miércoles, 16 de agosto de 2017

INTRÉPIDOS PUNKS de Francisco Guerrero


Título: Intrépidos Punks
Director: Francisco Guerrero
Año: 1980
Guión: Roberto Marroquín y Ulises Pérez Aguirre
Intérpretes: El Fantasma (Tarzán), Princesa Lea (Fiera), Juan Valentín, Juan Gallardo

Un grupo de punks atraca un banco. Con el botín obtenido del golpe compran un alijo de armas a un mafioso, equipamiento que posteriormente utilizan para liberar a su líder de la cárcel y comenzar una campaña de violencia y saqueo por las carreteras de México. Por otro lado, un par de policías inquebrantables son puestos al mando de una operación contra el narcotráfico. Los caminos de ambos grupos se cruzarán llegado el momento, enfrentando a ambos bandos.

Con esta sinopsis que perfectamente podría caber en la cara de una servilleta se nos presenta Intrépidos Punks, considerada por muchos como una de las obras pioneras del cine psicotrónico mexicano (que no es sino una palabra chanante acuñada para definir al cine de serie Z y exploitation facturado en dicha nación) y, a día de hoy, como una auténtica obra de culto venerada y reverenciada desde su lanzamiento en VHS allá por los años 80 por los consumidores de este tipo de subproductos (aunque, por lo que he podido averiguar, parece que en su momento llegó a estrenarse en cines) hasta el punto de que generó, en 1987, una secuela bajo el título de La Venganza de los punks.  El mínimo argumento presentado, que se desploma según avanza la película a través de constantes incoherencias narrativas, no es sino una excusa para mostrarnos a la banda de moteros protagonistas llevando todo tipo de barbaridades con viandantes inocentes (tales como secuestrar a un grupo de mujeres y cortarle una mano a una de ellas, prender fuego a un pobre cliente de una gasolinera o masacrar a un grupo de mineros currelas para robarles el sueldo), intercalando estas escenas con frecuentes momentos de desnudos gratuitos (incluyendo un momento mítico en el que los punks violan a un grupo de chicas a la vez que, en la misma habitación y mientras se está llevando a cabo el vil acto, otros integrantes de la banda tocan una ruidosa canción a toda tralla con sus guitarras y baterías) y secuencias de los punks recorriendo las carreteras alargadas hasta la extenuación, todo ello con la única intención de rellenar todo el metraje posible. ¡Y qué decir de los punks!, una panda de individuos a cada cual más feo y desagradable y de tías rellenas de silicona con unas indumentarias y unos maquillajes dignos de una copia bastarda de Mad Max y que se asemejan a la estética punk más "mainstreamizada" lo mismo que un huevo a una castaña.
A pesar de que, como he mencionado, es un pedazo de cine exploitation bastante reconocido en su país, escasa información existe en la red en lo que concierne a sus realizadores y al elenco de la película. Entre los componentes de este último destacan por encima del resto los líderes de la banda, el negro Tarzán, encarnado por El Fantasma, un luchador mexicano (razón por la cual  no vemos su rostro descubierto en ningún momento de la película y por la que nos deleita en un par de momentos estelares con algunos movimientos de wrestler); y Fiera, interpretada por la también vedette Princesa Lea. El dúo de policías protagonista está encarnado por los actores Juan Gallardo (participante en más de una centena de películas de todo tipo y calibre) y Juan Valentín (cuya carrera cinematográfica supera también la cifra de los 100 títulos y que es, también, un afamado cantante de rancheras con más de 40 discos lanzados hasta la fecha). Entre la maraña de nombres de secundarios, y tras una metódica a la par que infructuosa búsqueda, he podido extraer dos nombres reseñables: el de Rosita Bouchot (consagrada actriz de telenovelas que aquí interpreta a una punky con unas telarañas tatuadas en la cara) y Ana Luisa Peluffo,veterana actriz que saltó a la fama por ser la protagonista del primer desnudo femenino de la historia del cine mexicano y cuyo papel no consigo identificar claramente en la película (aunque me atrevería a decir que se trata de una de las mujeres secuestradas por los punks al comienzo de la cinta).
El incompetente a cargo de la dirección (que tira de los peores y más rudimentarios recursos del cine más casero) fue un debutante Francisco Guerrero, cuya carrera a posteriori se prolongó por casi una treintena de películas de todo tipo de géneros (incluyendo por supuesto el tan explotado mercado del cine low-cost directo a Vídeo/DVD), algunas de ellas con títulos tan sugerentes como Bancazo en Los Mochis o Trágico terremoto en México.

La película es una puta mierda por si cabe alguna duda, pero la estética, las pintas de sus protagonistas, los descojonantes dialogos e interpretaciones y los escasos pero existentes méritos que la película tiene (como esos títulos de créditos escritos con spray en una pared que son toda una lección de como solventar la falta de medios o el pegadizo tema musical del grupo Three Souls in my mind que es repetido constantemente a lo largo de la cinta) son tan bizarros que al final acaba siendo hasta divertida. Idónea para ver en una sesión de cine con colegas y partirte el culo a gusto.

PD: Antes de marcharme os dejo, junto al trailer, el tema musical completo en su versión de estudio y la película completa e íntegra disponible en Youtube.






sábado, 12 de agosto de 2017

LOS HIJOS DEL TOPO 1: CAÍN de Alejandro Jodorowsky y José Ladrönn



Título: Los Hijos del Topo 1- Caín 
Editorial española: Reservoir Books
Publicado originalmente como: Les Fils D'el Topo: Caïn [Glénat]
Guión: Alejandro Jodorowsky
Dibujo: José Ladrönn
Entintado: José Ladrönn
Color: José Ladrönn
Portadista: José Ladrönn

Alejandro Jodorowsky es uno de esos personajes con los que vivo en una lucha interior constante a la hora de valorarle como artista y como persona. En su faceta de cineasta le encuentro extremadamente aburrido pero un maestro a la hora de crear estéticas rompedoras. En su faceta de gurú y "psicomago" me parece poco menos que un cantamañanas y un estafador digno del más sucio presidio que el mundo se pudiera permitir. Soy un gran fan de su discípulo, el danés Nicholas Winding Refn. Repudio completamente sus ataques contra el cine americano y la industria de Hollywood, dardos envenenados que no son sino pataletas propias de un niño pequeño contra un colectivo que se negó en redondo a lanzarse a un proyecto millonario destinado al fracaso  comercial como fue su fallida adaptación del Dune de Frank Herbert, una de esas películas nunca realizadas que resultan fascinantes en todos los sentidos, más aún si son , como iba a ser esta, los desvaríos de un loco (aunque todo esto está contado magistralmente en el genial documental Jodorowsky's Dune).

Y fue precisamente gracias a esta gran decepción como cineasta que se lanzó de cabeza a una carrera como guionista de cómics que resultó verdaderamente prolífica. En su primera obra importante, El Incal, volcó todo las ideas que había tenido para Dune, logrando un auténtico derroche de imaginación dibujado de cojones de bien por una auténtica leyenda del cómic como fue el ya fallecido Jean Giraud aka Moebius, pero que leído a día de hoy resulta un tebeo que muestra por todas partes un tono de "amateurismo" y de ser una obra firmada por un principiante que se acaba de iniciar en el mundo del cómic. Aun así una digna obra que quizá ha sido encumbrada más de lo que se merece por un fandom demasiado generoso o demasiado gilipollas. A partir de aquí, un no parar de secuelas (Antes del Incal y Final Incal con los dibujantes Zoran Janjetov y José Ladrönn respectivamente); spin-offs como La Casta de los Metabarones (una magnífica epopeya sci-fi digna de ser llamada obra maestra y dibujada por un dios del lapicero como es el argentino Juan Giménez) o Los Tecnopadres (un coñazo que tuve que abandonar a la mitad de lo insoportable que era) y obras independientes del universo de El Incal como son Los Borgia (una sátira pornográfica de la iglesia católica dibujada por el maestro del erotismo Milo Manara), Bouncer (un western con todas sus letras y, en mi opinión, el cómic más redondo del autor hasta la fecha) o el desvarío metafísico que publicó con el título de El Lama Blanco.
El Topo encarado a su primogénito en las páginas iniciales del tomo

Una carrera muy extensa que últimamente se ha reducido en gran medida (no nos olvidemos de que el chileno tiene ya casi 90 años). Y sin embargo ahí sigue al pie del cañón , cuidando el prestigio conseguido con sus shows de tarot y de psicomagia, sacando películas cuando puede (o más bien cuando consigue engañar a algún productor para que se las financie) y publicando tebeos, manteniendo actualmente dos series de novelas gráficas en activo: por un lado, la secuela de La Casta de los Metabarones (escrita a cuatro manos junto al americano Jerry Frisen) y, por fin, el tebeo por el cual he escrito toda este coñazo de introducción, Los Hijos del Topo.

El Topo es, sin duda alguna, la película más importante de la carrera de Jodorowsky. Un "western psicodélico" dirigido, protagonizado y guionizado por el susodicho que supuso en su momento toda una bofetada a la industria del cine latinoamericano cuando, tras ser rechazada para su exhibición en México, fue estrenada en Estados Unidos en pases de medianoche en el histórico cine Elgin (donde también se proyectaban otras obras marginales como Cabeza Borradora de David Lynch o la sucia Pink Flamingos de John Waters), cosechando todo un éxito y convirtiéndose,con el tiempo, en una película de culto. Y como toda obra de estas características que se precie, mucho se tenían que haber torcido las cosas para que su creador no intentara volver a intentar llamar la atención intentando aprovechar el tirón de su mayor éxito. Asi, a mediados de los 90,cuando ya había pasado por el desastre de Dune y estaba en pleno proceso de enfrentamiento con Hollywood, intentó sacar adelante el proyecto fílmico que sería Los Hijos del Topo. Una vez más, el fracaso llamó de nuevo a la puerta de Jodorowsky negándole de nuevo la financiación y manteniendo la película durante casi 20 años en dique seco. A día de hoy, parece que por fin las campanas han sonado y que el film verá por fin la luz próximamente. Entre tanto, y como una especie de regalo para los fans, el chileno ha publicado este tebeo, que viene a ser el primero de una saga que nos relatará en formato de BD la trama de esta tardía secuela.
Este volúmen arranca directamente en el final de El Topo, donde el susodicho, tras haberse convertido en un hombre santo y haber dado a luz a sus dos hijos se suicida prendiéndose fuego a lo bonzo, no sin antes marcar la frente de su primogénito, Caín, con una maldición: todo aquel que lo mire o dé cuenta al mundo de la existencia de este morirá. Años después, la tumba del Topo es un oasis al cual acuden en peregrinación fieles de todo el mundo, Caín es un paria, un marginado que se gana la vida como un bandido y Abel, el segundo hijo del Topo, vive con su madre dirigiendo un espectáculo ambulante de titiriteros. Será la muerte de esta última la que conducirá a la reunión de los dos vástagos del hombre santo, pues el segundo requerirá de las habilidades mortales del primero para transportar el cadáver de su madre a través de los peligros del desierto y enterrarla junto a su difunto esposo.

Tres veces me he enfrentado al visionado de El Topo y, por ello, me considerado lo suficientemente curado de espanto como para afirmar que esta es, sin dudarlo, un coñazo soberano, surrealista hasta lo incomprensible en muchos momentos. Los Hijos del Topo bebe en todos los sentidos de la mítica película, ya sea en la estética de los personajes, los detalles del universo presentado, el hermetismo de los diálogos o el profundo aturdimiento que provocan algunas situaciones planteadas, hasta el punto de que, en más de un momento, uno no sabe que coño esta pasando delante suya por más que lo lea y relea. Esto se puede considerar por un lado algo honesto por parte de Jodorowsky (en ningún momento traiciona el tono y estilo de su obra magna) pero, por otro, todo un error por parte del chileno.
Sintetizando, el tebeo tienes dos grandes problemas: la estructuración y el ritmo narrativo que presenta.
La tumba del Topo: La Meca particular de Jodorowsky para los habitantes de su mundo

Desde el primer momento se presentó este cómic como una traslación literal del guión que Jodo tenía pensado para la película. De esta manera, y para que la experiencia sea lo más cinematográfica posible, el autor parte la página en tres franjas de viñetas, estructura que repite sin excepción a lo largo de toda la extensión del tebeo. El resultado es que parece que uno está leyendo un storyboard al que le han colocado rótulos con diálogos encima, una experiencia que resulta muy aburrida, reiterativa, poco imaginativa (sobre todo para alguien tan dado a lo experimental como Jodorowsky) y que, sobre todo, lastra a un tebeo que podía haber sido una auténtica locura convirtiéndole en una pesadez. Y es que ya lo dijo el sabio, que "una cosa es una cosa y otra muy distinta es otra", pues algo que cualquier guionista de cómics que se precie sabe (Jodo incluído si uno atiende a sus obras pasadas), es que el cine y el tebeo son dos medios de expresión distintos y que, tratar de incorporar los ritmos y normas de un universo artístico al otro es todo un error, por muy experimentado que uno sea en la materia. A esto hay que añadir que un cuarto del tebeo relata los últimos compases de El Topo y que, para cuando la acción arranca, el volúmen termina, dejando al lector a medio gas y con la miel en los labios dispuesto a que la historia se ponga las pilas después de páginas y páginas de sopor, todo un defecto para alguien que nos dio toda una lección de ritmo narrativo en cada número de La Casta de los Metabarones y que, en un sólo volúmen de El Incal, fue capaz de contar un centenar de cosas y presentar una miríada de conceptos.

La idea general con la que uno se queda es que más que otra genialidad salida de las tripas del chileno, esto parece una forma de explotar un concepto muy esperado por sus fans en lo que ve si saca adelante o no el formato para el cual fue pensado: la famosa a la par que infame secuela cinematográfica.

A pesar de ello y como es costumbre (porque otra cosa no, pero el prestigio de Jodorowsky le ha permitido siempre trabajar con auténticos monstruos de la ilustración) , el trabajo gráfico del tebeo es sobresaliente. El responsable es el mexicano José Ladrönn, un artista que ha trabajado para las dos grandes editoriales de cómics americanos como portadista de tebeos como Batman, All-Star Western o Cable, cabecera para la cual desarrolló además los lápices de las páginas interiores durante más de una veintena de números allá por los 90. Adicionalmente cuenta con algún que otro trabajo de prestigio, como la miniserie de Los Inhumanos guionizada por el español Carlos Pacheco o, como se ha comentado previamente, el dibujo de Final Incal. Desde luego se puede decir que es un autor que tiene pillado el pulso a Jodorowsky y que puede hacerle de comparsa sin problemas, captando perfectamente las expresiones de los personajes y la estética de las películas de Jodorowsky, utilizando para ello una paleta de colores tan propia del género western que parece que uno se va a manchar de polvo del desierto en cualquier momento.

En resúmen, una obra muy esperada del cómic europeo se convierte en una lectura digna para intercalar con la contemplación del crecimiento de las plantas del campo y en toda una decepción para un servidor, tan adorador como detractor de la obra del chileno. Gracias a Dios que no se me ocurrió la genial idea de comprarlo y que en su lugar tiré del depósito de las bibliotecas públicas. Que el señor las bendiga..

sábado, 5 de agosto de 2017

Dobles programas bizarros (V): UNDERWORLD de Len Wiseman + UNDERWORLD: EVOLUTION de Len Wiseman


Título: Underworld
Director: Len Wiseman
Año: 2003
Guión: Danny McBride
Intérpretes: Kate Beckinsale (Selene); Scott Speedman (Michael Corvin), Bill Nighy (Viktor), Michael Sheen (Lucian), Shane Brolly (Kraven), Kevin Grievoux (Raze)

De todas las sagas de acción con monstruitos y criaturas varias que nacieron a finales de los 90 y principios de los 2000, posiblemente mi preferida sea la saga de Underworld. No sé si será por los vampiros, por los hombres lobo, porque es la única que me llevó al cine en algún momento o porque me pilló en mis efervescentes 12 añitos cuando estaba en su plenitud. En cualquier caso llevaba como cinco o seis años sin verme ninguna película de la saga (y eso que me quedé en la tercera la última vez) y ya tocaba pegarle un repaso para ver que tal ha envejecido, si sigue siendo tan entretenida y todas esas cosas. Así que empecemos por el principio de todo.
Underworld nos presenta un mundo en el que los vampiros y los licántropos no sólo existen sino que llevan cientos de años enfrentados entre sí en una guerra sin cuartel. En la Hungría actual, los hombres lobo viven reducidos a refugios en las alcantarillas y viven como alimañas mientras los vampiros se dedican a un estilo de vida hedonista congregados en grandes mansiones. Todo cambiará cuando Selene, una de las guerreras vampiras mas habilidosas, descubra que un humano, aparentemente relacionado con una antigua leyenda vampírica, está siendo perseguido por los licántropos, quienes creen que puede ser la clave para inclinar la balanza de la guerra hacia uno u otro bando y acabar con esta de una vez por todas.

Hay quien dice que la saga entera está plagiada prácticamente en su totalidad de los juegos de rol de Vampiro: La Mascarada y demás, pero como yo no tengo ni puta idea de esas mierdas no me cortaré en decir que me gusta la mitología planteada por la película y, sobre todo, me gusta la estética tan de aquellos años, con su cuero negro, su bullet-time y sus tiroteos imposibles, todo ello rodado en una fotografía de tonos fríos, grises y azules principalmente, que resalta aun más toda la frialdad y la artificialidad de ese mundo nocturno fantástico.
Si bien todo lo que es el empaque, el universo presentado, está bien fundamentado, la trama desarrollada viene a ser bastante predecible a pesar de los dos o tres giros de guión que tiene, e incluso peca a veces de depender de detalles que plantean pero no terminan de resolver, como si ya desde un primer momento estuvieran pensando en una saga de varias películas y en una trama a desarrollar a largo plazo, algo que para una película cuya secuela no está garantizada desde un primer es un ERROR, tenga o no sentido todo ello tras unas cuantas entregas. Aun así, como en estos casos lo que prima es que la estética mole y la acción no esté mal rodada (en este caso, ni el montaje es tan videoclipero como en otras pelis similares, ni el bullet-time tan molesto y casi todas las escenas de acción se pueden visualizar sin volverte loco intentando ver lo que pasa, así que se le puede dar un aprobado sin problemas), pues el que la trama desarrollada sea más o menos simple como que da un poco igual.

Protagoniza la película la guapísima Kate Beckinsale que, a pesar de haber trabajado también con Scorsese, Michael Bay y unos cuantos directores de renombre más, tiene en la saga Underworld el que es, sin duda alguna, el papel que ha marcado su carrera y por el cual va a ser recordado en el futuro. Es sexy, se mueve con soltura en las peleas, tiene un puntillo descarado incluso y las lentillas azules y los colmillos le sientan de puta madre asi que, por mi parte, ningún problema con ella. El co-protagonista es Scott Speedman, un señor sosísimo que también tiene en esta película el papel de su vida, pero en esta ocasión, porque no ha rodado nada más que merezca la pena reseñar. Como líder de los licántropos, uno de los personajes más carismáticos y más empáticos de toda la saga, tenemos a Michael Sheen (que no tiene nada que ver con Martin Sheen o el drogadicto de su hijo Charlie), ex pareja de la señorita Beckinsale y un actor que años después de hacer Underworld ganó un prestigio que te cagas con su participación en La Reina (el biopic de Isabel II con Helen Mirren) y en El Desafío: Frost contra Nixon, con una nominación a los BAFTA incluida, pero que en el momento de hacer esta peli era más bien desconocidillo. Por otro lado, Viktor, señor de los vampiros está interpretado por un especialista en papeles grimosos, el británico Bill Nighy, conocido por hacer de rockero viejo en Love Actually, por su papel de Davy Jones en la saga Piratas del Caribe y por sus cameos en las pelis de Edward Wright. El resto del plantel está compuesto por mediocres y completos desconocidos, muchos de ellos procedentes de Europa del Este, entre los que destaca como curiosidad  el cameo de Wentworth Miller, protagonista de Prison Break y el Capitán Frío en The Flash, Arrow y demás series de superhéroes de la CW.
Dirige toda la fiesta Len Wiseman, el señor por el cual Kate Beckinsale dejó a Martin Sheen hasta el año 2015 en el cual le pidió el divorcio. Un hombre cuya filmografía se compone básicamente de las dos primeras entregas de la saga Underworld y de dos putas mierdas como son La Jungla 4.0 y el remake de 2012 de Desafío Total. Un auténtico currela, impersonal hasta decir basta, lo cual lo excusa bastante en lo que respecta al resultado final de sus películas, y actualmente productor tanto de las nuevas entregas de Underworld como de diversas series de TV. Sin duda alguna, el otro pilar fundamental de la saga aparte de la señorita Beckinsale.
En líneas generales Underworld es una película que en su momento me gustó mucho (aunque claro está, tenía 12 añitos cuando la vi por primera vez) y que hoy día me entretiene pero no me dice gran cosa más. Ni de lejos es tan impresionante y adrenalínica como la recordaba. La película fue, en su momento, un éxito sorpresa ya que, partiendo de un presupuesto de 22 millones de dólares consiguió recaudar casi 96, lo que le aseguró a la misma su continuidad en toda una serie de secuelas, la primera de las cuales fue…





Título: Underworld: Evolution
Director: Len Wiseman
Año: 2006
Guión: Danny McBride
Intérpretes: Kate Beckinsale (Selene), Scott Speedman (Michael Corvin), Tony Curran (Marcus Corvinus), Derek Jacobi (Alexander Corvinus), Steven Mackintosh (Andreas Tanis)

Underworld: Evolution. Primera secuela en la que repiten Wiseman, Beckinsale y Speedman y en la que prácticamente nada cambia en lo referente a la estética, la dirección y las interpretaciones de los actores. Y sin embargo mi favorita de la saga por el momento ¿Por qué? Simple, porque se centran más en la mitología planteada para el universo de la saga, es un no parar de escenas de acción bastante mejor planificadas que las de la primera entrega y tiene como villanos a un puto licántropo albino inmenso y a un señor de los vampiros, con sus alas de murciélago y todo, curradísimos con un maquillaje de puta madre.

La película es una continuación directa de la primera parte y nos presenta a los protagonistas, Selene y Michael, huyendo de los restantes vampiros y licántropos por igual. Sin embargo, sus acciones en la anterior peli provocaron indirectamente el despertar de Marcus Corvinus, el primer vampiro quién también se lanzará en persecución de la feliz pareja, pues aunque estos no lo sepan, tienen la clave para despertar de su encarcelamiento eterno a William Corvinus, el primer licántropo y hermano de Marcus, pieza fundamental de un plan del susodicho chupasangre para lograr el dominio sobre ambas razas de seres nocturnos.
La verdad es que es una peli de la que no se puede decir gran cosa, menos aún después de haber comentado la que le precedió. No ofrece prácticamente nada nuevo salvo la continuación de la trama iniciada y la presentación de nuevos personajes, y mantiene todos los elementos de fotografía y estética de la primera entrega, mejorando eso sí cosillas tales como el CGI utilizado y la realización de las escenas de acción. Claro que también contó con un presupuesto bastante mayor que el de su predecesora, casi 45 millones de dólares que rentabilizaron de sobra con una recaudación de algo más de 113 millones.
Entre las nuevas incorporaciones al plantel de actores tenemos como Marcus Corvinus a Tony Curran, actor irlandés que , al margen de un papel secundario en Blade II y su interpretación como el hombre invisible en La Liga de los hombres extraordinarios, no ha hecho nada que merezca la pena destacar. El británico Steven Mackintosh encarna al historiador y cronista de los clanes vampíricos Andreas Tanis y, junto a todos estos mediocres, encontramos la participación estelar de un grande, el shakespeariano Sir Derek Jacobi, al que habréis podido en decenas de producciones de diversa índole, desde series B hasta pelis de prestigio, y al que recuerdo especialmente por sus papeles de Graco en Gladiator y del emperador Claudio en la adaptación televisiva del Yo, Claudio de Robert Graves por el que obtuvo un merecidísimo premio BAFTA a Mejor Actor.

Y ya está, no hay más que decir. La verdad es que en este tipo de sagas en las que se adhieren a una fórmula estética que funciona no suele haber gran cosa que destacar salvo cuando se convierten en una puta mierda. Eso y que, por otro lado, la preferencia de unas entregas sobre otras suele ser puramente subjetiva y complicado de argumentar salvo con la clásica pregunta “¿Qué tiene esta que no tengan las demás?”. Al menos así lo veo yo. La próxima vez que afronte esta saga revisionaré la tercera entrega y precuela de todas las demás películas, Underworld: La Rebelión de los licántropos, y afrontaré por primera vez el visionado de la cuarta parte. Cuídense hasta entonces…