viernes, 23 de septiembre de 2016

VENGADORES SECRETOS: La Etapa de Ed Brubaker


Título: Vengadores Secretos #1-11
Editorial Española: Panini Comics
Publicado originalmente como: Secret Avengers vol.1, #1-12
Guión: Ed Brubaker
Dibujo: Mike Deodato Jr.,Will Conrad, David Aja y Michael Lark
Entintado: Mike Deodato Jr.,Will Conrad, David Aja y Michael Lark
Color: Rain Beredo y José Villarubia
Portadistas: Mike Deodato Jr. y Marko Djurdjevic

La diversificación de las colecciones Vengadoras es un fenómeno asociado casi exclusivamente a los últimos diez años de la historia de Marvel. Si bien es verdad que en los 80 los Vengadores contaban con dos series regulares simultáneas, la cabecera principal y Los Vengadores de la Costa Oeste, el concepto de conversión de un cómic en franquicia era algo prácticamente exclusivo de la Patrulla X (no en vano para cuando llegó el siglo XXI los mutantes contaban con todo un abanico de series regulares como Uncanny X-Men, X-Men, Factor-X o X-Force que derivaba de la desaparecida Los Nuevos Mutantes, por no hablar de proyectos creados en los 80 que ya habían caducado como Excalibur o los múltiples spin-offs dedicados a integrantes concretos de la Patrulla X, de entre los cuales destacaba por encima de los demás la cabecera dedicada a Lobezno en solitario). Sin embargo, la llegada de Bendis a los Vengadores, su reconversión una nueva cabecera, Los Nuevos Vengandores, unido a la aparición de los primeros eventos anuales  (el sistema de publicación que le ha otorgado en gran medida a Marvel el éxito editorial del que goza actualmente) y, como no, al anuncio de la adaptación cinematográfica del cómic condujo a que una serie de autores, encabezados una vez más por Bendis, decidieran convertir al equipo de superhéroes en una nueva franquicia. Así, casi inmediatamente después de que Los Nuevos Vengadores dieran el pistoletazo de salida comenzaron a surgir cabeceras como Jóvenes Vengadores, Poderosos Vengadores, Vengadores: La Iniciativa, Academia Vengadores o Vengadores Oscuros, y así hasta la actualidad, momento en que Los Vengadores cuentan con nada menos que seis cabeceras grupales regulares, spin- offs aparte.
Entre toda esta maraña de colecciones que surgieron en la década pasada encontramos el debut de Vengadores Secretos, una serie que surge a raíz del final de una de las etapas más brillantes de los últimos quince años de la editorial, Reinado Oscuro, aquella línea argumental en la que Norman Osborn se hacía con el puesto de figura principal al mando de la seguridad mundial, y por tanto, cabecilla de SHIELD, jefe de su particular alineación de Vengadores conformado por villanos encarnando el papel de superhéroes y, básicamente, el hombre más poderoso políticamente hablando del mundo. Este status quo llegaría, cómo todo en este mundo, a un final en el que Norman Osborn caería llevándose todo el sistema que había construido por delante. En esta situación Steve Rogers, quién por aquellos tiempos no vestía el uniforme del Capitán América, decidía montar su propio equipo de Vengadores, destinado a llevar a cabo, cual regimiento de black-ops e inspirado en gran parte en lo que había hecho Osborn durante su etapa al mando, misiones encubiertas a espaldas de los poderes gobernantes. Este equipo proactivo, destinado a atacar la amenaza antes de que pudiera ser un peligro para el mundo (en el fondo esto no deja de ser la versión vengadora de la X-Force mutante) estaba conformado inicialmente, al margen de por el propio Steve Rogers, por una serie de personajes polifacética que incluía al Caballero Luna, al tercer Hombre Hormiga, a Valquiria, Maquina de Guerra, la Viuda Negra, la Bestia y Nova, aunque como veremos enseguida esta alineación ejercía mas una función publicitaria a la hora de vender la serie (al menos en estos primeros números) que un papel importante dentro de la propia cabecera.

Reunión de equipo

Al mando de los guiones se pondría Ed Brubaker, guionista por entonces encumbrado en Marvel gracias a su memorable etapa en Capitán América la cual seguía escribiendo por aquel entonces, compaginándola con otros proyectos entre los cuales se encontraba la cabecera que estamos tratando. Brubaker puede ser un gran guionista cuando se trata de escribir las aventuras del Centinela de la Libertad, pero ni de lejos es un escritor perfecto y aquí resulta bastante fallido. Su etapa en Vengadores Secretos es una en la que la coralidad brilla por su ausencia. Personajes como el Caballero Luna (precisamente un personaje con un potencial extraordinario a la hora de usarlo dentro de un equipo) o Maquina de Guerra no pintan prácticamente nada en la trama, no tienen una dinámica establecida dentro del grupo, simplemente están ahí para ser usados cuando el guión requiera de la presencia de más efectivos en las batallas. Y lo mismo se puede decir de otros personajes completamente desaprovechados como la Viuda Negra (la espía marvelita por excelencia) o Valquiria (que tiene la virtud nunca explotada de ser el equivalente a un elefante en una cristalería para un equipo de estas características), por no hablar de Nova, al cual se quitan de un plumazo de encima en el cuarto número, no llegando a formar parte en ningún momento de la alineación (así pues aquel que comprara los primeros números por este personaje se llevaría un buen cabreo por este movimiento de Brubaker). La serie da la sensación en todo momento de no ser un cómic de los Vengadores sino un spin-off del Capitán América en el que este hace piña con otros personajes, pues el desarrollo de la acción, la trama (especialemente en el segundo arco argumental de la etapa ) y la potencial evolución de personajes está siempre relacionada directa o tangencialmente con Steve Rogers, de manera que sólo la Bestia (ejerciendo el papel de "cerebrito" del grupo) o el Hombre Hormiga (el alivio cómico que nunca puede faltar) se salvan de la influencia del Capi y adquieren algo de protagonismo.
Al margen de esto, el cómic también parece más un capricho de Brubaker, que quería probar a hacer otro tipo de historias que no tuvieran un tono político o de espionaje exclusivamente. Así pues, en los primeros cinco números se las ingenia para construir una aburrida trama de ciencia ficción llevándose al equipo a Marte (algo inexplicable, pues como demostró en su paso por  Uncanny X-Men es que el guionista es capaz de construir una trama de este género convincente y entretenida), mientras que en las siete últimas entregas de la etapa se monta una incursión en el mundo de las artes marciales con un arco argumental bastante más solvente y efectivo en el cual merece la pena profundizar un poquito.
Shang-Chi, el Capi y el Príncipe de los Huérfanos: Brubaker repasa sus éxitos pasados

Los ojos del dragón, que así se titula esta segunda aventura, aligera el exceso de atención sobre el personaje de Steve Rogers para traer de vuelta por todo lo alto al personaje de Shang-Chi, el Maestro del Kung Fu, el cual se unirá al equipo para intentar impedir la resurrección de su malvado padre. Al margen de recuperar a este último, Brubaker aprovecha para reutilizar también a un personaje que había creado previamente en su reverenciada etapa a cargo de El Inmortal Puño de Hierro, el Príncipe de los Huérfanos, así como también al supersoldado John Steele, personaje procedente de aquellos cómics de la Marvel (por aquel entonces conocida como Timely Comics) primigenia de los años 40, etapa de la historia del cómic americano en la que Brubaker se empapó como pocos de cara a preparar tanto su etapa en Capitán América como esa otra obra de culto que es El Proyecto Marvels, donde se volvía a poner el punto de mira en todos aquellos superhéroes de la Segunda Guerra Mundial. Aparte de ser un relato más dinámico y ágil en el que se reparte mejor el peso entre los distintos participantes del equipo (aunque sigue presente el lastre comentado hace un momento), este segundo arco argumental representa también un curioso ejemplo de la problemática de los derechos de autor en estos medios. Resulta que en los años en los que Marvel, presa como tantas otras empresas de aquella época de la fiebre por las artes marciales que tanto propiciaron Bruce Lee y compañía, publicaba la cabecera Masters of Kung Fu (la cual también tiene su propia historia que contar), Steve Engleheart estableció que la identidad del padre de Shang Chi era ni más ni menos que la del mismísimo Fu Manchú. ¿Que ocurre con esto? Pues que por aquellos años Marvel había comprado los derechos de este personaje a su creador para adaptarlo al cómic en dicha cabecera, pero con el paso del tiempo esos derechos se perdieron por el desuso. De esta manera, cuando llegó la hora de volver a utilizar al personaje, Marvel se encontró con que no podía llamarlo por el nombre por el que fue incorporado a su Universo. Y es así que Brubaker se anda con evasivas evitando el nombrar al padre de Shang-Chi por su nombre real en una estrategia de la que sale más o menos airoso.
La etapa de "Bru" se cierra con una historia autoconclusiva protagonizada por John Steele que resulta ser lo más salvable de la misma, dejando un buen sabor de boca de cara a futuras entregas de la cabecera y mostrando un atisbo del potencial que podría mostrar el supersoldado rescatado del olvido.
Le acompaña a los lápices el oscuro Mike Deodato, el cual acababa de rematar una racha gloriosa dibujando a los Thunderbolts de Warren Ellis y a los Vengadores Oscuros de Bendis. Si bien este no es un material tan cojonudo como las cabeceras citadas, su arte no queda deslucido en absoluto (siempre y cuando seas una de esas personas que aprecian su técnica de dibujo realista y oscura a más no poder) y logra unos resultados particularmente atractivos al dibujar al Caballero Luna y a la Bestia. En los últimos números, durante los flashbacks a la Segunda Guerra Mundial, es sustituido por Will Conrad, un artista que ha trabajado en múltiples cabeceras a lo largo de su carrera Buffy Cazavampiros hasta Aves de Presa para DC Comics, pasando por encargos aislados aquí y allá para Marvel. Su trazo sigue en la línea oscura trazada por Deodato pero se acerca más al estilo de otro gran dibujante, Steve Epting (lo que no hace sino recalcar el hecho de que esta cabecera parezca un tebeo más del Capi de Brubaker, donde puso los lápices a casi una cincuentena de números), por lo que se antoja como un vulgar parche con el que rellenar el último número antes de la salida definitiva del guionista y dibujante que habían inaugurado la serie. Igualmente, en el número especial dedicado a uno de los villanos presentados (el número 5 de la cabecera concretamente) aparecen como artistas invitados el ahora laureado David Aja (que previamente habia colaborado con Brubaker en el Inmortal Puño de Hierro) y Michael Lark ( que puso los lápices en un buen puñado de números de la etapa de Daredevil del señor Ed), así que todo queda en familia.

John Steele: el tributo de Brubaker a los tiempos de Timely Comics

En cualquier caso, este paso por Vengadores Secretos no pasa de ser un mero entretenimiento, más interesante para un completista de la cabecera que para cualquier otro tipo de público, que muestra múltiples carencias, siendo la principal la incapacidad de Brubaker de construir una trama que resulte lo suficientemente coral y equilibrada para el plantel de personajes, desaprovechados en su mayoría. Así pues, volviendo a recalcar lo ya dicho, más que un cómic de los Vengadores, estos números iniciales parecen más bien un spin-off de la cabecera principal del capi guionizada aún en aquel momento por el señor Brubaker. Y es que cuando uno quiere diversificar cuando está únicamente centrado para una sola cosa pasa lo que pasa. En cualquier caso, la propuesta había vendido lo suficiente como para que otro guionista tomara el relevo, y este no sería sino un guionista recién llegado de la editorial Image que estaba realizando sus primeros trabajillos para la gran Casa de las Ideas. Un guionista que por aquel entonces era un mindundi pero que actualmente se puede decir que se encuentra entre las figuras mejor valoradas dentro de la editorial, el cual no era otro que el actual guionista de las múltiples cabeceras del Capitán América, el señor Nick Spencer.

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