie de señor alto al que han recubierto con una especie de césped y ramaje artificial y le han incrustado dos bombillas rojas de navidad por ojos, todo ello retocado a su vez con el ordenador. Peligrosamente cercano a zetosidades como The Wild Man of the Navidad y semejantes. En contrapartida, y arrojando algo de luz entre tantas tinieblas, a lo largo de la peli aparecen toda una serie de cadáveres grotescos, víctimas del Hombre Cosa, en los que el látex y los efectos prácticos se muestran bastante bien conseguidos, sobre todo teniendo en cuenta el resto de efectos especiales del film. Obviamente el monstruo de turno no se encuentra sólo, aunque casi mejor que asi fuera, pues va acompañado de una serie de actores y actrices bastante penosos. Entre el reparto, casi completamente conformado por intérpretes australianos, ninguno destaca por su talento, pero si que encontramos a unas cuantas figuras minimamente reconocibles. Entre los secundarios encontramos a Alex O'Loughlin, al que los que esten algo puestos en el panorama seriéfilo actual reconocerán por su papel protagonista en la versión más moderna de Hawai 5.0. Igualmente, los aficionados al universo televisivo Marvel reconocerán en el interés romántico del protagonista a Rachael Taylor, una de las cabezas de cartel de la exitosa adaptación de Jessica Jones perpetrada por Netflix en tiempos recientes (que en esta ocasión está para encerrarla en un sótano y tirar la llave de lo mierdosa que es su interpretación). Cierra este breve desfile de caras simpáticas Jack Thompson, el villano humano del film, toda una institución del cine australiano con decenas de papeles a sus espaldas (con colaboraciones en Hollywood de todo tipo, desde con Paul Verhoeven hasta con George Lucas), que aún se debe estar preguntando por qué aceptó salir en esta mierda. Dirige la peli el americano Brett Leonard, director de escasa fortuna cuyo trabajo más valorado sería una peli de terror, El cortador de césped, y su más visionado sería T-Rex: De vuelta al Cretácico, película en clave de documental para su exhibición en cines IMAX que todos los que hemos ido de excursión con el cole a dicho recinto nos hemos comido en algún momento. Tras su fracasado paso por Man Thing, pasó a encargarse de la quinta parte de la saga de Los Inmortales, tras lo cual estuvo alejado de las cámaras por mas de diez años hasta que se le reclamó para que dirigiera Triumph, un drama australiano low cost de superación personal en torno a la figura de un paralítico cerebral. Una carrera de mierda para un director cuyo talento queda probado en Man Thing, donde rueda unas transiciones videocliperas entre escenas y unas secuencias del monstruo en primera persona para las cuales nos coloca una lente de ojo de pez, un filtro sepia y una cámara acelerada (todo a la vez), que son un auténtico despropósito.
Aun con todos sus defectos, la peli no se lleva del todo mal hasta que llegamos al tramo final, donde esta se precipita definitivamente hacia la infamia en un anticlímax donde se conjugan la esperpéntica dirección, la torpeza del CGI, la pobreza de los escenarios, el cutre diseño del monstruo y las actuaciones de mierda. El sabor que nos deja al acabar debe ser más o menos similar al que resulte de meterse un puñado de barro del pantano en la boca.
En cualquier caso, ya rodado y cerrado el proyecto, llegó la hora de los consabidos pases de prensa previos a cualquier distribución en salas. La calidad de la peli quedó demostrada cuando más de la mitad de los periodistas de la sala se levantaron y se marcharon de la misma antes de que pasara una hora de metraje. En este momento la productora, ya tarde, tomó cartas en el asunto y, viendo que eso era totalmente invendible para las salas de cine norteamericanas, decidió estrenarla directamente en TV en su país de origen. El canal Sci-Fi, hogar de tanta y tan variada mierda, se hizo con el privilegio de estrenarla en exclusiva con escaso éxito.
Internacionalmente, Lions Gate consiguió colarsela a una reducida lista de países para que se estrenara en cines, entre los cuales se encontraron Rusia, Armenia, Moldavia, Kazakhstan, Bielorrusia, los Emiratos Árabes, Singapur y, como no, nuestra querida España, donde se estrenó con el mierdoso subtítulo de La naturaleza del miedo y congregó la patética cifra de 163.000 espectadores. Juntando todos estos estrenos la peli consiguió recaudar algó más de 1,2 millones de dólares confirmándose el fracaso total de la propuesta y marcando el inicio del camino que, con el tiempo, acabaría devolviendo todos los derechos de personajes que adquirió Artisan en su momento de vuelta a Marvel. En cuanto al mercado del formato doméstico, la peli fue editada en su momento por Paramount en nuestro país, con el objetivo puesto aún en los ya agonizantes videoclubs, pero desde entonces, ni siquiera en los propios USA, nadie ha pensado en una reedición en DVD, ya no digamos en un formato de alta definición.
Man-Thing es una mierda bastante gorda, una seria candidata a peor película comiquera en tiempos recientes, pero al menos tiene esa pátina de entrañable que ya rodea a todas esas adaptaciones de tebeos de la década pasada, tan caracterizadas por ser cada una de su padre y de su madre y por tener como referencia a los grandes éxitos de los últimos años de los 90.
Tres años después llegaría Iron Man y haría historia marcando el comienzo del MCU y del hallazgo, por fin, por parte de Marvel Studios de una identidad cinematográfica propia. Atrás quedarían nombres como el Daredevil de Ben Affleck, la trilogía de Blade, el Ghost Rider de Nicolas Cage, las dos adaptaciones de Punisher o el subproducto comentado hoy. 

¿Llegará algún momento en que alguien decida reivindicarlas? Sólo el tiempo lo dirá.